❉TRES CUCHILLAS❉ Lord Shen x Wolf boss❉

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Por más incómodo que fuera estar juntos después de todo lo que había sucedido no quedaba de otra más que aguantar a que la noche llegara, pues si el lobo salía de ahí a plena luz del día todos se darían cuenta de que estuvo ahí dentro y lo último que quería en ese momento es que sus padres se enteraran, ya con la adivina tenía suficiente vergüenza como para incluirlos a ellos también. Y después de limpiarse él solo quedó sentado en el suelo mientras pintaba y escribía cosas en un papel tratando de ignorar que el lobo estaba a tan solo unos pasos, también escribiendo en un papel para no aburrirse. Pero eventualmente, el espacio se termina, no fueron más que dibujos simples y sin mucha proporción los que hizo ahí, estaba Shen, su propia choza, árboles y demás cosas. Al terminar con eso hastiado y miró al pavo real, se notaba que había logrado concentrarse en otra cosa. Por mera curiosidad se acercó un poco para tratar de ver qué estaba poniendo en ese papel con tanta inspiración.

—¿No te había dicho que no te me acerques? Ya te dí un pedazo de papel, ve a jugar con él o tragatelo, lo que sea que estés haciendo.

—Se me terminó el espacio...

—¿Sabes? estoy haciendo algo importante pero no lo comprenderías. Pierdes tu tiempo husmeando en mis letras y bocetos.

—Bueno, puedo tratar de entender.

—No me abriré más a ti, ya me abrí demasiado. Y no era chiste eso de que quería que salieras de mi vida, no me gusta cómo te portas conmigo. Solo te estoy teniendo la piedad de dejarte esperar aquí hasta la noche para que no te golpeen con palos allá afuera. Agradece mi piedad, no a todos se la doy.

—Es solo que no quería que termináramos así, una fecha importante venía y quería darle algo.

—¿Fecha? No sé de qué me hablas.

—Es sobre usted, en medio mes iba a cumplir diecinueve años si la memoria no me falla.

—Oh, eso. Pues el mejor regalo que me puedes dar es no perturbarme más con tu presencia.

Se posó a unos metros de él observando a sus alrededores, no habría un mejor regalo ese día que el que seguramente le darían sus padres, así que podría concederle eso, su desaparición. Pero estaba consciente de lo materialista que era el pavo real, al menos algo más le quería dar.

—Bien, no verá más de mí, pero quiero que ese día sepa que dejaré algo en el río, por la roca donde siempre nos sentamos. Así no tendrá qué verme.

Sobó su entrecejo rezongando ante esa instrucción indirecta.

—Sea lo que sea no me interesa si viene de tí y tus cosas robadas. No voy a ir porque estaré aquí en mi casa mientras todo el mundo me celebra y me da lo que tú nunca podrás.

—Aún así se lo guardaré ahí.

—¿Y qué si no lo busco?

—Pues alguien más lo hará, probablemente un campesino de los que van caminando por la orilla del río y desde ahí, un campesino portará lo que debería usar un aristócrata.

—Alguien como yo jamás usaría lo que le da alguien como tú.

—Tengo el recuerdo de que usted me aseguró ser especial, a mí me consta, pero parece que aunque eso sale de sus propias palabras usted no lo cree.

—¡No uses mis palabras en mi contra! — Se levantó para ir a paso veloz hacia él — Te sientes mucho ¿no? te sientes importante porque cometí el error de dejarte ponerme las manos encima, pues no ¡tu no eres nada más que eso! un error de madrugada, seguro así te concibió tu madre también y mírate, has pasado años ahí, sin llamar la atención de nadie. Entonces no comprendo por qué se te alzan tanto los humos, no fuiste más que lo que usé para experimentar. Pero yo, a diferencia de tu madre, aprenderé de mi error y te abandonaré como ella debió hacer al momento en el que naciste.