Capitulo 15

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El día era perfecto, casi demasiado perfecto. El sol brillaba intensamente, envolviéndonos en su calor, y el cielo era de un azul tan vibrante que parecía imposible. Sentía cómo la luz acariciaba mi piel, tan diferente de la atmósfera tensa que nos rodeaba. Los árboles, el canto de los pájaros, todo en este bosque parecía dispuesto a contradecir la creciente inquietud que sentía.

El grupo avanzaba por el camino sin asfaltar, uno de esos senderos que parecen llevarte a ninguna parte y a todas partes al mismo tiempo. Hayden, como siempre, era quien marcaba el ritmo, explorando el entorno con esa energía casi infantil. Me di cuenta de que no estaba prestando mucha atención a lo que decía, pero su comentario sobre las vistas me sacó una sonrisa. Siempre encontraba una manera de desviar la atención cuando algo no andaba bien. Andrew, como de costumbre, caminaba tranquilo, fumando su cigarro, y aunque no lo admitiría en voz alta, su presencia me resultaba reconfortante. Era como una roca, inmutable, mientras el caos podía desencadenarse alrededor de nosotros.

Christian, por otro lado, nunca perdía la oportunidad de provocar a Andrew. Cuando le dio ese puñetazo juguetón, me tensé sin saber qué esperar. Pero el intercambio fue breve, aunque noté un destello extraño en los ojos de Christian. Parecía más decidido, como si hubiera tomado una resolución que no compartía con nadie. Habló de valentía y me mencionó a mí, pero no tuve tiempo de procesarlo.

Porque entonces lo vi.

Al principio pensé que mi mente me estaba jugando una mala pasada, una de esas ilusiones que aparecen cuando estás al borde del miedo y la confusión. Pero no. Estaba ahí, alto y musculoso, con una espada de doble hoja que parecía tan amenazante como el hombre que la empuñaba. Mis ojos no podían apartarse de él. El miedo se enroscó en mi estómago, y por un segundo me congelé. Cerré los ojos, esperando que, al abrirlos, esa figura desapareciera, como un mal sueño al despertar.

Pero cuando los abrí de nuevo, estaba más cerca. Demasiado cerca.

El brillo de la espada fue lo único que pude ver antes de que se lanzara hacia mí. El tiempo pareció detenerse, mi cuerpo no reaccionaba, y sentí un terror paralizante que hizo que el mundo a mi alrededor se desvaneciera. Pero justo cuando pensé que era el final, Hayden apareció como un relámpago. No sé cómo lo hizo, pero detuvo la espada con su brazo, como si esa hoja que amenazaba con destrozarme no fuera más que un simple obstáculo para él.

La escena se desarrolló en una especie de cámara lenta. La espada, el brazo de Hayden interponiéndose, el eco sordo del impacto resonando en mi mente. No tenía sentido. Nada tenía sentido. ¿Cómo pudo haberlo hecho? ¿Cómo una simple intervención física pudo detener un ataque tan letal?

El miedo seguía presente, pero ahora se mezclaba con el asombro. Sentí mi respiración pesada, mi corazón latiendo tan fuerte que dolía. No entendía lo que acababa de suceder, pero algo estaba claro: las cosas no volverían a ser como antes.

La tensión en el aire era tan densa que casi podía sentirla en la piel. Todo sucedió en cuestión de segundos, pero mi mente analizaba cada detalle, cada movimiento, como si el tiempo se hubiera ralentizado. Hayden pronunció el nombre "Naim" con una seriedad que me puso en alerta de inmediato. No lo había visto así antes. Algo en su expresión, en cómo fruncía el ceño, me decía que estábamos en una situación peligrosa.

Observé cómo Thomas retrocedía ligeramente, lo que solo aumentaba mi inquietud, la amenaza debía ser real. Christian, por otro lado, mantuvo su actitud impulsiva, preguntando sin filtros:

—¿Quién es este?

Entonces, la respuesta de Hayden llegó Naim Dagech, uno de los siete espadachines, un desertor elitista.

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