Capítulo 10.- Cruel Luna Llena

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El auto casi volaba por las calles de la ciudad en una loca carrera contra el tiempo y la insidiosa de la luna que estaba alzándose. Sentada al volante del vehículo, Ino entrevió el brillo de la luna entre los nubarrones apelotonados y frenó, derrapando por la calzada y casi subiendo el inocente vehículo a la acera en cuanto viraron por la embaldosada calle.

La puerta del apartamento se abrió con la misma fuerza que provocaría la corriente de un huracán e Ino entró, arrastrando a una casi convulsionada Sakura, asiéndole del hombro.

Hinata se levantó del sofá sobresaltada, como si éste le hubiese electrificado.

—Ino-chan... ¡¿Sakura-chan?! ¿Qué...? —la voz tiritaba confusamente mientras veía a ambas chicas mover el sofá hacia el ventanal de la sala, a modo de barricada.

Las cosas sobre la mesa, los estantes y el resto de pertenencias fueron a parar hacia el pórtico. La televisión, las revistas sobre la repisa del pasillo, la lámpara de piso... todo mientras Hinata se quedaba inmóvil y confundida.

—¿Qué... no se supone... que es ésa... "noche del mes"? –logró preguntar.

Sakura pasó a través de ella, cargando dificultosamente el perchero, una pila de discos y una caja con lo que se pudo guardar de la vajilla.

—¡Lo es... voy a hacerlo aquí! —resolló.

—Pe... pero... es mi casa. –Hinata apretó sus manos una contra otra, desconcertada.

—¿Qué pasa? –Sai bajó las escaleras, pasándose una mano por detrás de la nuca y una aparente y calmada mueca de somnolencia. –¡Eh! –gritó despectivamente a la chica de pelo rosa, luego miró a Ino, forcejeando con la cerradura de la puerta que daba al jardín—¡¿Qué rayos hace aquí?! ¡Hay luna llena!

—¡Ayúdame con la maldita puerta en vez de quejarte!—clamó la rubia desdeñosamente. Sai asintió a regañadientes—La sala de aislamiento está ocupada gracias a la estúpida Anko y nos hemos quedado sin tiempo... ¿Dónde está Lee?

El pálido muchacho atrancó la renuente cerradura.

—Salió a correr, o eso dijo –respondió Sai. Miró recelosamente a Sakura—¡¿Porqué tiene que hacerlo aquí?! ¡Va a destruir la casa!

—Porque no hay tiempo de nada más... —sin miramientos, Ino le dejó caer una pila de libros en los brazos—¡Ahora cállate y lleva esto al auto! ¡Ya!

—¡Las cortinas! –clamó Sakura, yendo hacia el pasillo con las últimas cosas.

—¡Voy! –resolló Ino empujando a Sai hacia el pórtico—¿Qué haremos con el ruido?

Y Hinata seguía en confuso y casi infantil shock.

—Es...es... mi... casa...

—El estéreo del auto... —respondió Sakura ignorando levemente los repetitivos monosílabos de la Hyuuga—ponlo a todo volumen, así los vecinos no lo notarán—a punto de ir hacia el pasillo, con otra pila de cd's se detuvo, cayendo de rodillas cuando un violento espasmo le sacudió de cabeza a pies—Mierda... ya...¡YA HA COMENZADO!... ¡SALGAN!

Una oleada de vértigo la abrumó. Se agarró el costado como un adolescente borracho con un delirium tremens.

—¡LÁRGUENSE YA!

Ino pasó por detrás de Hinata.

—¡Hinata, vámonos!

Esta asintió casi por reflejo. Le siguió y se quedó de nuevo inmóvil justo delante del umbral.

—De...debería quedarme. Es mi casa y...

—No, en serio no querrás quedarte. —Ino estuvo a punto de tomarle del brazo... salvo por recordar que la chica era tan etérea como el aire—¡Hinata!

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