Capítulo 3

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El silencio se hizo presente ni bien arrancó conduciendo por las calles de Seul. Eunbi  estaba conduciendo bastante rápido, sumida en sus pensamientos.

¿Qué hacía Yerin ahí? ¿Por qué estaba en medio de la calle con ese infernal frío? ¿Cómo podía alguien hacerle eso a una persona? Aunque ella no fuese su alfa, en su interior sentía que era incluso su culpa. Un cóctel de emociones trabajaba en su interior, sin prestar atención a la frágil y pequeña omega a su lado.

Dentro del coche, el calor se concentraba gracias a la calefacción, pero Yerin no se había quitado el abrigo que le había dado la alfa, en cambio se aferraba con más fuerza y se acurrucaba sobre el asiento de cuero.

Pensaba en qué sería de ella, y el por qué su instinto omega se alegró al percibir a la alfa, y sobre todo por qué permitió que la llevase a ese lugar.

Giró a penas el rostro, para encontrar una expresión tensa en la mayor. Un par de ojos marrones,que rugían con fiereza mientras tenía la vista fija en el camino.Se sintió intimidada un poco, e inconscientemente se le escapó un gemido lastimero gracias al
fuerte aroma que desprendían las feromonas de la alfa. Su omega interno se desesperaba por calmarla, era su puro instinto de hacer algo, pero el miedo la estaba paralizando.

Inconsciente empezó a temblar, pero no de frío.

Eunbi  frunció el ceño, dándose cuenta del cambio que nació en el ambiente y del aroma que ella misma estaba desprendiendo, puras feromonas de enojo.

Miró de reojo a la omega, la expresión de miedo la paralizó un poco. Y se odió a sí misma. Mordió la parte interna de sus mejillas con fuerza, hasta que sintió el sabor metálico invadir su cavidad bucal.

Tragó, tratando de respirar calmada.

Inspiró, y sintió el olor que la omega desprendía. Tenía miedo. Le dolió generar
eso en ella, le dolió y no sabía a qué se debía.

Disminuyó la velocidad. Buscó un lugar para estacionarse, y se ubicó ahí.

Intentó tranquilizar a su alfa interior que quería calmar a la omega, había oído el sonido lastimero que había hecho y todo se había desatado en su interior. Quería tranquilizar a la omega, quería marcarla con su aroma para que se sintiera mejor, pero no se animó a hacerlo. Quería lamer su
cuello. Eran tantas las ganas que tenía de hacerla sentir bien. Pero ese no era su lugar lastimosamente, pensó.

Los alfas hacían eso con sus omegas. Lanzaban sus feromonas para que se
tranquilicen, besaban su cuello justo donde se encontraba la glándula que producía las feromonas y dónde se intensifica su esencia, o besaban justo la base del cuello,donde iban las marcas del lazo.

Pero Eunbi  no era su alfa. Yerin no era su omega, y no podía estar teniendo esos deseos increíbles de hacerlo, porque no debía. Porque dejar salir su lado más animal iba a significar asustar a la chica más de lo que ya estaba y eso no se lo podía permitir.

El coche quedó en marcha y ellas en silencio, Eunbi  no sabía si buscar la mirada de Yerin sería buena idea.El silencio  perduró hasta que, al fin, Eunbi  giró sobre sí misma, despacio y con cuidado de no alarmar a la omega. El cuero debajo de su ropa rechinó con el movimiento. Se enfrentó a una hermosa joven, con un profundo café claro en sus ojos y los labios no tan pálidos y azules como los había visto hace tan solo unos minutos. Un suave rosa empezaban a colorearlos.

—No te asustes. Por favor —pidió, con voz suave y calmada. Buscó la mirada de la omega, intensamente escudriñando su bello rostro y la encontró, sonriendo cálido. Yerin logró destensar sus hombros. Tan solo un poco.

—Tu olor...Estás enojada —susurró la joven, cohibida, estrujando sus propias manos, buscando algo que hacer con ellas. El aroma de la alfa la había mareado un poco.

BURDEL - Sinrin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora