El pasado de Andrew II.
Cada detalle de su entorno parecía cobrar vida ante sus nuevos ojos: los colores más vibrantes, como si su visión se extendiera otorgándole un mayor rango de percepción, como si los sucesos se anticiparan casi antes de que llegaran, los sonidos más nítidos y los detalles más minuciosos resaltaban ante sus ojos abiertos de par en par.
Observaba en silencio todo lo que sucedía ante sus ojos. Su mente analítica y observadora trabajaba a toda velocidad, examinando cada detalle y buscando patrones en la información que recibía. A pesar de la sorpresa y la novedad de su transformación, su rostro mantenía una expresión seria, impasible, revelando una determinación y concentración intensas mientras procesaba todo lo que estaba sucediendo.
La percepción agudizada de Andrew, un regalo o una maldición, lo situaba en un punto crucial, donde la realidad cotidiana se transformaba en un misterio intrigante. En medio de la incertidumbre, sus nuevos sentidos y su mente analítica se convertían en herramientas poderosas para desentrañar la verdad que se escondía detrás de su propia metamorfosis.
A la mañana siguiente, Bruce despertó a Andrew con ternura, pero su corazón se sentía pesado por el vacío que había dejado la partida de Elena. Cada mañana, era ella quien se encargaba de despertar a Andrew, vestirlo con amor y prepararle el desayuno con esmero. Su ausencia se hacía sentir en cada rincón de la casa, recordándole a Bruce cuánto extrañaba su presencia.
Se encontraba ante un nuevo desafío, enfrentando la realidad de tener que asumir todas las responsabilidades que antes compartía con Elena. Cada tarea diaria, desde vestir a Andrew hasta mantener la casa en orden, ahora recaía completamente sobre sus hombros. La carga emocional y física de esta transición era abrumadora para él, quien anhelaba tener a Elena a su lado para apoyarse mutuamente en este camino incierto.
El desayuno, antes una rutina compartida llena de risas y cariño, ahora se vivía en un silencio melancólico. Andrew, aún procesando su propia transformación y la ausencia de su madre, miraba a su padre con ojos que reflejaban la complicada mezcla de emociones que llenaban la casa. La mañana se extendía ante ellos como un recordatorio tangible de la nueva realidad que enfrentaban como familia.
Bruce y Andrew caminaban agarrados de la mano, en medio de la incertidumbre. El paisaje urbano se desplegaba ante ellos, con calles llenas de vida y movimiento. Los edificios altos se alzaban majestuosamente hacia el cielo, reflejando los rayos del sol en sus brillantes cristales.
A medida que recorrían las calles a paso ligero, podían apreciar la diversidad de personas que transitaban por ellas. Rostros sonrientes, conversaciones animadas y el bullicio característico de la ciudad creaban un ambiente vibrante y lleno de energía. En medio de la multitud, Bruce y Andrew avanzaban juntos, enfrentando el mundo exterior con valentía.
Al llegar a la estación de trenes, se encontraron con un lugar lleno de vida y actividad. Los trenes llegaban y partían en un constante ir y venir, mientras pasajeros apurados se movían de un lado a otro. El sonido característico de los motores y el silbido del tren llenaban el aire, creando una atmósfera dinámica.
Bruce y Andrew se sumergieron en el bullicio de la estación, entre la multitud de personas con destinos diversos. Las pantallas anunciadoras mostraban destinos parpadeantes, indicando la amplia gama de posibilidades que ofrecía el viaje en tren. La plataforma vibraba con la energía de la anticipación y la despedida.
El padre e hijo avanzaron por el andén, eligiendo el tren. El ruido constante de la estación se mezclaba con sus pensamientos.
Después esperaron un momento, Bruce y Andrew decidieron tomar un taxi para dirigirse hacia la mansión de Eric. El conductor los recibió con amabilidad y profesionalidad, mientras el vehículo se deslizaba por las calles de la ciudad. A medida que se alejaban del bullicio urbano, el paisaje comenzaba a cambiar gradualmente.
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El Arma Perfecta
Teen FictionLa vida de Rose era simple y tranquila, hasta que en ella irrumpe Andrew, el chico malo, y Christian, el chico bueno.