Capítulo 10

93 9 0
                                    


Eunbi  la miraba con duda en los ojos, pero aun así había un destello de lujuria en ellos.

Las manos de la alfa instintivamente fueron a parar al vientre de Yerin, lo acarició con los pulgares.

— Pe... pero, el bebé —balbuceó.

El peso de Yerin la estaba perdiendo, estaba haciendo que su cordura desapareciera.

Sentía su cercanía, y las ganas palpitando bajo su tacto. Yerin estaba ardiendo, y ella seguía el mismo camino.

—No va a suceder nada malo —se había agachado, y susurrado contra sus labios.

—Sé que nos vas a cuidar, a ambos. Por favor Bi, necesito... te necesito, necesito sentirte por completo

Cuidar.

 bebé.

 Yerin y el bebé.

Asintió.

Estaba perdida.

—Si, si —se apresuró a decir, sacándole la prenda para quedar con el torso desnudo. Buscó su cuello, oliendo. —Si, los voy a cuidar. Cuidar al bebé —murmuró, perdida.

Yerin rió.

—Si Bi, el bebé —le dijo. Eunbi asintió. Seria. Le estaba tocando la espalda, toda su extensión, mientras Yerin empezaba un sutil movimiento de cadera.

Dentro de la habitación se empezó a elevar la temperatura.

Un gemido salió de su boca, cuando la dureza de la alfa se hizo notar a través de la
tela. Yerin jadeó, una corriente eléctrica le recorrió la columna vertebral.

Algo empezaba a palpitar en su entrada, cuando sintió a la alfa debajo suyo tocar su cuerpo, cuando su aroma de excitación inundó el ambiente.

La desesperación empezó a querer tomar el control, Eunbi lo sentía en todo su cuerpo. Quería tomarla.Consumir por completo el cuerpo de Yerin, hacerla suya. Besarla y consentirla, que su nudo las dejara pegadas por horas porque total, ahí es donde quiere estar.

Con un movimiento fluido y delicado, Eunbi  quedó encima de Yerin. Se miraron fijamente unos segundos, y sonrieron sintiendo el mismo calor nacer en sus cuerpos y consumirlas por completo.

La alfa delineó el cuerpo debajo suyo, y éste se retorcía con su toque, cuidando su cintura y su vientre a penas visible. Sus
pechos,  su piel blanca y tersa, su mentón, sus pómulos y sus labios.

Los labios que sabían a un pedacito de cielo terrenal, y dónde quería ahogarse por siempre. La besó, suave en los labios, pero a la vez hambrienta.

No podía tener suficiente de ella.

—Vamos a ir despacio. ¿Si, unnie? —Susurró, quedándose cerca de los labios de la omega. —Cualquier cosa que sientas, cualquier dolor o molestia en cualquier momento me dices, y pararemos. Por favor, Yennie  —rogó.

Yerin veía como los ojos frente a ella iban siendo consumidos por el negro, como la respiración iba siendo más densa y pesada.

—Sí, Eunbi , si —la quería más cerca. Más todo. —Por favor, bésame más. Bésame —Eunbi  la besó, de manera impetuosa.

Yerin sentía que se moría de sed, hasta que los labios de Eunbi tocaron los suyos, de nuevo. Gruñidos y jadeos por lo bajo. Eunbi se pegó mas a ella y ambos sexos se rozaron, gimiendo con ganas.

Las sábanas estaban hechas jirones. Todo era besos y manos tocando experimentalmente.

La entrada de la omega estaba empapada y dilatada, como nunca antes lo había sentido. Estaba segura de que su ropa estaría mojada en ese punto.

BURDEL - Sinrin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora