Capítulo 7

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Decidió no contestar el mensaje a su madre. Sabía que la omega no se iría hasta que le abriera la puerta, así que no le quedaba otra que levantarse y hacerlo.

Volvió a mirar a la omega a su lado. Sonrió inconsciente, el aroma dulce de Yerin estaba impregnando en toda la habitación, en su cama, en sus sábanas y colchas, hasta en su propio cuerpo y no podía estar más de acuerdo con eso.

Vio la cabellera negra revuelta contrastar con lo blanco de la almohada, tenía la espalda descubierta. Resistió el impulso de hundir su nariz en el cuello de la omega, ahora tenía que atender a su madre.

Se levantó, escuchando un pequeño quejido de la joven. La omega se dió vuelta, estirando sus brazos al aire y bostezando. Sus ojos cafés a penas se abrieron al sentir la luz del día.

Eunbi  se mordió el labio. Yerin recién despierta era el desastre más hermoso que había visto.

Su aroma era más dulce, y la hacía perderse mentalmente. Estaba cayendo profundo por esa omega.

Suspiró.

—Buen día, dormilona —Susurró la menor. Yerin sonrió.

—Buen día, Bi —murmuró. —¿Qué hora es? —Preguntó, con voz pastosa y somnolienta. Le pesaban los ojos y sentía el cuerpo relajado y pesado, había dormido de lo mejor.

Tal y como lo venía haciendo las últimas tres noches y es que el pecho de la alfa era la mejor almohada. No iba a admitir eso en voz alta, por supuesto que no.

—Son pasadas las 9, unnie —también tenía la voz somnolienta, y por un momento se perdió en los orbes café brillantes. — Cierto —murmuró, recordando. — Yennie, Hay que levantarse — le acarició el desordenado cabello.

Luego se puso de pie. Estaba con un pants holgado haciendo juego con su top gris y sin playera. Se estiró.

—¿Un rato más? ¿Puede ser ? —habló, haciendo un puchero inconscientemente.

—Es que... es que ha venido alguien —susurró y justo en ese instante sonó el timbre. Yerin se sentó de repente, un poco de miedo corriendo por sus venas. Eunbi se dió cuenta. —No, no, unnie no tengas miedo. Es solamente mi madre —dijo, acercándose por el otro lado y sentándose al lado de la omega, la tomó del mentón con delicadeza. —No hay nada de qué preocuparse.

—¿Cómo no, Bi? —susurró apenada, mirando el café profundo que tenía por
ojos la alfa. — Es tu madre, ¿qué va a decir de mí?, y ¿Si quiere que me vaya? O me echa a la... — Eunbi la cortó con un suave beso en los labios. La omega gimió levemente y se relajó bajo el suave tacto de la menor.

—Sh, no te preocupes —la calmó. — Nadie te va a echar a ningún lado, mi madre es la omega más buena que pueda haber, además, ésta es mi casa — sentenció. Besó la frente de la omega.

—Voy a cambiarme. Si no quieres, puedes quedarte en la cama yo la atiendo o si quieres, puedes venir a desayunar con nosotras —Yerin contempló lo primero, pero cuando mencionó desayuno su estómago gruñó, tenía mucha hambre.

— Voy a pedir que nos suban Waffles con chocolate y frutos rojos, jugo y algún pan —guiñó un ojo.

—Eres mala, alfa —dijo la omega. Eunbi rió entre dientes porque parecía una niña. —Sabes que los Waffles son mi debilidad —Yerin ya se estaba levantando. La alfa sonrió.

—Bueno, puedes tomarte el tiempo que quieras. Voy al baño y a atender a mi madre, cuando quieras salir está bien. ¿Sí? —Yerin sonrió y se tiró en la cama de nuevo. Eunbi  sonrió, complacida.

Yerin vió a la alfa correr al baño, notó su fuerte y marcada espalda, así como también los hoyos que se formaban encima de su trasero. Se mordió el labio, Eunbi  era hermosa de pies a cabeza.

BURDEL - Sinrin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora