❉TRES CUCHILLAS❉ Lord Shen x Wolf boss❉

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Despertó hasta la noche y lo primero que hizo fue voltear a ver al techo sintiéndose adolorido aún, pero estaba incómodo por sentirse sucio, en eso admitía ser delicado, era horroroso para él tener esa sensación de tener la piel sudada o las plumas y cabello ligeramente grasosos. Dio un suspiro y se levantó sujetando sus costillas, fue a buscar todo lo necesario para asearse, pensó en hacerlo en el baño pero prefirió salir de la ciudad y caminar hasta el rio, quería despejar su mente a pesar del dolor. Cuando casi salía del palacio observó una pequeña luz entre la oscuridad, como una chispa que se mantenía viva, se acercó con algo de curiosidad, simplemente era la adivina prendiendo algo de incienso. Desde su nacimiento ella terminó siendo alguien muy querida por toda la familia de pavorreales, incluso un poco por Shen, la veía como una abuela ya que ella jugueteaba con él haciéndolo enojar a veces o dándole consejos.

– Oh, solo eres tú, ¿Qué haces aquí? Es muy tarde – Le preguntó Shen, parecía preocuparse ligeramente por la vieja cabra – Las personas de la tercera edad deberían dormir más, no creo que quieras morir pronto – Miró serio a la adivina que lo volteo a ver y sonrió.

– Shen, te aseguro que me quedan bastantes años por delante.

– ¿Cómo sabes? No me digas que son tus "poderes mágicos" – Hizo comillas con sus dedos haciendo un tono de burla.

– Simplemente me siento muy bien Shen, no como tú ahora mismo. Déjame ver esos moretones, tu madre me dijo que ni siquiera te dejaste revisar.

– Agh, no entiendo cuál es el punto, se ven tan mal como siempre, ya sabes que siempre estoy mal por algo. Parece que nunca estaré sano...soy débil, como el maldito papel – Poco a poco las palabras de Shen iban sonando más apagadas, se veía inseguro por ese rasgo en él. De pronto sintió que la anciana le agarró el brazo con suavidad y le puso en la mano una botella.

– ¿Sabes Shen? Si el papel es colocado en una buena posición...corta – Le sonrió y Shen solo miró un momento la botella.

– ¿Y qué? Solo hace cortadas pequeñas.

– Pero dolorosas – Escuchó al pavorreal suspirar – Si tanto quieres ganar un combate tienes qué encontrar lo inesperado en ti. Se que llevas años entrenando, pero puede ser que tengas una virtud especial, diferente a la de otros maestros de kung fu, solo necesitas descubrirla.

– Ya lo intenté todo, ahora uso mis piernas y mi cola, ¡no tengo más extremidades!

– Quizás tu fuerte...no sea la fuerza.

– Eso no tiene sentido...

– Te vi luchar Shen, no eres fuerte, pero eres muy rápido y hábil. Además, he visto que eres muy inteligente. Rechazas tu fuerza mental porque te sientes acomplejado de tu fuerza física. ¿Por qué no entrenas más tu mente? Eres buen ingeniero.

– ¿Ingeniero? No sé de qué hablas

– Gracias a ti tus padres mejoraron los fuegos artificiales, lograste hacer un mecanismo para que hicieran más formas alucinantes en el cielo ¿no? – Shen miró al suelo y asintió – Piensa en eso, quizás te puedas construir una armadura para esa piel delicada.

– MI PIEL NO-

– Shhh, hay gente durmiendo, tienes qué aprender a controlar esa voz, no estamos sordos y te escuchamos perfectamente. En fin, supongo que te vas a dar un baño al rio, ten cuidado y aplícate lo de la botella en los moretones, te ayudará mucho – Le dio la espalda a Shen siguiendo con su meditación.

El pavorreal salió de ahí pensando en lo que le dijeron, el quería ser fuerte y poderoso, incluso más que sus propios padres, pero no entendía cómo podría lograr eso si era tan fácil vencerlo. Llegó al rio después de unos minutos, le traía mucha paz estar ahí, además el agua no era tan fría y la luna iluminaba el agua. Dio un suspiro pequeño, dejó sus cosas de lado quitándose la ropa mirando a los lados, casi nunca había nadie de noche, pero quería asegurarse de que no lo viera desnudo. Dejó que su ropa de seda se deslizara por su piel y finalmente entro al agua sumergiendo todo su cuerpo. Miraba al cielo mientras lavaba su cabello y sus plumas, el agua le estaba ayudando a relajar su cuerpo adolorido. Lo pensó un poco y solo porque sí comenzó a nadar un poco más lejos, dejó que la corriente lo llevara a donde fuera como si de un cuerpo sin vida se tratase. Sus ojos permanecieron cerrados hasta que sintió el agua volverse más violenta, trató de aferrarse a una roca pero el dolor de su cuerpo lo impidió, el pavorreal gruñó y simplemente le dio igual.