— ¡Antoni, tenemos que irnos! — Alzo la voz desde el piso de abajo sin dejar de acomodar mis aretes frente al espejo encima de la chimenea.
— Ahí vamos. — Lo escucho bajar las escaleras y me giro para ver a mi pequeño manguito.
— ¡Mi precioso manguito chupado! — Me acerco para tomar en brazos a mi Lucían quien rie dejando el puchero de lado. — ¿Por qué no lo peinaste? Mira como esta se parece a ti. — Reprendl al italiano quien rueda los ojos y niega con una pequeña sonrisa.
— Lo intenté pero entre más quise peinarlo más desordenado se volvía su cabello, ¿no lo vez? Vino enojado de tanto que intenté peinarlo.
— Solo porque conozco el cabello de mi manguito — Bufo besando las mejillas de mi bebé sacandole una sonrisa infantil.
Me detengo en la puerta observando hacia el portón, mi hijo se acurruca en mi pecho y mi pulso comienza a acelerarse. ¿Y si nos pasa algo? No puedo sacar a Lucían de aquí.
— ¿Principessa?
Ignoro a Antoni sin poder ocultar mis nervios, se que me dijo que Italia era completamente segura ahora pero ¿y si Christopher se aparece? ¿Qué sucede si me encuentra y ve a Lucían? Aun recuerdo el infierno por el que pasé, el sabor de la sangre sigue presente en mi boca.
Retrocedo cuando me falta el aire, Lucían se inquieta comenzando a llorar. Niego intentando calmarlo pero esta claro que empeora conmigo.
— Sabrina. No va a pasar nada. Tranquila mi reina. — Susurra Antoni en mi oído, mis ojos se empañan y lo miro insegura.
— ¿Y si algo sucede?
— Nada va a suceder. Toda Italia está bajo mi control específicamente para que ambos estén seguros. Vamos a ir juntos. Prometo que nada malo va a sucederles y en dado caso que no resistas nos regresamos a la mansión ¿si?
— Tengo mucho miedo — Lucían se tranquiliza un poco mientras tallo su espalda, vosteza y suspiro caminando hacia el portón.
Antoni pasa su mano por mi cintura guiándome hacia el coche, es obvió que paseaba por el jardín, me divertía en la alberca con mi bebé pero jamás había salido de la mansión solo me limitaba a observar.
— ¿Lista? — Ali me observa unos segundos abriendo la puerta.
— No pero...cuida mucho a mi niño si algo sucede ¿si? — Antoni frunce el ceño ante mi petición a Ali.
— No va a suceder nada. Te juro que no. — Besa mi frente y acaricia la cabeza de nuestro hijo por lo que asiento subiendo al coche.
Acomodo a mi manguito en su silla que hace un puchero al tenerlo en mis brazos, lo imito y observo a Antoni.
— ¿Podemos ir atrás con él?
— Aún así debe ir en su silla mia regina.
— ¿Debe? — Me quejo cargando a mi niño.
— Regina. Lucían debe estar ahí por seguridad.
— Pero tú dijiste que estaríamos seguros sin importar nada. — Pongo en marcha mi chantaje.
Antoni alza una ceja y niega con un sonido en su boca tomandome de la barbilla dándome un beso en los labios. — Eres una tramposa. — Murmura.
Lucían hace otro ruido con su boca por lo que me alejo para bajarme la blusa y el sostén dándole pecho, extiende su pequeña mano mientras toma, el coche se mueve mientras Antoni va al frente junto a Ali.
Lucían no aparta sus ojos de los míos, sus verdes idénticos me hipnotizan. Sus cabellos parados como mango chupado me causan gracia y ternura, paso mi dedo por su manita por lo que la toma apretandolo con sus fuerzas.
Me aparto un poco cuando veo como se quiere alejar pero frunce el ceño pues solamente se toma un respiro mientras intenta volver a pegar su boca a mi pezón.
— Eres muy glotón mi amor, te pareces a papá que tampoco le gusta apartarse de aquí. — Estoy encerrada en mi burbuja, una risa baja me hace sonrojar, Antoni asesina con la mirada a Ali quien se cubre la boca centrándose en la carretera.
— Regina. No olvides que no estamos solo los tres. — Me reprende.
— No me reprendas como si fuera una niña — Me acomodo la ropa y comienzo a sacarle el aire a mi bebé.
— Perdón — Suspira — Tienes total libertad, total libertad. — Alza las manos mirando hacia el frente — Vamos Antoni que no se te olvide lo duro que fue su recuperación...— Habla para si mismo pero está claro que lo oímos todos.
— Que sepas que Lucían y yo estamos ofendidos — Lucían se suelta un gas con premio y me cubro la nariz — Él más ofendido que yo. — Bajo las ventanas y los tres comenzamos a toser, mi bebé me mira fijamente — Me miras como si no te hubieras hecho tremenda cosa mi amor, eso sí es... — Reviso su pañal y me aguanto la arcada.
— Yo lo cambio — Antoni suspira — Yo le he estado cambiando los pañales no es nada que su padre no pueda hacer. — Se besa las manos.
— Yo se lo cambio. No le he cambiado nunca su pañal desde que nació... — Susurro y por un momento tengo la ilusión de compartir ese momento íntimo con mi bebé.
Cuando Lucían recién nació solo podía verlo, admirar su belleza por horas pero me entraba el pánico cuando intentaba tocarlo o cuando Antoni intento que lo cargara.
Enloqueci, me cubrí los oídos y los ojos completamente aterrada con el recuerdo del aborto que me hice con el hijo de ese maldito. Toni no dudó en traer a una psicóloga hasta que en su debido momento pude tomar a Lucían en mis brazos pues era el hijo del hombre que amaba, el embarazo que disfruté y gocé llena de risas y lágrimas de felicidad por sus movimientos.
Cuando quise darme cuenta ya lo tenía en mis brazos dándole caricias en sus mejillas y manos, oler su cabello y ropa con aroma a bebé. Lo estaba amamantando por primera vez.
— Mi pequeño tesoro — Termine de limpiar las nalgas a mi niño con su toallita húmeda y colocarle talco junto el pañal arreglando su ropa. — Ya estas cambiado y bien guapo mi amor. — Le doy el pañal a Antoni que olvide cerrar y lo último que escucho es una arcada por su parte y vomitando por la ventana. — Ups...
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El precio del pasado
FanfictionVolví al lugar donde todo comenzó. Después de la cena escuché como quería divorciarse y yo decidí cumplir con su pedido.