Capitulo 14

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Andrew, aún perdido en sus pensamientos, miraba el agua en la bañera sin parpadear. La idea que le vino a la cabeza era simple, pero extraña: Casi sin pensarlo, comenzó a despojarse de sus prendas, quitándoselas una por una hasta quedarse solo en calzoncillos.

Con delicadeza, levantó a Rose, aún inconsciente, y la introdujo en el agua tibia, él mismo metiéndose detrás de ella en la bañera. El espacio era reducido, incómodo, apenas lo suficiente para que ambos pudieran estar allí. Andrew apoyó a Rose suavemente contra su pecho, sintiendo la ligera resistencia del agua alrededor de sus cuerpos.

Sus manos, algo tensas, se sumergieron en el agua, comprobando de nuevo la temperatura, buscando mantener la calma mientras su mirada se desviaba hacia la puerta cerrada.

—Vale, ahora viene la parte más difícil —murmuró para sí, intentando convencerse de que todo terminaría pronto.

Agarró con cuidado el borde del tanga de Rose bajo el agua y, con un movimiento lento pero decidido, lo deslizó hacia abajo, dejando caer la prenda húmeda en el suelo de la bañera.

—De verdad que no tengo ni idea de cómo voy a hacer esto —admitió en voz baja, casi como si estuviera hablando con el agua.

Tomó una esponja, impregnándola con gel de baño. La espuma comenzó a formarse, y Andrew la distribuyó de manera uniforme, limpiando el cuerpo de Rose con movimientos suaves y mecánicos. La situación le resultaba irreal, desconcertante, como si estuviera actuando en piloto automático. Sus ojos evitaban cualquier contacto innecesario con el cuerpo de Rose, manteniéndose enfocados en la tarea en sí.

—Esto es lo más raro que he hecho en mi vida —murmuró mientras terminaba de enjabonarla, más para sí mismo que para alguien más.

Al cabo de un rato, ya cansado y con el proceso de baño finalizado, Andrew salió de la bañera, envolviéndose rápidamente en una toalla. Luego sacó a Rose con sumo cuidado, envolviéndola también en una toalla suave. Sabía que aún quedaba lo más complicado: vestirla.

Tomó uno de los tangas que había comprado en la tienda, y con manos algo temblorosas pero concentradas, lo deslizó por una pierna, luego por la otra, ajustándolo lentamente hacia arriba. Se concentró únicamente en la prenda, sus ojos fijos en la tarea, evitando en todo momento prestar atención al cuerpo desnudo de Rose, mientras sus dedos rozaban suavemente su piel al subir el tanga hasta las rodillas. Con meticulosidad, recorrió las caderas de Rose hasta que el tanga quedó en su lugar.

Luego tomó la camisa del pijama, una prenda de seda suave y delicada al tacto. Manteniendo a Rose cubierta con la toalla, Andrew introdujo primero un brazo, luego el otro en las mangas, deslizando la prenda sobre su cabeza con precisión. Asegurándose de que la toalla aún cubriera su pecho, respiró aliviado. Finalmente, retiró la toalla de manera rápida y calculada, dejando a Rose completamente vestida.

Andrew, envuelto aún en su toalla, levantó a Rose y la acomodó cuidadosamente en sus brazos. Salió del cuarto de baño, con el cuerpo tenso, esperando la inevitable reacción de los otros dos.

Al entrar en la habitación, Thomas fue el primero en hablar, su voz cargada de incredulidad:

—¿Qué haces desnudo?

Andrew, respondió sin apenas emoción:

—Me he bañado yo también —dijo mientras depositaba a Rose en la cama.

El ambiente en la habitación permaneció en silencio por unos segundos.

—Vamos fuera.

Hayden cerró la puerta de la habitación suavemente tras de sí.

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