—¿De qué hablas, Lucca? —preguntó Abi, consternada, incapaz de creer que él supiera sobre las gemelas. ¿Cómo lo supo...?
—John me lo dijo. Me contó que ustedes fueron amantes mientras estábamos casados.
—No puedo creer que haya dicho algo así...
—Si no es verdad, las niñas son mis hijas y tú me has mentido todo este tiempo...
—Es verdad... —Abi quedó en silencio por unos segundos, inventando una mentira—. John dijo la verdad. Él y yo fuimos amantes y quedé embarazada. Estaba triste y angustiada porque te ibas con Juliet por las noches —comentó, recordando esas noches en las que se quedaba despierta llorando hasta altas horas, imaginando a Lucca en la cama con su amante.
—No puedo creerlo, Abi... Pero tienes razón. No te culpo; el que te llevó a eso fui yo y es algo que no voy a perdonarme —ella se sorprendió al ver el cambio que había hecho Lucca en todos esos años. En ningún momento habló de dinero.
—Lucca... ¿Puedes dejarme en paz? Por favor, quiero casarme con John. Él me quiere y me ha apoyado todo este tiempo; además, es el padre de mis hijas...
—¿Lo quieres? Dime la verdad... ¿Lo quieres? —Abi no supo qué contestar. Desde que volvió a verlo después de tantos años, tenía una confusión en la cabeza—. Si es así, te dejaré en paz...
—Sí, lo quiero, Lucca. Lo quiero y quiero casarme con él.
—Está bien, Abi. Deseo que seas feliz y si John es tu felicidad, te dejaré tranquila... Solamente seguiré insistiendo en las acciones de la empresa. Quiero ser inversor de Empresas Moreno; quiero que vuelvan a España, de donde no deberían haber salido.
—No quiero trabajar contigo, Lucca...
—¿Tienes miedo? ¿Tienes miedo de caer a mis pies otra vez?
—Eres insufrible.
—Nos vemos en la exposición, Abi. Lleva a tus hijas; quiero conocerlas. Llevaré a Marco también para que lo conozcas —acotó, cortando la llamada. Sin duda, Lucca sospechaba de la paternidad de las niñas, pero no daría el brazo a torcer. No le diría la verdad; ya habían pasado cinco años, no iba a venir a cambiar toda su vida por él...
Minutos después de terminar de hablar con su exesposo, John regresó a casa y Abi necesitaba saber qué había pasado entre ellos.
—John, dime, ¿qué pasó entre Lucca y tú? Y no me mientas —comentó, algo enojada.
—Nunca te mentiría, amor, pero tuve que hacerlo para que nos dejara en paz. Le dije que tú y yo fuimos amantes y que teníamos dos hijas.
—¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué tuviste que meter a las niñas en esto? Mi reputación no importa, pero sí importan mis hijas.
—Lo sigues amando, ¿verdad? ¡Por eso estás enojada!
—No digas tonterías, John. Sabes que te elegí como el padre de mis hijas y mi compañero de vida; por eso decidí casarme contigo. Pero no voy a permitir que metas a las niñas en esto.
—Lo siento, Abi, de verdad. No fue mi intención; Lucca me hizo enojar... Sé que no debí hacerlo, juro que no volverá a pasar... —exclamó arrepentido.
—Quiere trabajar para Empresas Moreno y llevar la empresa a España, y la verdad es que voy a aceptar... Quiero volver a España.
—¿No ves que solo lo hace para estar cerca de ti?
—Y tú no confías en mí, John. Para Lucca y yo no hay oportunidad. Si realmente me amas, como dices, confía un poco en mí.
—Está bien, perdóname. Soy muy celoso. Sé lo que Lucca significó para ti, por eso me cuesta que esté cerca de ti.
—Y lo entiendo, pero tienes que confiar en mí.
—Confío en ti; en quien no confío es en él.
Finalmente llegó el día de la exposición. Empresarios de todo el mundo se hicieron presentes. Abi y su equipo habían trabajado tanto para que todo saliera bien que la exposición fue un éxito. La prensa habló maravillas de Empresas Moreno y, por supuesto, de su CEO principal, Abigail Moreno.
Sus padres estaban muy orgullosos y, por supuesto, estuvieron en ese día tan especial, apoyándola como siempre.
—Te lo dije, hija. Sabía que los negocios eran lo tuyo. Llevaste a Empresas Moreno a lo más alto. Tu abuelo estaría tan orgulloso de ti y, por supuesto, nosotros también lo estamos —comentó su padre emocionado, haciéndola emocionarse a ella también.
—No sabes lo importantes que son tus palabras para mí, papá. Gracias a ti también, que fuiste quien me educó para esto y quien tuvo mucha paciencia conmigo.
—Hija... Me llegó un rumor y necesito preguntarte algo. ¿Es verdad que Lucca Chiaraviglio está aquí y quiere volver contigo? —preguntó Analia a su hija.
—Así es, señora Moreno —exclamó una voz a sus espaldas, esa voz que reconocería en cualquier parte, que le hizo erizar la piel con solo escucharla—, solo que su hija ya no quiere aceptarme.
—Hola, Lucca, ¿cómo has estado tanto tiempo? —saludó Analia amablemente.
—Muy bien, señora, y ahora mucho mejor al ver lo que ha podido hacer Abi con la empresa. Siempre le dije que tenía talento para los negocios.
—Hola, Lucca —saludó Pedro, estrechándole la mano—. ¿Qué te trae por aquí?
—Quiero trabajar para Empresas Moreno, Pedro. Quiero ser inversor para que vuelvan a España.
—No lo puedo creer, Lucca. ¿Lo dices en serio? Empresas Moreno llegaría a la cúspide de las empresas automotrices de toda Europa; sería una gran competencia para Empresas Chiaraviglio.
—Y quiero que lo sea, Pedro.
—¿Por qué haces esto? ¿Qué te importa mi empresa? —preguntó Abi, que no soportaba más estar callada. No podía creer quién era ese tipo y qué había hecho con el antiguo Lucca. El de antes solo le importaba él y su dinero, y ahora lo único que quería era ayudar a la empresa.
—Porque quiero recompensarte por todo el daño que te hice.
—No es necesario, puedo sola.
—Sé que puedes, Abi. Confío en ti y en tu trabajo. No cualquiera hace una exposición como esta.
—Tengo un gran equipo de trabajo detrás.
—Y no lo dudo.
—¡Lucca, Lucca! —se escucharon los gritos de Antoine, desesperado, buscándolo por todos lados.
—Aquí estoy —de repente notó que Antoine venía corriendo hacia donde estaba él con su hijo en brazos, sin poder respirar—. Marco, mi amor, tranquilo, aquí está papá —Lucca se acercó a su hijo, tratando de no perder la compostura. Se quitó el saco, lo acomodó en el suelo y acostó al niño sobre él.
Abigail no podía creer lo que veían sus ojos. Lucca cuidando a su hijo con tanto amor hizo que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Marco estaba muy nervioso, no lograba poder respirar con su inhalador, pero ella, que conocía lo que era tratar con asmáticos, ya que Bella también lo era, se acercó al niño, se sentó junto a él y comenzó a tranquilizarlo.
Marco no sabía quién era esa mujer, pero se sentía tan a gusto con ella que comenzó a respirar mejor, hasta que el inhalador logró cumplir su función y el niño empezó a respirar mejor.
Lucca no tenía más que palabras de agradecimiento para ella. Su hijo estaba muy triste, culpa del abandono de su madre, y sus ataques eran muy seguidos.
—Gracias, mi querida Abi, no sabes cuánto te lo agradezco —exclamó Lucca, más tranquilo.
—No tienes por qué agradecerme, lo principal es que se tranquilicen, así comienzan a respirar mejor.
—¿Tus hijas son asmáticas? Es una mala herencia de los Chiaraviglio.
—Solo Bella lo es, y también le ocurre muy seguido. Me alegra ver que has cambiado, Lucca, y que eres un gran padre... —en ese momento, Abigail sintió que acababa de meter la pata. Acababa de confesarle a Lucca que las niñas eran sus hijas.
—Un gran padre soltero —comentó, dedicándole la más tierna de las sonrisas, y ella se derritió por completo.
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Un Matrimonio Por Conveniencia #PGP2024
RomanceAbigail Moreno, hija de una adinerada familia, debe contraer matrimonio con el frío y maléfico Lucca Chiaraviglio, para así salvar a su familia de la ruina. Sin embargo, las cosas con Lucca empiezan muy mal, a pesar de enamorarse a primera vista, a...