Como Lucca lo había prometido, no volvió a ponerse en contacto con Abi en varios días.
Mientras tanto, ella estaba ultimando los detalles de su boda, que se celebraría en dos días. Aunque sabía que estaba cometiendo el peor error de su vida al renunciar a Lucca, ya no podía hacer nada; ambos habían decidido poner fin a su amor.
Como todos los días, después de desayunar con las niñas, las llevaba al colegio y se dirigía a la empresa. Esa noche tenía una cena de negocios crucial: unos inversores de España querían invertir en Empresas Moreno para trasladarlas de nuevo a su país de origen.
En el ascensor camino a su oficina, se encontró con Amy, quien empezó a burlarse de ella:
-Ay, Abi, no parece que te casas en dos días; tienes una cara...
-Ahora no estoy para bromas, Amy. Tenemos que ponernos manos a la obra para la reunión de esta noche.
-Sí, lo sé, pero no puedes ir con ese semblante. Tienes que mejorar tu ánimo...
-No puedo, te juro que no puedo -comentó angustiada, al borde de las lágrimas.
-No puedes porque sabes que estás cometiendo el peor error de tu vida. Aún hay tiempo para cambiar de decisión.
-Lo sé, pero no hay vuelta atrás. Le dije a Lucca que no lo amaba y que siguiera su camino.
-Seguro que aún hay tiempo para recuperarlo, Abi. Solo no debes casarte -siguió insistiendo Amy.
-No, como te he dicho antes y sigo pensando, no lastimaré a John.
-Piensa en ti misma. ¿Estás dispuesta a pasar el resto de tu vida al lado de un hombre que no quieres? -preguntó Amy, tratando de hacerla reaccionar.
-Lo estoy, aunque mi corazón se rompa en pedazos.
Hace una semana que Lucca volvió a Italia y no se puso en contacto con Abi. Ella lo extrañaba con locura, pero debía acostumbrarse a la idea. En dos días, estaría casada con el senador y ya nada podría hacer.
Lucca había intentado trabajar hasta altas horas de la noche para no pensar en ella. Necesitaba olvidarla y rehacer su vida, así que esa noche tenía una cita con una mujer de negocios muy importante para ver qué les depararía el destino.
Aunque huyó de Estados Unidos para no trabajar con Abi, una empresa amiga aceptó colaborar con él. Serían inversores de Empresas Moreno para llevarlas de nuevo a España. Si ella supiera que la cena de negocios de esa noche estaba organizada por su empresa, seguro que no habría asistido. Así que se escudó detrás de ellos para ayudarla en el anonimato. Además, si Empresas Moreno regresaba a España, sería un beneficio para él, ya que tendría a sus hijas más cerca y podría estrechar lazos con ellas.
Abi se estaba preparando para la cena de esa noche. Por suerte, iría con Amy; no le hubiera gustado ir sola. Amy la pasó a buscar por su casa y juntas se dirigieron al restaurante.
Allí se encontraron con los representantes de Empresas González, dedicadas a la fabricación de motores de autos, quienes deseaban invertir en Empresas Moreno, encargadas de fabricar las demás partes del vehículo.
-Es un placer conocerlo, señor González -exclamó Abi, estrechándole la mano. Él, muy formalmente, se la besó.
-Es un honor conocerla, señorita Moreno. Usted es una eminencia en los negocios, y más siendo una mujer en un mundo de hombres.
-Gracias, señor. Pero también tengo un gran equipo de trabajo que me apoya.
-Por supuesto, uno solo no puede.
La cena transcurrió rápidamente hablando de negocios y finalmente se cerró el trato. Abi regresó a casa muy satisfecha; era un gran negocio en puerta.
Mientras Lucca jugaba a los videojuegos con su hijo, recibió una llamada de su amigo Héctor González, empresario español. Seguramente había terminado la cena de negocios.
-Hijo, debo atender la llamada.
-Está bien, papá, pero lamento decirte que voy a matarte -dijo Marco, moviendo el joystick y matando al personaje del videojuego que manejaba su padre.
-Eres cruel, hijo -respondió Lucca, riéndose, y Marco le devolvió la sonrisa en complicidad.
Se alejó de su hijo y atendió la llamada.
-Hola, Héctor, ¿cómo estás?
-Hola, Lucca. Acabamos de terminar la cena de negocios. Déjame decirte que esa chica, además de ser hermosa, es increíblemente inteligente. Por supuesto que cerramos el trato.
-¡Gracias, te lo agradezco mucho! -exclamó Lucca, muy contento.
-Lo que no entiendo es por qué no fuiste tú directamente. Empresas Chiaraviglio está en mejor posición para negociar.
-Abigail no querría tratar conmigo...
-Ahora lo recuerdo, ustedes fueron marido y mujer hace unos años. ¿Terminó muy mal la relación? -preguntó Héctor en confianza.
-No tan mal, pero preferimos no vernos nunca más. Esta vez voy a cumplir mi promesa.
-Entonces, ¿por qué la ayudas?
-Porque la amo y se lo merece. Lamentablemente, ella se casará con otra persona -comentó con tristeza.
-Oh, Lucca, lo siento.
-Está bien, lo superaré como lo hice hace cinco años.
Ambos hablaron un rato más sobre negocios y Lucca cortó la llamada. Sin embargo, estaba a punto de guardar su teléfono para volver con su hijo cuando el teléfono volvió a sonar. Seguro que Héctor había olvidado decirle algo más.
-Héctor, ¿qué sucede...?
-No soy Héctor, Lucca -respondió una voz femenina al otro lado del teléfono-. Soy Juliet.
-¡Finalmente apareces! -comenzó Lucca, furioso-. Pensé que te habías olvidado de que tenías un hijo. Aunque sería mejor que te olvidaras de él, ahora que está superándote.
-¿Y dejar que esa española se quede con mi hijo? Estás muy equivocado.
-Abigail y yo no estamos juntos y no lo estaremos; ella se casará con otra persona.
-Oh, qué lástima por ti -fingió malestar-. Solo quiero ver a mi hijo.
-¿Y si te digo que Marco no quiere verte?
-No te creo. Mi hijo me ama.
-Hubieras pensado en él antes de irte y abandonarlo como lo hiciste.
-Mira, no me importa lo que pienses. Me llevaré a mi hijo donde yo quiera, así que prepárate, porque pasaré por Marco y lo llevaré muy lejos de ti.
-¿Estás completamente loca, Juliet? ¡No voy a permitirlo! ¡Te llevaré a la justicia!
-Haz lo que quieras. La justicia siempre está a favor de las madres.
-Pero no de una que abusa de las drogas y el alcohol y lo dejó abandonado.
-Vas a sufrir lo que yo sufrí en cinco años de matrimonio... -comentó resentida.
-Tuviste todo lo que querías. No sé qué más querías.
-Me dejabas sola todo el tiempo; vivías para esa maldita empresa y para tu hijo. Nunca te olvidaste de esa maldita española. Yo era un fantasma para ti.
-Creo que te lo merecías, y más ahora que sé que sabías que Abi estaba embarazada.
-Yo no lo sabía, idiota. Pero, por supuesto, lo intuí, por eso mentí sobre las semanas de gestación. Ella estaba embarazada de más semanas que yo.
-Eres cruel y no voy a permitir que te lleves a mi hijo.
-Entonces prepárate para luchar por él, porque lo haré...
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Un Matrimonio Por Conveniencia #PGP2024
RomansAbigail Moreno, hija de una adinerada familia, debe contraer matrimonio con el frío y maléfico Lucca Chiaraviglio, para así salvar a su familia de la ruina. Sin embargo, las cosas con Lucca empiezan muy mal, a pesar de enamorarse a primera vista, a...