Capítulo 12.- Otro pequeño Lío

0 0 0
                                    

La tarde ya había caído y la odiosa lluvia parecía no querer terminar, igual que en las últimas semanas. El clima era el peor incordio, seguido de la falta de algún buen restaurante de ramen que tuviese algo decentemente digerible y que no fuese esa cosa seca y pastosa que solían servir en la cafetería frente a la estación de policía.

Y ahí estaba Naruto Uzumaki, a casi un mes y un ritmo de vida diametralmente opuesto al que solía llevar en Konoha, en una ciudad que distaba mucho del agradable calorcito soleado y veraniego del centro del País del Fuego y con un empleo –si es que podía llamarle así al intrincado encubierto en el que le habían metido— que técnicamente se había tornado un hastiado turno de papeleo, y sin contar la desconfianza que aun mostraban con él por el hecho de ser "nuevo" en la jurisdicción de Ame.

Afortunadamente ésta vez no se había quedado horas extra.

"Si el "teme" no se hubiese largado a Otogakure en busca de no se qué diablos, no tendrían que dejarme todos los aburridos archivos, dattebayó", se quejó internamente, sentado sobre el sofá en el medio de la sala del apartamento de Sakura; lugar en que prefería pasar el tiempo muerto después del trabajo. Simplemente, solía sentirse más cómodo ahí que en el diminuto departamento que había conseguido y al que regresaba contadas veces.

Sus dedos sujetaban el mando del televisor, pasando incesantemente de canal en canal, hasta que un crujido proveniente de la cocina irrumpió el sonido de la fluctuante señal. Una taza había caído colapsando contra el linóleo. Naruto se irguió al instante, encontrándose con la transparente chica de cabellos negro azulados. Ésta estaba de pie delante de la mesa del comedor, con ambas manos cubriendo su boca y mirando los trozos de la taza yacientes, como lo haría un niño que ha roto una de las preciadas porcelanas de su madre.

—Ne... ¿Estás bien? –preguntó él.

"Pregunta ridícula", acusó mentalmente. "Es un fantasma, ¿no? esta muerta, así que nada podría lastimarle... ¡realmente eres brillante, Naruto! " Espetó una risilla y Hinata se sobresaltó como si le hubiesen gritado.

—Ah... perdón... e...s...es que... —tartamudeó en voz baja.

—Oh no te preocupes –Naruto se inclinó hacia el objeto, levantando cuidadosamente los pedazos. Alzó la mirada hacia Hinata, con una sonrisa amplia y confortable—Sólo me he asustado un poco...—notó un gesto compungido en ella—¡No por ti! Bueno... no tú. Lo decía por lo de la taza y el ruido.

La enmudecida chica sólo bajó la cabeza. Naruto percibió un fugaz y casi invisible rubor en su semblante. Hinata simplemente se había quedado sumida en un nervioso silencio justamente en el instante en que su mirada se cruzó con el vivaz brillo de las pupilas de Naruto. Era un gesto meramente cordial, y eso ella lo sabía... sin embargo aquella era la primera vez, en mucho, mucho tiempo, que había sentido conectar aquel brío desenfadado, tan distinto de los gestos secos y escuetos de Neji... o las ofuscadas y exageradas expresiones de Hanabi. Hipocresía, ahora ella sabía que con ellos todo había sido una odiosa careta de falsedad y "amor" fingido. Pero las chicas, y Naruto...

Y ahora el silencio se había convertido en una muda e incómoda contemplación.

—¿Pasa algo?

La pregunta de Naruto le volvió a la realidad.

—No, no... nada... —jadeó ella, intentando no tensarse más, o el resto de la vajilla colapsaría.

Casi un mes, desde la abrupta "visita" y más de una semana con cortadas charlas, y sin embargo seguía causándole el mismo efecto ¿Porqué Naruto seguía poniéndole nerviosa? Si sólo fuera como cualquier otro mortal normal...

Being HumanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora