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— Principessa — Tomo la mano de Sabrina quien llora desconsolada. — ¿Te duele algo? ¿Qué sucedió? ¿Qué te hicieron?
— No puedo más, no puedo dormir. Pensé que estaría sonriendo, pensé que lo olvidaría ¿por qué no me siento mejor? ¿Por qué el dolor no ha parado? — Llora tan desconsolada, parece como si se estuviera amargando...como sí.
Como si la únicasalida que le pasara por su cabeza fuera la muerte.
— Saldremos adelante, saldrás adelante.
— Yo no quiero salir adelante, quiero que se detenga ¡Haz que se detengan las pesadillas! Cada que cierro los ojos lo veo arriba de mi nuevamente. — Se quiere soltar de mi agarre pero ahora soy yo quien se aferra a sus manos. — ¡Pensé que todo mejoraría si me sacaba esa cosa de mi interior! — Patalea. — ¡POR QUÉ! — Grita y pego mi frente con la suya — ¿¡POR QUÉ LO SIGO SINTIENDO AQUI DENTRO!? — Sus gritos comienzan nuevamente, la sábana se tiñe de rojo y maldigo soltando su mano.
Sabrina aprovecha llevando sus manos a su rostro en busca de consuelo, llamo a los médicos y mientras ellos llegan intentando calmarla me alarmo cuando ella misma comienza a rasguñar su rostro por lo que me acerco para sujetarla.
— ¡SUELTENME! — Su cuerpo tiembla, sus pupilas se dilatan y ahí lo comprendo.
— Sueltala — Ordeno hacia el médico quien alza las manos de inmediato, Sabrina continúa moviéndose y lo único que hago es tomar parte de la sábana para hacer presión en la herida. — Sabrina. Estás comenzando a alucinar. — Hablo en su oído pegandola a mi pecho permitiendo que me golpeé con sus manos en mi pecho desesperada. — Por favor... — No puedo hacer nada ahora, por primera vez me siento impotente al no poder hacer nada por ella.
¿De qué sirve tener todo el poder del mundo, si no puedes salvar a tu mujer?
— Ese es mi destino — Se cansa de golpearme y respira más tranquila por lo que le indico al médico que le atienda la herida con cuidado — En el pasado fui una loca. Terminé loca por ese hombre. ¿Volveré a lo mismo?
— No — Tomo el algodón que me ofrece la enfermera para pasarlo con delicadeza por las leves heridas que se hizo en su rostro y ella solo hace una pequeña mueca. — Tú vas a salir adelante. Yo te ayudare con eso, si es posible vamos a aprender nuevamente a caminar juntos.
— Caminar — Se distrae con mi toque como si fuera una niña pequeña — ¿Soy un bebé acaso?
— Justo ahora lo pareces y no me molesta darte toda la atención que se les da a ellos.
— ¿Dónde habías estado toda mi vida? — Suelta un suspiro y se queda dormida por lo que la acomodo en la camilla.
— En las sombras — Beso su frente y me levanto alejándome unos metros con el doctor. — Llama a los mejores psiquiatras, de ambos sexos. — Asiente y se va dejando entrar a Ali. — Necesito a todo el maldito personal médico en la mansión principal, apenas Sabrina pueda salir de aquí la llevare ahí. No me gusta tenerla en el laboratorio como si fuera un experimento.
— Era el lugar más seguro que teníamos.
— Pues ya no más. A partir de hoy no más errores, Sabrina debe de estar vigilada siempre, debe llevar con ella a sirvientas de confianza. Se interrogara a todo el personal sin excepciones Ali. Cualquiera que despierte sospechas asesinalo junto a su linaje. He sido muy suave sabiendo que hay ratas dentro de la mansión Mascherano y no pienso llevar a mi mujer ahí sin antes convertirlo en el lugar más seguro de Italia.
— Entonces es mejor comenzar con la construcción de las torres, la habitación especial para el escape, los bunkers, tomar las bases aéreas. — Enumera.
— Un paso a la vez. No tengo pensado tenerla encerrada en la mansión, debe salir, disfrutar de lo bello que es mi lugar de nacimiento. — Me acomodo el saco. — Empezaremos por la mansión, después con las calles cercanas a tal punto que lleguemos a expandirnos controlando cada rincón oscuro. Si falta iluminación la podremos.
— ¿Qué haremos con el aéreo?
— Apartir de hoy. Tendrán que rodear Italia o tiraremos cada maldito avión así sea comercial, no me interesa hacer un golpe de estado. Sabrina debe sentirse segura aquí dentro.
— ¿Y los vuelos comerciales? — Levanta la vista de la tablet.
— Demasiadas cláusulas, revisiones excesivas y vigilancia. Teléfonos intervenidos, pasaportes nuevos dados por nosotros para tener mayor acceso a ellos. Como quiera le diré a Philip que me mande toda información de todas las centrales, quiero saber quien entra y sale del ejército así sean niños o testigos protegidos. Si uno de los nuestros es capturado va a mantener la boca cerrada, el Boss no es el único que puede tener controlado a sus perros.
— ¿Umh? — Sabrina mueve un poco su cabeza y le hago una seña a Ali quien se va de inmediato.
Me acerco a ella para tomar su mano depositando un beso en la palma. — Hola.
— Hola — Su voz ronca me da la señal para darle agua la cual acepta — Tengo mucho sueño, estoy demasiado cansada. — Susurra.
— Es por la anestesia — Resumo.
— Antoni — Susurra mostrandome sus azules apagados.
— Dime. Estoy aquí.
— ¿Me cumplirás el deseo que te pida ahora mismo?
— Claro. Cualquier cosa menos algo que te haga daño. — Acaricio su rostro.
— Antoni quiero que me apliques Haccoc, sácame de mi miseria.
Mi cuerpo se tensa, un escalofrío me recorre por la espina dorsal. Trago saliva y cierra los ojos nuevamente callendo en un sueño profundo.
— No haré eso. — Separo mis manos de ella y me recargo en la silla mirándola fijamente en busca de una solución. — Lo único que podría hacer es crear algo que te ayude, que no sea una adicción si no que beneficie tu cuerpo. — pienso en voz alta. — Tampoco sería experimentar contigo. — Niego pasando mi mano por mi cabello en busca de que surjan ideas. — Es lo único que puedo hacer...pero primero examinarte con mayor detenimiento para ver si ese maldito Morgan no te metió cosas raras.
Puede que la sangre haya salido limpia pero aún así estoy inquieto.
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