Capítulo 38: Jase

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Miércoles 3 de enero, 16:10 pm.


—¿Este es el edificio de Eva? Guau, está hermoso —comentaba mamá cuando entré al estacionamiento.

—Zac me ha dicho que le parece una buena idea venir a vivir aquí —habló papá desde el asiento de atrás.

Mamá miró por la ventanilla sorbiendo su nariz.

—¿Estás bien? —pregunté frenando el coche.

—Mi otro niño se irá de casa —me miró con las lágrimas cayendo por su mejilla.

Papá puso una mano en su hombro.

—Mamá... No puedo entender lo que estás pasando, pero...

—Lo sé, mi amor —interrumpió—. Es la ley de la vida. Los hijos crecen y se van a hacer su camino, pero es difícil. Ayer estaban correteando por el jardín y hoy ya son dos hombres hermosos.

—Sabes que siempre podremos ir a hacer pijamada familiar —intenté animarla.

Me acarició la mejilla con una sonrisa dulce.

—Te amo, Jasie.

—Te amo, mamá.

—Venga, bajemos que ya hemos llegado tarde.

Papá fue el primero en subir al ascensor, parece más ansioso que mamá. Los dos lo seguimos hasta llegar a la puerta de Eva. Al tocar el timbre nos abrió la puerta Zac, que estaba comiendo un cupcake, tenía crema por la boca.

—Ah, hola.

—Zac, hijo. Hazme el favor y limpiate la boca —se detuvo a su lado—. No pongas en vergüenza a tu novia.

Papá rió y siguió a mamá hacia dentro.

—¿Qué tal, hermanito? —cerré la puerta detrás de mí—. ¿Ya conociste a tus suegros?

—Parece que ya los conocí —enarcó una ceja—. Como por estrés, y Daiana está aún peor. Eva la está conteniendo.

—¿Dónde está Eva?

La ví salir de la habitación, llevaba unos jeans negros, botas y un suéter de lana blanco con los hombros descubiertos. El cabello recogido en una coleta aunque dejó caer dos mechones a los lados de su rostro. Pasó delante mío, por supuesto ni me miró, caminó directo a la cocina.

—No vayas a molestar —Zac me puso la mano en el pecho deteniéndome—. Está conteniendo a mi novia.

—Solo... Quiero saludar.

Sonreí cuando volvió a pasar caminando con un vaso de agua hacia la habitación, inmediatamente la seguí. Hace tanto que no veía su trasero moverse al ritmo de sus caderas.

—¡Eva!

Ella se frenó volteando hacia mí.

—¿Qué?

Al verla de cerca pude apreciar mejor sus ojos. Estaban maquillados de azul y lleva un labial rosado, casi igual que su tono natural de labios. Podría besarla ahora mismo y quitarselo... Estar así de cerca de ella me deja tonto, ver su cara debajo de la mía es algo que me fascina, siempre lo hace. Mirar su rostro iluminado por cualquier tipo de luz es todo lo que necesito para estar de buen humor.

—¿Jase?

—Oh... Sí, yo... ¿Cómo estás? Estás preciosa, eres una diosa... Ese suéter te queda genial, siempre estás hermosa.

Ella me miró de arriba abajo antes de responder.

—Gracias... Debo entrar, Daian está algo alterada.

El camino hacia ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora