Capítulo 7.- Alguien que Cuide de Mí

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Aspiró profundamente, mientras el agua del grifo corría dispersamente en el lavamanos del baño. Ino Yamanaka alzó el rostro y el tenue reflejo de éste le devolvió la mirada. Una imagen casi tan difuminada como la de Hinata, pero que al menos solía servir para arreglar un poco los detalles del cabello o del discreto maquillaje.

Espetó un gemido de frustración, al notar aun un leve sombreado bajo los ojos; resultado del contrastante efecto que producía la sangre envasada a diferencia de la solvencia energética de fluido carmesí en estado natural.

Al menos, demostraba que podía arreglárselas a su personal manera. Claro, lejos de ellos... y lo que desembocaba a estar también lejos de Sai.

Suspiró, mientras su mente volvía al punto de aquella fugaz charla con Anko, hacía tres días, cuando firmó el acta de defunción de Genma Shiranui.

Que pena... era un enfermero muy capacitado. –masculló Anko, releyendo el acta y el historial de trabajo del occiso—...Nos hubiera sido muy útil. Convertirlo habría sido práctico para...

No estoy interesada en hacerte las cosas prácticas.

Esa incorde sonrisa de nuevo. Y ella simplemente no pudo soportarlo más.

¿Me estás retando o es sólo una de tus tantas advertencias? –la presuntuosa expresión de Anko no aguardó respuesta—Tenemos órdenes de Danzo y el hecho de que a una chiquilla mimada no le parezca el rumbo que toman las cosas no es de importancia para nosotros.

Una de las enfermeras del turno de la mañana llegó, irrumpiendo la discreta charla y preguntando por el acomodo de los archivos del turno a Ino. Esta le atendió, sin despegar la mirada de Anko.

Te lo diré una última vez...—la mujer de cabellos oscuros se dirigió a ella, una vez que la docente se hubo marchado. No le tomó por el hombro y su mirada no denotaba esa represiva y dominante mueca que solía tomar en sus tantos regaños. Le miró, con el gesto que usa alguien para un superficial ultimátum—Cuando todo esto comience...¿De qué lado vas a estar?

Ino había contenido el aliento, en una retenida contención de ira y resentimiento.

Y por lo de Sai...

¿A quien vas a escoger, Ino-chan?

Sai... la imagen de Sai, cercenando la garganta de Genma mientras ella no podía hacer nada. No podía reprochar nada... porque en el fondo, ella lo había provocado. Ella...

¿De parte de quien estarás, Ino-chan? ¿La familia...TU familia o... ELLOS?

—Ellos... —dijo con aire directo, hacia su traslúcida imagen reflejada en el espejo, y emergiendo de la bruma de sus recuerdos.

Sin notar, que una Hinata levemente preocupada le miraba al otro lado de la habitación, contemplándole con peculiar curiosidad.

—No... no sabía que los vampiros podían reflejarse en el espejo...—la cara apacible de Hinata, espetó de repente una mueca de curiosidad. Notó el gesto tenue e inquisitivo de la rubia al arquear una ceja—Perdón... sólo preguntaba... Los vampiros y los monstruos siempre me daban pánico desde que era niña.

Irónico, vives con dos bajo el mismo techo y eres uno de ellos también, sonrió Ino. Pero con Hinata no podían plantearse las cosas de otro modo. Nada de comentarios indirectos. La chica era reservada, rasgo que ella admiraba. Ino se alzó de hombros.

—Descuida, no me importa.—suspiró, tomando el rímel distraídamente—La gente se toma muy a pecho lo que ve en esas bobas películas. Podemos reflejarnos, muy levemente pero no desaparecemos frente a un espejo, igual que no dormimos en ataúdes ni comemos sólidos.

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