Capitulo 47: Recuperaré A Mi Hija.

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Abi no podía creer lo que estaba sucediendo; sentía que su vida se desmoronaba y no sabía qué hacer. Reunir el dinero para el rescate sería fácil, pero encontrar a las niñas resultaba complicado. Lo único que importaba eran las niñas, especialmente Bella, que padecía de asma y cuyos ataques se agravaban bajo estrés.

Llamó a John para informarle de la situación. Sin dudarlo, él tomó un vuelo directo a Italia; necesitaba estar con ellos cuanto antes.

Mientras tanto, Juliet mantenía a las niñas encerradas en una habitación oscura, tristes y llorando sin cesar.

—¿Cuándo dejarán de llorar, hijas del demonio? Son igual de molestas que su padre... —exclamó, furiosa.

—Déjanos ir y dejaremos de llorar —se armó de valor Beca.

—No se irán hasta que tenga el dinero en mis manos. Y la verdad es que sus padres se están tardando demasiado —respondió Juliet, encolerizada—. Así que les conviene guardar silencio.

—Mi hermana Bella está enferma. Ha tenido varios ataques de asma en estas horas. Necesitamos salir de aquí o podría pasarle algo grave.

—Tu hermana y tú me importan un bledo. Solo quiero que dejen de llorar y esperen hasta que llegue mi dinero. Si no, terminarán muertas —en ese momento, Bella tuvo un nuevo ataque de asma, esta vez muy severo, ya que su inhalador no funcionaba bien.

—Mi hermana necesita un médico. Si ella muere, no tendrás tu dinero —manifestó Beca, aterrorizada al ver cómo Bella se estaba descomponiendo.

—Mira, mocosa, cállate y déjame en paz. No estoy para sus juegos. ¿Crees que soy tonta, que no me doy cuenta de que están fingiendo para que las libere? No será así. Olvídalo —respondió aún más furiosa.

John llegó a Italia y, tras una ducha rápida, se reunió con Abi y Lucca. La abrazó con afecto para consolarla.

—Tranquila, todo estará bien. Juliet no será capaz de hacerle daño a las niñas —dijo para tranquilizarla.

—No sabemos hasta dónde puede llegar esa mujer. Solo quiero que mis hijas estén sanas y salvas conmigo. Bella debe estar muy mal; lo siento en el corazón.

—Hola, John, qué bueno verte por aquí —saludó Lucca.

—Hola, Lucca, me alegra verte bien —en ese momento, el celular de Abi comenzó a sonar. En la pantalla apareció un número desconocido. Podía ser Juliet, así que contestó de inmediato.

—Hola... Sé que eres tú... contesta —dijo al no recibir respuesta del otro lado.

—Maldito Lucca, que no puede hacer hijos sanos... —exclamó Juliet con furia—. Acabamos de dejar a tu querida hija Bella en una clínica. Sus ataques de asma eran muy graves, así que búscala. Pero no te creas que esto termina aquí; recuerda que tengo a la otra gemela conmigo. ¿Ya tienes el dinero?

—Sí, Juliet... Dime, ¿dónde está mi hija? ¿En qué clínica? —preguntó Abi desesperada.

—No te diré dónde está. Búscala tú misma —contestó Juliet con una risa malvada antes de cortar la llamada.

—¿Qué pasa, Abi? —preguntaron Lucca y John al unísono.

—Bella tuvo un ataque de asma muy severo y la dejaron en una clínica. —explicó, llorando amargamente.

—¿En cuál está? Hay que ir a buscarla.

—No me dijo dónde. Tenemos que llamar a todas las clínicas de la zona para averiguar dónde la dejó. Será muy difícil encontrarla; solo espero que mi niña esté bien —manifestó Abi, llorando desconsoladamente. Lucca la abrazó con ternura.

—Tranquila, mi amor. Nuestras hijas estarán bien. Son inteligentes, como su mamá. Al menos está en una clínica y recibiendo atención.

Durante la tarde, llamaron a varios hospitales de la zona, pero ninguno tenía a Bella Moreno internada. Abi estaba al borde de un ataque de nervios.

—No está. Nos debe haber engañado. Bella no está por ningún lado.

—La encontraremos. Solo faltan dos clínicas más. Oremos para que esté en una de ellas.

—¡Llamó la policía! —gritó John, corriendo desde la sala.

—¿Qué dijo? —preguntó Abi, ansiosa.

—¡Encontraron a Bella! Está en una clínica fuera de la zona donde estábamos buscando.

—¡Oh Dios mío! Hay que ir urgentemente. Mi niña debe estar muy asustada.

—Sí, amor, vamos —los tres salieron directo a la clínica donde estaba internada Bella. La policía, aunque inicialmente dudó en intervenir, estaba siendo de gran ayuda, actuando con cautela para evitar que Juliet y su cómplice supieran que los estaban buscando.

Tras un viaje de varios minutos, finalmente llegaron al lugar y Abi y su hija se reencontraron, llorando y abrazándose con amor. Gracias a Dios, Bella ya estaba recuperada, aunque aún estaba muy asustada.

—¡Mamá! —Bella seguía llorando de alegría al ver a su madre.

—Mi amor, estás sana y salva. Gracias a Dios.

—Sí, mamá, estoy bien, pero Beca se quedó con ella por mi culpa. Si no se quedaba, no me habrían llevado a la clínica, y yo estaba muy mal.

—No te preocupes, mi amor. Encontraremos a Beca. No pararemos hasta encontrarla —en ese momento, el celular de Abi sonó de nuevo. Era Juliet.

—Hola, Juliet.

—Así que finalmente sabes quién soy. Me halagas, querida Abi —respondió con cinismo—. Ahora que estás con tu hija, me imagino que querrás recuperar a la otra, ¿no?

—Devuélveme a Beca, Juliet — estaba decidida. Si tenía que enfrentarse a esa mujer para recuperar a su hija, lo haría.

—Ven a la dirección que te daré y trae el dinero. Si vienes con la policía, juro que mataré a las dos.

—¿La policía?

—¿Crees que soy tonta, Abigail? Sé muy bien que nos están buscando, pero jamás nos encontrarán.

—Dime la dirección y en media hora estaré allí con el dinero. Si le has hecho daño a mi hija, juro que me vengaré de ti.

—No lo haré si cumples con lo que te digo —Juliet cortó la llamada y se sentó en el sofá a su lado para recuperarse.

—¿Qué te dijo Abi? —preguntó Lucca, ansioso.

—Quiere que lleve una buena cantidad de dinero a la dirección que me pasó. Sabe que la policía la está buscando, y si los llevo conmigo, matará a Beca.

—Abi, no te dejaré ir sola —exclamó Lucca.

—Lo haré. No voy a permitir que te hagan daño otra vez...

—Abi... Esa gente es muy peligrosa. Pueden hacerte daño. Iremos contigo —dijo John.

—Iremos y nos mantendremos a distancia —Lucca estaba muy preocupado. Aunque ella no quisiera, John y él la acompañarían, escondiéndose para protegerla.

—Se dará cuenta, y será mucho peor.

—Entiende que no puedo dejarte ir sola.

—Lo haré, aunque no quieran. Les entregaré el dinero y recuperaré a mi hija.

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