SAMUEL—Vamos, tienes que cubrirme—seguí detrás de él, rogándole—. Ya sabes que papá odia que me guste la música, Benja, por favor, por favor...
—Y ya tú sabes que papá no me creerá, no puedes ir Sam, tenemos que ir a ese evento de los Lewis, esto es importante.
Siguió avanzando, conmigo detrás.
—¡Benjamín!—solté, sonó casi a protesta—. ¡Esto también es importante para mí! ¡Tocaré por primera vez en un escenario!
—En un escenario en un lugar de mala muerte, querrás decir—replicó—. También puede ser peligroso, sabes que papá es un lunático con la seguridad, no puedo enviarte a tu suerte a un lugar como ese, no es un ambiente seguro para un niño. Ni siquiera deberían aceptar a menores de edad.
Rodé los ojos.
—¡Pero ya he estado ahí!—repliqué yo, sin darme por vencido—. Además, no iré solo, Greg irá conmigo. ¡Y no soy un niño! ¡Tengo trece!
—Un niño—afirmó de igual modo—. Y mi respuesta sigue siendo no.
Me detuve, con mi ánimo decayendo.
—Es mi sueño...—susurré, se detuvo, aún dándome la espalda—. Sé que no cantaré en el mejor lugar del mundo, pero, esto es a lo que me quiero dedicar, y cuando sea viejo decir "al menos cumplí mis sueños" no importa si soy o no exitoso con ello. Y no importa si papá nunca me apoya, es lo que yo quiero.
Se giró, sus ojos igual de grises que los míos parecieron analizarme, alzó su mano y despeinó mi cabello con diversión.
—Enano, eres todo un filósofo—sonrió ampliamente.
Quedé tan confundido por su cambio repentino, que debió reflejarse en mi cara, porqué se rio con más amplitud.
—Quita esa cara—se burló.
—Pero, ¿Por qué te ríes? ¡Es muy serio!
Hundió los hombros.
—Bien, si es lo que quieres, te ayudaré, con una condición—me enseñó el dedo índice, señalándome con él—. Que quede claro.
—¿Cuál?
—Perseguir tus sueños a cómo dé lugar, sé feliz, Sam, nunca te rindas con la música, aunque todo el mundo esté en tu contra—puso su dedo en mi corazón—. Yo siempre estaré aquí contigo.
—No, tú siempre estarás conmigo, idiota, no en mi corazón.
—Claro, entonces, ¿Trato hecho?
Asentí frenéticamente, tanta era mi alegría por escuchar aquello que me lancé a sus brazos, era mucho más alto que yo, aunque él decía que yo algún día crecería más que él, con tan solo trece años ya le llegaba al pecho. Y eso que él era una varilla.
Me devolvió el abrazo.
Cuando me alejé me dió una mirada que no supe entender, estaba llena de nostalgia y tristeza, pero a la vez de felicidad.
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Si las constelaciones fueran suficiente
Teen FictionA ambos les daba miedo mostrar quiénes eran realmente. A Billy, le aterraba ser juzgada y rechazada por todos. A Igor, le daba miedo enfrentar a los demonios de su pasado. Sin embargo, aveces simplemente podemos encontrar el refugio necesario en alg...