Capítulo 17

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Eunbi  levantó una ceja, exhalando. Extrañamente sintió un peso en la boca
de su estómago, y sabía bien por qué era. Joy estaba en la puerta, la hermana de Yerin. La hermana por la cual tantas veces lloró por las noches, y por la que se le cortaba la voz al recordarla, como algo lejano, de otra
época.

De otra vida. Que ahora había vuelto.

Instintivamente miró hacia las escaleras, tratando de percatarse si su omega bajaba de ellas o no. Pensó qué hacer.

Pensó en el tiempo que su propio detective privado estuvo esos meses buscando algún
rastro o dato de la familia de su pareja, pero no habían conseguido absolutamente nada, no pudo conseguir más allá de saber que se habían mudado de la casa donde se criaron y allí se perdía todo rastro.

Pero Joy estaba aquí ahora y Yerin arriba. Acostada en su precario nido improvisado, con sus veinte semanas de embarazo y amenaza de aborto por cualquier situación que le hiciera pasar estrés, entonces...

¿Qué debería hacer? ¿Cómo Joy pudo dar con ellas? ¿En su propia casa? ¿Era prudente avisarle a Yerin?

—¿Se encuentra bien, señorita Eunbi? —Llamó Señora Lee. Ella era la beta ama de llaves de su hogar, la había visto nacer y crecer a ella y sus hermanos. —¿Necesita algo? ¿Qué le digo?

Eunbi  parpadeó. Tomó aire por la boca, y negó con la cabeza. Era algo que tenía que hacer ella.

—Estoy bien, es... sólo... estoy sorprendida, nada más —la tranquilizó.

La señora Lee asintió, todavía sin quitarle la vista de encima, no muy segura. —¿Quiere que le diga que se retire? O que deje algún contacto, o... —No, no, Ajumma, no lo haga —la cortó despacio. Se levantó, sintiendo el
suave latido de Yerin palpitar a través del vínculo.

—Hazla pasar, enseguida iré a recibirla. Y por favor, que Yerin no baje, necesito estar
segura de que no viene por ella para llevársela o hacerle daño, no lo voy a permitir —lo último lo dijo más para sí que para la mujer.

La señora Lee asintió. Despareció rápidamente por la puerta y Eunbi  se quedó sola un momento.

Pensó en su hermosa omega, y todo lo que había sufrido hasta ese momento. No necesitaba más, pero tampoco era su decisión si podía o no verla. Era de ella, de Yerin, y de nadie más. Pero eso no quitaba que ella pudiera asegurarle el terreno de ante mano.

Joy la estaba esperando en el living, un par de minutos después. Se bebió un vaso de agua y se adentró a recibir a la alfa. Era de su estatura, solo un centímetro mas baja que su omega, de cabello largo y negro. Había un parecido innegable con Yerin, solo de tez un poco más morena.

Tenía un semblante serio cuando se acercó. Pero ella no se quedó atrás, también estaba seria.

—Buenos días —dijo, segura, sin quitar la vista de los penetrantes ojos de la alfa pelinegra. — Soy...-

—Hwang  —gruñó ella, grandes ojos inquisidores sobre ella. Eunbi pensó en lo mucho que se parecía a Yerin. —Hwang Eunbi —se adelantó.

La alfa le tendió la mano, pero Joy no respondió el saludo. Estaban en medio del living. — Joy, ¿Dónde se encuentra mi hermana? ¿La tienes encerrada aquí? — «Directo al grano», pensó Eunbi . La menor notaba la mirada asesina de la chica y el ambiente se volvió más denso. El aroma de dos alfas luchando por dominar el terreno.

Eunbi  retiró la mano, e intentó calmar a su alfa interna. No le gustaba nada que otra persona se dirija de esa manera a su compañera, por más que fuera la hermana de su omega. Ella era su alfa.

BURDEL - Sinrin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora