Ella atravesó la puerta junto a él. Hacía frío, pero se sentía como en casa de alguna forma. Dejó su bufanda en el perchero de la puerta.
Estuvo en su casa el resto del día.
Las fotos en el mostrador. Su madre le había contado sus anécdotas en el equipo de futbol de cuando era un niño. Le contó de su pasado, pensando que ella sería su futuro. Bailaron en la cocina, a luz de el refrigerador. Las hojas otoñales cayendo.
Ahí estaban ellos, en el fin de semana de vacaciones, en un pequeño pueblo cercano. Cuando casi se pasa el semáforo por estarla mirando embobado. El iba a decir que era amor, pero jamás le dijo que lo era.
El viento en su cabello. Para el era un secreto, para ella era un juramento.
Lo recordaba todo demasiado bien.
Entendía que había pasado un tiempo, y que la magia simplemente se había ido. Y que debería estar bien. Pero no lo estaba para nada.
Grace Ronan seguía ahí, bailando en la cocina, cuando ella lo amaba tanto.
Ella estaba ahí, huyendo asustada. Lo recordaba todo demasiado bien. Cuando el, entre lagrimas de cocodrilo le confesó su traición. Que ella jamás había sido su única. Que otros labios habían tocado los suyos, y sus manos otra piel.
¿Que pasó con todas las promesas? ¿Donde quedaron los rezos sagrados que se dedicaban? Cuando decían estar siempre juntos.
Todo fue mentira. Y él dijo: "Tal vez si fueras un poco mayor lo entenderías".
Y eso la hizo querer morirse.
Había pasado unas horas desde que Grace, había decidido jamás volver a confiar en un hombre.
Llevaban alrededor de un año y medio en una relación. En la que, desde la perspectiva de Grace, existía la reciprocidad como una base fundamental.
Tal vez fue la falta de comunicación, tal vez ella pidió demasiado. O tal vez su historia era una pieza maestra hasta que él decidió arruinarlo todo.
Era una noche lluviosa. Grace sospechaba que algo andaba mal. Pero no tenía pruebas. Cuando, estando algo pasado de copas, su novio en aquel entonces, Jake, le dijo que había estado relacionándose íntimamente con otra chica. Una chica mayor. Una supuesta amiga. Había estado presente en el cumpleaños del chico. Grace se sintió tan estúpida. Había decidió confiar en él. A pesar de notar como ella lo miraba, y como él le correspondía sus miradas. O como le soltó la mano y la apartó en la mesa. Frente a ella. Frente a todos. Jamás había sentido tanta vergüenza. Tanto rechazo y desconcierto. Pero para el había sido una estupidez. Como todo lo que a Grace le dolía. Como todo lo que la molestaba.
Ella misma se encontraba en su cama, repasando en su mente todo lo que estuvo mal. Junto con todo lo que la hizo feliz.
Sus ojos estaban tan cansados de mantenerse despiertos. Su almohada no podía contener más lágrimas. Porque para ella, para ella sí había sido real. Si había sido importante. Y todo lo que prometió, lo sentía de verdad.
Se apretó el pecho con fuerza.
Éran las cinco de la mañana. Y en tres horas debía estar preparándose para su trabajo de fines de semana en el café. Por que, aunque tengas el
corazón roto, el mundo sigue girando, la vida continúa. Y le da igual que te quieras morir. Porque sigues con vida, cada día. Sintiéndolo todo. Recordándolo todo demasiado bien.
Gracias a dios. Grace pudo dormir un par de horas. Era una joven de diecisiete, de estatura promedio, pero no especialmente alta. Y de cabellos rojos como el fuego.
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You're On Your Own Kid
FanfictionTodas llegaron a la misma escuela Todas relacionadas entre sí. Todas tan distintas. Todas tan iguales. Una historia de amor y de venganza. De la busqueda de la identidad. De nuevos comienzos y country music. De corazones rotos y como sanarlos. Poe...