¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Recargo mi cabeza en mi mano mientras que con mi otra mano juego con la uva entre mis dedos. Antoni me hizo enojar o bueno un poco. Tal vez solo hago un berrinche porque no me dejó comer una rebanada de pastel antes que las frutas.
— ¿Sigues enojada? — Me mira con una sonrisa burlona llevándose una rodaja de naranja — Sabrina — Advierte.
— Ali — Me llevo otra uva a la boca girandome hacia el árabe que me observa de reojo. — ¿Escuchas a alguien hablarme?
— No señorita Sabrina — Responde.
Asiento satisfecha y me giro a Antoni quien me observa incrédulo. Niega y sonríe tomando una pequeña porción de pastel con la cuchara. La acerca a mis labios y abro la boca con emoción tomando la porción.
— ¿Me perdonas? — Acaricia mi mejilla.
— Mmmm, no lo sé. — Suelto una risita y tomo otra uva acercandola a la boca del italiano. Me mira con una sonrisa y abre la boca chupando mis dedos con coquetería.
Mis mejillas arden y saco mis dedos con vergüenza bajando la mirada, me toma de la barbilla con dos dedos haciendo que lo vea a los ojos.
— Nunca bajes la cabeza principessa. Nunca bajes la cabeza ante nadie, mucho menos ante mi. — Acaricia mi mejilla y cierro los ojos ante su tacto — Eres tan delicada, tan inocente. — Susurra.
— Ali no opina lo mismo — Susurro — Cuando fuiste por la canasta a tu coche me miro feo. — Acuso.
Antoni aprieta la mandíbula y se gira hacia Ali, lo imito y detrás de Antoni le sacó la lengua. Ali me mira con asombro e incrédulo. — Ali. — Antoni se quiere poner de pie y lo tomo del brazo.
— Antoni — Susurro en su oído y me observa — Perdónalo por esta vez, solo bájale el sueldo mil dólares.
Antoni me toma de la cintura sentándome en sus piernas sacándome una carcajada extiende su mano y Ali le entrega una caja, observo como saca una jeringa con un líquido azul brillante.
— ¿Qué es? — Pregunto curiosa.
— Haccoc. — Toma la jeringa dejando la caja a un lado. — Es una droga.
— ¿Te drogas? — Me alejo — Oh por dios. Te corriste dentro de mi. — Me llevo las manos a mis mejillas — Me va a dar algo. — La risa de Ali me hace verlo mal y guarda silencio.
— Ey. Tranquila, las cosas no funcionan así. — me acaricia mi mejilla. — No me drogo, yo fabrico las drogas.
— Eres bioquímico — Entre abro los labios — ¿Me vas a hacer daño? — Susurro bajando la mirada.
— Claro que no. Solo quiero mostrarte a lo que me dedico, así como Christopher es coronel. Yo soy el líder de la pirámide. Yo manejo la mafia italiana. — Me mira a los ojos.
— ¿Me folle al enemigo de mi esposo? — Lo observo incrédulo. — Dios mio. — Me cubro la boca. — Solo nos hemos visto dos veces como puedes decirme algo así. Osea aprecio la sinceridad pero... por Dios. — Susurro.
— En realidad ya te había visto, te observo desde que apareciste con Christopher en la prensa pero siempre tenias ojos para él. Cuando te encontré aquí supe que sería mi oportunidad. Te llevaría conmigo Sabrina, así tuviera que secuestrarte.
Toma mi mano y pone la jeringa en mis manos. — Pero te vi tan vulnerable, estabas desconsolada que simplemente no pude hacer nada. — Me toma de las mejillas para pegar su frente a la mía.
— Eres un mafioso — Susurro. — Apenas falle vas a matarme — Mi puchero tiembla y mis lágrimas caen por mis mejillas y señalo a Ali — Anda de mal tercio y se ríe de mi.
— Sabrina deja de llorar — Me limpia las lágrimas — Vete Ali.
— No puedo parar de llorar — Niego apretando la jeringa — Tú vas a matarme como en los libros. — Lloro desconsolada.
Sus labios impactan con los míos, me abraza por las caderas y pongo mis manos en su pecho sin dejar besarlo. — No me gustan los dramas — Susurra en mis labios — Pero los tuyos me divierten, me cabrean y me exitan tanto. — Muerde mi labio y lo jala un poco.
Me río cuando toma la jeringa dejandola en el césped para acomodarme bien cruzando mis piernas en su cintura sentada en sus piernas, me besa y correspondo jalando sus cabellos.
— Pronto voy a divorciarme. Pero me da miedo que Christopher viole la orden de restricción — Acaricio su mandíbula — La última vez si no fuera por Zeus me habría violado. — Bajo la mirada unos segundos.
— No bajes la cabeza. — Gruñe — ¿Te lastimó? Dime que no logro hacerte nada.
— Solo unos moretones — Susurro.
— ¿Quién es Zeus?
— Su perro, lo tiene desde que era un cachorro y me ha estado cuidando mucho desde hace un tiempo. — Explico.
— Mandaré a que te cuiden — Susurra en mis labios — Puedo comprárte un penthouse si lo deseas.
— No. — Niego abrazándolo del cuello — Yo puedo comprarlo y contratar guardias. En los libros a la prota siempre le hacen eso y el mafioso se cobra.
— ¿Cómo se cobra el mafioso? — Acerca su nariz a mi cuello sacándome una sonrisita.
— Pues...una vez leí un libro donde ella le paga con su cuerpo. — Hablo en voz baja como si fuera un secreto — Otras veces pone un hijo en su vientre y la obliga a tenerlo.
— Ya veo. — Me da una nalgada que me hace saltar — Tendré que cobrarmelas con tu cuerpo. Así como hoy. — Acaricia mi brazo con delicadeza.
Mi teléfono vibra y me inclino para tomarlo, respondo la llamada besando en los labios a Antoni para después cubrir su boca con mi dedo índice.
— ¿Hola? — Respondo.
— Señorita Lewis. Le informo que el señor Morgan no quiso firmar los papeles, los ha roto pero ya he hecho otro a lo mejor con usted decida firmar.
— Entiendo abogado, si no tendremos que ir a juicio. — Suspiro y Antoni me observa sin perder detalle — muchas gracias, mañana mismo le llevo el acuerdo de divorcio. — Me despido — Gracias hasta luego. — Cuelgo el teléfono.
— ¿Renuente?
— Así es. No entiendo porque no los quiere firmar si es quien desde un principio quiere separarse de mi.
— Seguro le diste en el orgullo. — Se encoge de hombros.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.