Lavender no se demoró más de cuarenta minutos en llegar. Ni siquiera se cambió el pijama. Sabía que sería una fiesta grande. Puesto que el anfitrón era asquerosamente rico, y ridículamente popular. Stacy salió con el una vez. Pero le faltaba algo de cerebro. O eso pensó la rubia.
Al entrar se sintió en su ambiente. Ahora todos la miraban con asombro. Con rencor. O curiosidad. Allí ella era alguien, allí se sentía apreciada, notada, se sentía bien.
Reconoció a un par de personas y estas le hablaron. Se sirvió un trago. Luego otro. Luego otro y estaba bailando sobre la gran mesa del comedor como una profesional del striptase. Todos gritaban por ella.
Cuando fue la hora de los shots de vodka, ella fue la primera en ponerse a la fila.
-¡Lavshot! ¡Lavshot! ¡Lavshot!.- Gritaban todos al únisono. habían inventado esa palabra hace años. En una fiesta de universitarios. Sonaba algo ruso o algo así había mencionado una muchacha, entonces ahora cada vez que Lavender bebía de esos tragos todos la animaban.
Ella gritó en victoria cuando se demoró menos de 30 segundos en acabarse cuatro.Se había embriagado en tiempo record y ya no recordaba por que estaba ahí. Una cosa siempre lleva a otra. Y Lavender siempre buscaba más.
Así que no se sorprendió a si misma cuando se encontró inclinada hacia atrás tragado un conocida pildora blanca.
Ella reía y se sentía tan, pero tan feliz. Veía al rededor y todo brillaba. Y ella sabía que brillaba porque ella estaba allí. Una parte de ella sentía que ese era su lugar. En ese momento, el mundo se volvió tan hermoso. Todo tenía formas y luces y colores. La musica ruidosa pasó a ser una dulce melodía.
Todo parecía perfecto. Lavender se perdía en su propia niebla de colores morados. Que estaba a su alrededor. Del suelo crecían flores violetas. Lavandas, como ella.
-La neblina de lavandas.- Dijo. Y rió tan pero tan fuerte. Pero no escuchaba su propia voz.Unos minutos, u horas, no importaba, luego. Lavender empezó a sentirse extraña. Se levantó del suelo donde estaba recostada. Para correr a servise otra cerveza. Pero al tomarla. Vió que era un liquido distinto al que recordaba.
Era morado brillante y parecía tener gliter. Era pegajoso. Dejó caer el vaso de la impresión. Para luego divizar a un ¿Fantasma?.
¿Era una persona con una sábana encima? ¿La acaba de saludar? No lo sabía pero la chica se asustó tanto que no se detuvo a pensar lo que era. Estaba ahí y la estaba buscando para llevarsela.
Salió corriendo hacia las habitaciones. Pero al final del pasillo había otro fantasma. Con distinto aspecto. Pero igual de aterrador. Lavender dió media vuelta sin antes dar un grito. Y volvió a correr escaleras abajo. Aparcían en las ventanas, tenían diferentes atuendos, y probablemente si no hubiera estado drogada como el infierno se reiría de por que estaba tan asustada por personas con sábanas encima.
Aparecían en cada esquina. Al llegar otra vez a la cocina, trató de marcar el novecientos once. Estiró el cable, pero se percató que estaba roto. Volvió a correr y se encerró en la habitación más alejada del bullicio. Tal vez la seguían por estar rodeada de tantas personas. Se sentó en el suelo junto a un escritorio elegante.
El movimiento la mareo. Y vomitó sobre una planta. Pero su vómito era del mismo horrible color que la bebida. Quiso ponerse a llorar. Por que estaba recuperando la conciencia de a poco.Entonces escuchó un piano. Y estaba segura que no estaba alucinando esta vez. Luego una melodiosa voz.
My only one
My smoking gun
My eclipsed sun
This has broken me down...No se había percatado de que la sala tenía una habitación contigua unida por un marco redondo. Era basante espaciosa y tenía muchos estantes con libros. Trofeos, fotos, sillones de cuero, botellas con wiskey. Lavender anotó mentalmente probar un poco luego.
My twisted knife
My sleepless night...En la siguente sala había un colosal piano de cola. Brillante como una noche estrellada. Y sus teclas las tocaba una hermosa chica de fleco ondulado y cabello suelto. La luz era ténue. Pero se distinguían sus razgos.
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You're On Your Own Kid
Fiksi PenggemarTodas llegaron a la misma escuela Todas relacionadas entre sí. Todas tan distintas. Todas tan iguales. Una historia de amor y de venganza. De la busqueda de la identidad. De nuevos comienzos y country music. De corazones rotos y como sanarlos. Poe...