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Iba silencioso por las calles cubriendo su cuerpo y rostro como si fuera un leproso, no podía arriesgarse tanto como las otras veces en las que salía porque en ese momento se encontraba sin el apoyo de sus compañeros y al ser un lugar donde podrían reconocerlo por robar repetidas veces esa era la mejor opción. Robar metal no era una cosa simple, no era como un simple trozo de pan que a alguien se le olvidó por ahí. La gente lo escondía dentro de casa, en sus bolsillos o estaba incrustado en alguna fina decoración demasiado pesada como para ser elevada. Y así, a pesar de estar observando por todos lados no encontró nada de lo que buscaba, la zona donde se encontraba si bien no era pobre tampoco contaba con ciudadanos abundantes en lujos, era como Gongmen pero ahí se comerciaba más con comida que otra cosa. Salió de ahí reposando entre la maleza de los alrededores y se miró a sí mismo por tener puesta la ropa del pavo real, la palpó entre los dedos mientras ingeniaba un plan en su cabeza, uno muy arriesgado que podría tener consecuencias no solo para él si no para los demás lobos. Robar en una zona diferente. Podría no parecer algo tan disparatado pero él conocía bien las reglas no escritas de ser un ladrón, la mayoría se formaba en bandos y esos bandos se establecían en algún territorio. Si tu bando se metía en la zona de otro más se formaría una riña y los ganadores podrían conservar el nuevo espacio. Sus intenciones por supuesto no eran meterse con nadie peligroso, él y los demás lobos solían hurtar comida y no hacerle mucho daño a los asaltados, pero un territorio con gente más pudiente también significaba una banda de ladrones más peligrosa pero discreta.

La ciudad que invadía su cabeza era una bien conocida por su éxito económico, la gente del lugar seguro que tenía metal y joyas de la más alta calidad, pero había un problema, ese territorio estaba tomado en silencio por unos viejos conocidos. Un tal "Feng" y su banda de cocodrilos, llevaba años sin verlo pero los rumores decían que era tan rápido como el viento, tanto que después de todo ese tiempo nadie había logrado capturarlo a pesar de la gran seguridad de ese lugar. En su vida sólo había compartido un puñado de palabras con él, palabras que no expresaban sentimientos tan fuertes, ambos eran casi niños y por la mala vida se toparon una vez que se podría describir como algo sin importancia. Pero ya no sabía cómo había terminado aquel tipo, podría ser tan peligroso como las lenguas externas afirmaban. Pensó...¿valía la pena? y sin querer sus recuerdos de las palabras que le dedicó el otro lobo resonaron con fuerza, por más que lo negara era cierto, amar a Shen era peligroso y dañino, quizás si era verdad y estaba atrapado en un círculo vicioso. Contempló el camino de regreso a su hogar, no le estaba pareciendo tan mal el regresar con la cola entre las patas, literalmente. Pero de alguna forma el tocar la tela lo regresó a su trance, la miró apartando la atención de ese camino.

—...si no arriesgo, no gano — Alzó la mirada y caminó alejándose más de su hogar. Esas palabras que se dijo a sí mismo eran en parte por tomar el riesgo de ir hasta aquella ciudad y en parte por seguir intentando ablandar el corazón del pavo real blanco.

Su silueta desapareció entre el horizonte al igual que su sentido común yendo a esa misión suicida.

Muy lejos de él, estaba el pavo real cenando con sus padres que acababan de regresar, los recibió pero no parecía contento y eso ellos lo notaron bien. Trataron de buscar una respuesta de parte de la adivina pero ella prefirió no meterse en eso por lealtad a Shen. Miraban al otro esperando que soltara la primer palabra y al final esa tarea fue asumida por el padre, tomó agua y sonrió pacifico.

—Entonces, hijo. ¿No te encuentras emocionado? en poco tiempo será un día muy especial — Lo decía haciendo referencia de su cumpleaños.

—Oh, es verdad. Y tu padre y yo ya tenemos lista tu sorpresa...¿no te gustaría que venga más gente? — La mujer se unió a la conversación y sugirió lo último por recordar las palabras de la cabra.

—¿Más gente? No me agrada nadie, no pienso invitar a ninguna persona — Decía esas palabras con especial irritación, como si se estuviera refiriendo a alguien en específico.

—Bueno...pero si te dan ganas de invitar a alguien queremos que sepas que no habrá ningún problema — Mencionó su padre aún tranquilo pero toda la armonía se cortó por un movimiento rápido de Shen que había lanzado sus palillos y empujó la mesa para levantarse.

—¡Shen, no tires los palillos, eso trae mala suerte! — Gritó la mujer que se encogió de hombros al notar que su esposo se levantó también.

—¿¡Qué sucede contigo!? parece que no querías que regresáramos.

—¡¿Por qué no mejor se callan?! ¡me tienen harto! — Alzó más la voz sin sentirse intimidado — ¡Dejen de asumir que me hice amigo de alguien! — Apretó los puños y alzó un poco las plumas — ¡NO TENGO AMIGOS, NO HAY NADIE QUE YO QUIERA! ¿Creen que hay un solo idiota que no me tiene miedo? no. Y es mejor así, convivir con los demás me haría...débil — No dijo nada más y se marchó con la cabeza en alto a su habitación.

Los adultos se vieron entre sí, más confundidos que enojados, era obvio que algo había pasado entre su hijo y alguien más, las palabras que escupía se escuchaban con resentimiento. Se pusieron a hablar tratando de encontrar alguna forma de hacer hablar a su hijo sin que se pusiera histérico, en el fondo sabían que era inútil, pues toda su vida había sido así, una bola de nieve de malas actitudes que no tardaría mucho en causar una avalancha. 






*Volví de la muerte, espero que no me vuelva a ausentar tanto. Perdón por eso, han pasado algunas desgracias en mi vida apestosa jajajs 

Se que el capítulo es algo corto pero espero sea de su agrado, ya viene más acción. 

❉TRES CUCHILLAS❉ Lord Shen x Wolf boss❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora