Capítulo 23

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Sanguíneo (adjetivo): 1. Dicho de una persona: de temperamento impulsivo. 2. Esperanzado u optimista respecto a determinado tema o situación.

Sanguinario (adjetivo): Feroz, vengativo, que disfruta derramando sangre.

«Después de esta noche, nunca volveré a confundir las palabras sanguíneo y sanguinario».

Del diccionario personal de Louis Tomlimson.


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Louis entrecerró los ojos y escrutó el contorno rocoso en la distancia, pero con la oscura calina nocturna no logró ver nada. Eso no lo sorprendía; Harry y Niall no eran idiotas, ni se les ocurriría usar una linterna. Lo más probable era que estuvieran escondidos detrás de una roca o de un arbusto, aprovechando la tenue luz de la luna para observar las actividades en la playa de abajo.

—No veo nada —le dijo a Oliver—. Debes de estar equivocado.

Él giró la cabeza para mirarlo.

—De verdad me crees un idiota, ¿no?

Louis lo pensó.

—No, idiota no. Te creo muchas otras cosas, pero no idiota.

—Tu marido está escondido entre esos árboles —dijo él, apuntando.

—¿Tal vez deberíamos advertirlos de nuestra presencia? —preguntó Louis, esperanzado.

—¡Ah! Los advertiremos. No temas.

Detuvo el calesín con un cruel tirón de las riendas y lo arrojó al suelo de un empujón. Louis cayó de costado, dándose un fuerte golpe, y por un instante estuvo tosiendo sobre la mezcla de tierra y hierba. Levantó la cabeza justo a tiempo para verlo sacar una pistola.

—Oliver...

Él lo apuntó con lo pistola, a la cabeza.

Louis cerró la boca.

—Empieza a caminar —dijo él, haciendo un gesto con la cabeza hacia la izquierda.

—Pero el acantilado está ahí…

—Hay un sendero. Síguelo.

Louis se levantó y fue a asomarse para mirar hacia abajo. En la abrupta pendiente habían excavado un estrecho sendero en zigzag que bajaba hasta la playa, y se veía claramente que no hacía falta un viento muy fuerte para que se desprendieran piedras y cayeran rodando por la pendiente. Sin duda, bajar por ese sendero era peligroso, pero muchísimo más atractivo que una bala de la pistola de Oliver. Decidió obedecer.

—Tendrás que desatarme las manos —dijo—. Necesito tener las manos libres para equilibrarme.

Él frunció el entrecejo; luego aceptó, mascullando:

—Muerto no me sirves para nada.

Louis comenzó a lanzar un suspiro de alivio.

—Todavía —añadió Oliver.

A él se le revolvió el estómago.

Cuando Oliver terminó de desatarle las manos, lo empujó hacia el borde del acantilado, diciendo:

—En realidad, podrías serme mucho más útil viudo.

Esta vez a Louis le vinieron arcadas, pero se tragó la bilis y tosió para quitarse el mal sabor de la boca. Podía tener el corazón desbocado, podía sentirse más que aterrado, pero se mantendría fuerte por Harry. Bajó al sendero y comenzó el descenso.

To Catch an HeirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora