Capítulo 6: Jase

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Miércoles 23 de agosto, 11:30 am.

Toda la mañana estuve preocupado por Eva. No sé qué ha pasado con su madre, por qué han discutido, sé que no me lo va a decir... Pero la esperanza es lo último que se pierde. Se acerca la hora de la pausa que hacemos para comer algo y estirar las piernas, volveré a intentarlo en unos minutos. Hoy tampoco me ha tocado trabajar con ella, lamentablemente, sin embargo, estoy contento porque no me ha tocado Mia y sus piropos intimidantes. Mi compañero Francis, es algo serio, hasta me recuerda a Eva. Ojos grises, musculoso, este hombre mide como dos metros, literalmente podría ser un asesino o mafioso, típico hombre rudo en las películas. Tatuajes por todos lados, no se le ve piel, es pura tinta.

Bueno... En la calva no tiene tatuajes.

No creo que alguien se quiera hacer tatuajes en su cabeza, por más que esté calvo.

—Oye, tú ¿a dónde miras? La cámara está aquí —habló, chasqueando los dedos.

—Lo siento, hoy ando distraído.

—Sí... Distraído en la enana de por allí —dijo señalando con la cabeza a la izquierda, donde casualmente está Eva.

—No miraba a nadie...

—Sí, y yo tengo pelo —dijo sarcásticamente.

Largué una carcajada.

—Perdona, es que ha discutido con alguien importante y estoy preocupado por ella.

—Quedan veinte minutos más y le podrás dar ánimos a tú novia.

A tú novia... Que lindo suena eso.

—No es mi novia —aclaré con dolor al pronunciar las palabras.

Dolor y tristeza.

—Ah, perdón. Es que desde que estoy aquí siempre los he visto irse juntos y a ti, siempre que te veo, estás mirándola. Supuse que lo eran.

—¿Eres una persona observadora?

—Con solo observar a los demás, ya los puedes conocer un poco.

—¿Y podrías decir lo que observaste de mí? —pregunté cruzándome de brazos.

Bajo la cámara acercándose a mí.

—Lo primero es que, se nota a simple vista que sientes algo por esa niña. También veo que eres alguien muy tranquilo, comprometido con su trabajo y que te gusta demasiado el queso, siempre lo comes primero en la hora del descanso.

Sonreí.

—Tienes razón.

—¿En qué?

—Me gusta mucho el queso —respondí pensativo.

—Ah, pensé que era lo de tu amiguita.

—No nos conocemos mucho.

—Pues hazlo.

—Eva es rara, a ella no le interesa conocer hombres.

—¿Le gustan las mujeres? —preguntó enarcando una ceja.

—No... O eso creo, pero nunca ha tenido pareja.

—Escucha, a mi hija le pasaba lo mismo...

—¿¡Tienes una hija!? ¿Cuántos años tienes? —pregunté sorprendido.

—Treinta y nueve.

—Tienes pinta de todo menos de ser fotógrafo y con hija.

Sonrió.

El camino hacia ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora