Suponía que mi cara debía de ser un desastre, sentía mis párpados hinchados, y mis labios resecos. Sorbí mi nariz una vez más, mientras trataba con todas mis fuerzas de seguir caminando por los pasillos para llegar a mi salón. No tenía ánimos de nada, pero no podía faltar a clases.
Ni siquiera le he contado a Diego nada, tal vez sería lo mejor desahogarme con él, siento que me estoy ahogando con lo que siento, porque ni siquiera sé qué siento, solo sé que duele, mi pecho duele, y no es nada físico, es más emocional. Fue un golpe abrupto el confirmar que papá, en realidad, no es mi padre. Saber que Elena tampoco compartía ningún tipo de vínculo sanguíneo conmigo era llevadero, dolía, pero podía soportarlo, en cambio, con papá fue distinto. Porque vamos, es él, él siempre se sintió bien, acogedor, amoroso, comprensivo. Era mi papá, lo era, aunque en realidad no.
Nuevamente me entraron ganas de llorar, recordaba que luego de su confesión me quedé dormida entre sus brazos, luego desperté en mi habitación y la realidad me impactó, lloré todo el día, era mi única manera de sobrellevarlo, el me dió mi espacio, solo me abrazó y no dijo nada, esta vez no lo alejé, lo necesitaba conmigo. Ayer, domingo, se tomó el día libre para estar conmigo, hoy hizo el intentó de pedir otro día libre en el trabajo, pero le dije que no era necesario, que yo vendría a clases, "me servirá para distraerme...y pensar" le dije, y mentía, porque lo único que he hecho de camino aquí ha sido comerme la cabeza y llorar.
Antes de llegar al salón me detuve frente a mi casillero. Lo abrí y saqué algunos libros para después meterlos en mi mochila, cuando intenté cerrarlo una voz me sobresalto:
—Hola, Billy.
Me tense de pies a cabeza, conocía aquella voz.
Mierda, olvidé por completo que volverían.
«—¿Por qué?—musité con voz temblorosa—. Yo...yo te quiero.
Decir aquellas palabras dolían, era la primera vez que lo decía en voz alta. Y más dolió cuando lo que él dijo fue:
—Lo hice porque no es a ti a quién quiero.»
Mi corazón se aceleró, cerré los ojos con fuerza, aún sin girarme a mirarlo.
¿Quién se creía que era? ¿Con que derecho? ¿Creía que podría llegar aquí y saludarme como si nada?
Terminé de cerrar el casillero, de una manera un tanto brusca. Me giré, quedando frente a Samuel, y odié con todo mi ser el hecho de que mi corazón se acelerara al verlo, al ver sus ojos grises fijos en los míos, allí parado, con el uniforme del instituto, con su cabello rubio apuntando a diferentes direcciones. No había cambiado nada, la única diferencia era que sus facciones parecían un poco más maduras. Y lo odiaba, odiaba saber que todavía me afectaba su presencia.
Apreté los dientes, y sin decir nada, pasé por su lado. Alejándome de él.
Que se joda, no lo quiero en mi vida.
No de nuevo.
Suficiente tengo con todo el daño que me ha hecho en el pasado.
***
—Que es buenísima te digo, tenemos verla un día de estos—comenta Isi.
—Que sí, que sí—mi mejor amigo rueda los ojos—. Me conformo con que no sea una película romántica, no quiero vomitar.
Isi enrojece de inmediato.
Diego suelta un bufido al verla.
—¿Es de romance, verdad?
La rubia le da un sorbito a su sumo de naranja.
—Confirmado, es de romance.
—No quiero nada que tenga que ver con el amor, mejor veamos una de acción—hablo por primera vez desde que llegué a la cafetería con ellos. Había estado en silencio, sin muchas ganas de hablar.
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Si las constelaciones fueran suficiente
Genç KurguA ambos les daba miedo mostrar quiénes eran realmente. A Billy, le aterraba ser juzgada y rechazada por todos. A Igor, le daba miedo enfrentar a los demonios de su pasado. Sin embargo, aveces simplemente podemos encontrar el refugio necesario en alg...