Capítulo 20

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Placible (adjetivo): Agradable, apacible, que da gusto y satisfacción.

«No miraré atrás, pensando en esos días placibles».

 Del diccionario personal de Louis Tomlimson.



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Louis estaba sentado en la arena de la playa mirando hacia el cielo. Tal como le había dicho Harry, estaba nublado y solo veía el borroso brillo de la luna. Se quitó los zapatos, los dejó a un lado y se rodeó las piernas flexionadas con los brazos, como para protegerse de la fresca brisa.

—No importa —se dijo en voz alta, moviendo los dedos de los pies metidos en la áspera arena—. Simplemente no importa.

—¿Qué es lo que no importa?

Levantó la cabeza, y ahí estaba él. Harry.

—¿Cómo has llegado hasta aquí sin que yo te haya oído?

Él hizo un gesto hacia atrás.

—Hay otro sendero más allá, a unas cincuenta yardas.

—¡Ah! Bueno, si has venido a ver cómo estoy, ya ves que estoy bien, así que puedes volver a casa.

Él se aclaró la garganta.

—Louis, hay unas cuantas cosas que necesito decirte.

Louis desvió la cara.

—No me debes ninguna explicación.

Él se sentó a su lado y, sin darse cuenta, adoptó la misma postura. Apoyó el mentón en las rodillas y dijo:

—Tenía motivos para jurar que no me casaría nunca.

—No quiero oírlo.

—De todos modos, yo necesito decirlo. —Al ver que él no decía nada, continuó—: Cuando murió Marabelle… —Se le cortó la voz.

—No tienes por qué hacer esto —se apresuró a decir Louis—. Por favor.

—Cuando murió —continuó él, sin hacerle caso—, pensé… Me sentí… ¡Por Dios! Es muy difícil expresarlo con palabras. —Expulsó el aire en un resoplido, y tras él exhaló toda su tristeza—. Estaba muerto por dentro. Esa es la única manera de describirlo.

Louis tragó saliva, y le costó resistirse al impulso de ofrecerle consuelo poniéndole la mano en el brazo.

—No puedo ser lo que necesitas.

—Lo sé —repuso él con amargura—. Al fin y al cabo no puedo competir con una muerta.

Él se encogió al oír eso.

—Juré que no me casaría nunca. Y…

—No te he pedido que te cases conmigo. Podría haber… No tiene importancia.

—¿Podrías haber qué?

Louis negó con la cabeza; no le iba a decir que podría haberlo deseado.

—Continúa, por favor.

Él asintió, aunque estaba claro que seguía sintiendo curiosidad por saber lo que había estado a punto de decir.

—Siempre me decía que no podía casarme por respeto a Marabelle, que no quería ser desleal a su recuerdo. Y me lo creía, de verdad, pero esta noche me he dado cuenta de que eso ya no es cierto.

Louis giró la cabeza hacia él, con mil preguntas en los ojos.

—Marabelle está muerta —dijo él con la voz hueca—, eso lo sé muy bien. No puedo devolverle la vida. Nunca he pensado que pudiera. Simplemente…

To Catch an HeirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora