Capitulo 7

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Capitulo 7

—Gente, tenemos un nuevo compañero —la voz del profesor, enérgica y autoritaria, resonó en el aula, logrando captar la atención de todos.

Miré hacia el frente y vi a un joven de cabello rubio y ojos castaños de pie junto al profesor. Noté cómo las miradas de mis compañeros se dirigían hacia él; algunas llenas de curiosidad, otras simplemente indiferentes.

—Este es Christian, se acaba de mudar a nuestra ciudad. Asegúrense de darle la bienvenida —el profesor sonrió, dándole la señal a Christian para que se presentara.

—Hola a todos, soy Christian —su voz era clara y amigable, y su sonrisa irradiaba una confianza natural. Lo vi escanear el salón con la mirada, deteniéndose por un segundo más en mí antes de seguir recorriendo la clase.

Sentí su mirada fija sobre mí, y aunque traté de devolverle una sonrisa cordial, no pude evitar sentirme un poco incómoda bajo su escrutinio. A mi alrededor, el ambiente en la clase se volvió más animado. Algunos compañeros comenzaron a murmurar entre ellos, y pude sentir la curiosidad flotando en el aire.

El profesor señaló el lugar vacío a mi lado y le indicó a Christian que tomara asiento. "Genial", pensé, sintiendo cómo mi nerviosismo aumentaba ligeramente. Me giré un poco, tratando de no parecer demasiado incómoda cuando se acercó y se sentó junto a mí.

—Hola —lo saludé, tratando de sonar amigable. Aún me sentía un poco tensa, pero hice mi mejor esfuerzo por ocultarlo.

Christian me sonrió, esa misma sonrisa fácil y desinhibida que había mostrado al presentarse. Me pregunté si siempre sería así de seguro de sí mismo, si esa forma de ser tan abierta y relajada era solo una fachada, o si era su verdadera esencia.

Durante la clase, Christian se mostraba increíblemente participativo, haciendo preguntas sobre las asignaturas y contando anécdotas divertidas. Parecía encajar a la perfección con la dinámica del aula, como si llevara mucho tiempo aquí. Pero no podía dejar de sentir que sus ojos se posaban en mí más de lo necesario, como si hubiera algo en mí que le resultara especialmente interesante. Era una sensación extraña, y me encontraba debatiéndome entre sentirme halagada o incómoda.

Mientras él hablaba con todos, sentía que cada tanto sus miradas se dirigían hacia mí. Aunque intenté concentrarme en la clase, no podía evitar ser consciente de su presencia, y de cómo su energía llenaba el espacio a nuestro alrededor.

Desde el rabillo del ojo, Angy observaba nuestras interacciones. Su mirada era curiosa, y sabía que estaba prestando más atención de la que parecía. Al final, fue inevitable escuchar su comentario, aunque trató de que sonara casual.

—Qué dulce —murmuró con una sonrisa, aunque en sus ojos noté una chispa de diversión—. Pero qué incómodo.

Antes de que pudiera responder, la alarma que señalaba el descanso sonó, y me puse de pie de inmediato. No quería prolongar el momento más de lo necesario. Agarré mis pertenencias con decisión, asegurándome de que no dejaba nada atrás. Con un rápido movimiento, tomé mi mochila y el cuaderno, y comencé a dirigirme hacia la puerta.

Sentía la mirada de Angy en mi espalda, notando cada paso que daba, cada gesto mío que delataba mi nerviosismo.

—¡Rose! —la voz de Christian me sorprendió desde la entrada de la clase. Me detuve en seco y me giré lentamente, intentando forzar una sonrisa que se sintió más como una mueca que como una expresión genuina. Noté que Angy abría los ojos de par en par, claramente sorprendida.

Christian se acercó con una calma desconcertante. Su actitud era relajada, una mano metida en el bolsillo de su pantalón, mientras su cabello rubio caía sobre su frente, casi cubriéndole los ojos. A pesar de su aire despreocupado, sus pasos parecían cuidadosos, como si no quisiera intimidarme ni incomodarme más de lo necesario.

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