Capítulo 25

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El timbre volvió a sonar pero ninguna se movió, Eunbi se resistía a soltar a Yerin, soltó un gruñido leve que erizó la piel de la
pelinegra, enviando electricidad a lo largo de su espina dorsal.

La tenía sujetada por la cintura con algo de fuerza, pero a la vez delicada y sin hacerle daño como siempre. Sus dedos se hundían en la cintura de la mayor y su aroma empezaba a ser más intenso y fuerte.

Yerin vió como el café en los ojos de Eunbi iba siendo consumido y sus pupilas se dilataban, viéndola sólo a ella y a nadie más.

Yerin acarició levemente su espalda y la alfa gimió suavemente ante su toque. El corazón de la menor latía con más fuerza y la omega podía sentirlo como si fuera suyo.

En su pecho golpeaba la posesión que le nacía a Eunbi  y eso la mataba. Le gustaba cuando se ponía así, cuando tenía ojos solo para ella, cuando su amor se mezclaba con esa parte animal, irracional que estaba ahí, latiendo.

— Yerin  —susurró la menor y el aliento cálido le llegó a la omega, haciendo que su entrada empezara a segregar el lubricante
natural de siempre, no faltaba mucho para que la alfa quisiera tomarla allí mismo. Lo sentía, pues su aroma también se intensifica en esos momentos.

— Eunbi  —correspondió, acariciando el rostro de la alfa con cariño y amor — debemos atender la puerta. — Eunbi gruñó, amoldando sus manos en la cintura baja de la omega. — Bi,... son tu madre y la mía. ¿Recuerdas? , venían a ver a Sunoo.

—Sunoo — murmuró, aflojando un poco el agarre. Sunoo dormía en su cochecito, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor— Cieero, hay que abrir, Yennie, pero después n-necesito...

—Yo también, yo también te necesito —besó la mandíbula de la menor — enseguida vuelvo — Le avisó y Eunbi  lentamente soltó el cuerpo de la omega. Un poco del café profundo habitual había vuelto a sus ojos y eso significaba que tenían unos minutos más para poder acomodar a Sunoo y a sus madres.

Eunbi fue a la habitación a prepararle la pañalera al bebé mientras sentía su miembro palpitar en su ropa interior, Yerin se dirigió a abrir la puerta, apurada.

Respiró hondo tratando de calmarse para que su entrada no siguiera segregando lubricante, no quería que su madre ni su suegra la oliesen así. Eso era solo y únicamente para su alfa, para nadie más.

Había una cara de susto en ambas omegas, cuando Yerin abrió la puerta. La señora Jung dió un paso para ingresar al lugar, pero se quedó a medio camino cuando se dió cuenta. La señora Hwang miró a Yerin y se percató que tenía el rostro un poco consumido por el celo temprano.

Ambas aspiraron el aroma fuerte que les llegó como oleada, aún fuera de la casa.

—¿Yerin? —preguntó su madre — Hija ¿acaso tu...?

Yerin asintió.

—Mamá —evitó el gemido que quería emitir. — Eu-Eunbi  entró en celo y yo-yo también —se esforzó por decir.

Ambas abrieron los ojos.

—¿Era su fecha ? —preguntó la señora Hwang, intentando ver dentro ya que escucho un ruido. Yerin negó.

—No, no sé — dijo a penas  — se suponía que sería al siguiente mes del mío, pero como es el primero después de Sunoo... no  es tan regular aún. —Ambas asintieron rápidamente.

—¿Quieren que nos llevemos a Sunoo estos días? —se apuró a preguntar su madre.

Yerin seguía con medio cuerpo dentro de su casa. Asintió con su cabeza, apretando sus muslos.

BURDEL - Sinrin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora