Capítulo 48: Jase

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Martes 9 de abril, 23:58 pm.


Estaba jugando en la computadora cuando mi móvil sonó, era Eva. Está de viaje en Barcelona, luego de algunas dudas, aceptó ser la fotógrafa de esa pareja que le había escrito por instagram hace meses. Me quité los audífonos y acepté la llamada.

🔊:¿Cómo está la fotógrafa más bella de todas?

🔊:Excelente, ¿qué haces?

🔊:Estoy con la computadora, ¿y tú?

🔊:Pues levántate y abre la puerta de tu habitación —ordenó.

🔊:¿Eh?

🔊:Venga, que no queda nada.

🔊:¿Nada para qué? —no entendía nada—. ¿Qué dices...?

🔊:¡Jase muévete!

Me puse de pie y abrí la puerta rápidamente. Ella estaba allí, en una mano tenía el móvil en la oreja y en la otra una caja. Cortó la llamada y me puso el móvil en la cara.

—¡Son las doce! —sonrió dulcemente—. ¡Feliz cumpleañooos!

Sonreí guardando mi móvil.

—¿Qué haces aquí? ¡No me has dicho que llegarías hoy! —me acerqué a darle un pequeño beso—. ¿Por qué no me has dicho? Podía haber ido por ti.

—Era una sorpresa —destapó la caja, en ella había un pastel con una velita—. ¿Tienes encendedor?

Asentí con la cabeza y lo saqué de mi bolsillo. Encendí la vela y comenzó a cantar.

—...Quee los cuuummplaaas feeliiiiz —terminaba de cantar cuando nos sentamos en la cama.

Estaba preparado para soplar las velas.

—¡No te olvides de tus deseos! —chilló con alegría.

—Mhmm... Creo que ya no me queda nada por cumplir. Mi familia está bien, tengo trabajo y estoy contigo.

Eva hizo puchero y me dió otro corto beso.

—Algo debe haber.

—Pues... Tener hijos y que seas mi esposa.

Eva tragó saliva, poniéndose algo roja. Largué una carcajada.

—Solo quería ver tu reacción, aunque me encante la idea —besé su frente—. Cuando estés lista, bebé.

Ella me sonrió y apagué las velas.

—¿Quieres probarla?

—No tengo nada para cortarla.

—Muerdela —respondió con obviedad.

—Como la aplastes contra mi cara, te las verás conmigo...

—Uy que miedo... —ironizó haciéndome sonreír.

Eva acercó el pastel a mí y le dí un pequeño mordisco. Era de chocolate con más chocolate dentro y cubierta de crema roja. Estaba deliciosa, me encanta el chocolate.

—¿La has hecho tú?

—Llegué hace media hora, no me daba tiempo.

—¿Volviste solo por mi cumpleaños? —enarqué una ceja.

—¿Qué más importante que los veintidos añitos de mi ricitos?

Tomé el pastel y lo dejé en el escritorio. Me acerqué a la cama y me senté a su lado dándole un beso en la mejilla.

El camino hacia ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora