Capitulo 30: Fuimos Amantes.

3.4K 164 9
                                    

Lucca salió de la oficina de Abi completamente desconcertado. No podía creer cómo el tiempo había transformado a su exesposa. Estaba deslumbrante, con esos ojos verdes que lo dejaron sin aliento. Había recuperado su figura impresionante, que había ganado peso durante su matrimonio, y ahora lucía más radiante que nunca.

Subió a su auto y se dirigió al hotel donde se alojaba con Marco, su hijo. Al verlo, el niño corrió a abrazarlo y le dio un tierno beso en la mejilla.

—¡Hola, papá! ¡Te extrañé mucho! —dijo Marco. Lucca se maravillaba de cómo su vida había cambiado desde que el niño llegó a ella. El pequeño le trajo paz, alegría y, sobre todo, amor. Era un niño tan dulce que no merecía tener una madre como Juliet, quien siempre lo menospreció por su asma, una condición que, a pesar de estar controlada, ella consideraba una carga. No le importó abandonarlo cuando se fue con su amante.

—Hola, mi amor. ¿Cómo estás? —le preguntó con ternura.

—Muy bien, papá. Estuve jugando a los videojuegos con el tío Antoine —dijo. Su primo se había vuelto muy cercano a él tras el abandono de Juliet; lo adoraba como a un sobrino y lo cuidaba siempre que su padre tenía que hacer un viaje de negocios.

—Hola, Lucca —saludó Antoine—. ¿Cómo estás? ¿Has visto a Abi?

—Sí, y déjame decirte que está más hermosa que nunca. La vida me ha dado otra oportunidad y no voy a desperdiciarla. Abi es mía y la voy a recuperar.

—Sabes que está en pareja con el senador John Meyer. No creo que te deje el camino libre.

—No me importa, Antoine. La perdí una vez; no voy a dejar que se me escape de nuevo.

—¿Quién es Abi, papá? —preguntó Marco con curiosidad.

—La persona más maravillosa de este mundo, mi vida, y muy pronto la vas a conocer —dijo Lucca justo cuando su teléfono celular comenzó a sonar. Al ver la pantalla, notó un número desconocido. Tras un momento de vacilación, decidió contestar.

—Hola, ¿quién habla?

—¿Estoy hablando con Lucca Chiaraviglio? —preguntó John desde el otro lado de la línea, con arrogancia.

—Sí, soy yo. ¿Y tú quién eres? —respondió en alerta, ya que había estado recibiendo llamadas de un número desconocido en los últimos días.

—Soy John Meyer, el futuro esposo de Abigail.

—Hola, senador John. Es un placer hablar con usted—respondió Lucca con un tono cínico.

—Necesito hablar contigo personalmente, Chiaraviglio.

—Imagino que es por la visita que le hice a Abigail en su oficina. Está bien, nos encontraremos en el bar de mi hotel —dijo Lucca, proporcionando la dirección antes de que John cortara la llamada.

—Te dije que no iba a quedarse tranquilo—acotó Antoine.

—No te preocupes, yo tampoco me daré por vencido.

Lucca se duchó, se vistió con ropa casual y se dirigió al bar del hotel. Minutos después, John llegó. Se acercó a la barra, donde estaba sentado Lucca, quien se levantó para saludarlo.

—Hola, Lucca Chiaraviglio —saludó John, con una mezcla de nerviosismo e inseguridad. Su presencia era imponente.

—Hola, John. Toma asiento, por favor. Pedí un whisky para ti. No conozco tus gustos, pero puedes cambiarlo si prefieres.

—Está bien así, gracias.

—Dime, ¿para qué me has llamado? —La camarera interrumpió para servir los dos vasos de whisky.

—Aquí tienen.

—Gracias —dijeron ambos al unísono mientras la camarera se retiraba.

—Quería hablar contigo porque necesito pedirte un favor —dijo John, sorprendiendo a Lucca, quien abrió los ojos de par en par.

—Dime, ¿qué puedo hacer por ti? No te conozco.

—No te interpongas entre Abi y yo, por favor...

—No puedo hacer eso, senador. Amo a mi exesposa y estoy aquí para luchar por ella. No es nada personal; simplemente no permitiré que nadie se interponga en mi camino.

—Te divorciaste de ella. Abi me contó lo que sufrió durante su matrimonio. Cuando la conocí, aún estaba afectada por ti y era muy vulnerable. Ahora que está fuerte y estamos a punto de casarnos, te acuerdas de que existe.

—No voy a permitir que se casen. Abi sigue amándome —dijo Lucca con firmeza.

—Lo dudo. Ella aceptó casarse conmigo porque me ama tanto como yo a ella. Quise enfrentarme contigo de manera civilizada, pero no me has dejado otra opción. No voy a permitir que te interpongas entre nosotros. Además, tenemos dos hijas —Lucca no podía creer lo que escuchaba. ¿Abigail se había convertido en madre? ¿Cómo era posible?

—No puedo creer lo que dices. ¿Estás mintiendo para que yo me haga a un lado? No lo haré...

—Se llaman Beca y Bella. Tienen 5 años. Son la luz de nuestras vidas.

—¿Cinco años? —preguntó Lucca, desconcertado. No podía creer lo que escuchaba. Abigail le había sido infiel durante su matrimonio. Ella y este hombre habían sido amantes. Aunque, en el fondo, sentía que se lo merecía, ya que él también había estado con Juliet.

—Sí, Chiaraviglio, cinco años.

—¿Quieres decir que tú y ella...

—Estuvimos juntos durante tu matrimonio. Fuimos amantes —dijo John, mintiendo. Era la única forma de hacer que Lucca se apartara—. Abi quedó embarazada y decidió alejarse de ti. Nos mudamos a Estados Unidos.

—No puedo creerlo... No sabía que Abi se había convertido en madre...

—Por eso te lo pido, Chiaraviglio. No lo hagas por mí, hazlo por las dos niñas que no tienen la culpa de nada. Tú eres padre como yo. No lastimes a Beca y Bella.

—No me manipules, senador. Sé que las niñas no tienen la culpa, pero tú te metiste en mi matrimonio y no lo voy a dejar pasar. Entiendo que Abi actuó así por mi culpa, porque sabía que yo estaba con Juliet. Pero tú te aprovechaste de su vulnerabilidad.

—Te lo repito, Chiaraviglio, no te interpongas entre nosotros. Ahora te lo digo por las buenas. La próxima vez no seré tan amable... —dijo John, levantándose y marchándose del lugar. Lucca estaba confundido. Necesitaba hablar con Abi urgentemente... ¿Y si esas niñas eran en realidad sus hijas? Ella no sería capaz de ocultárselo... ¿O sí?

Sin pensarlo, tomó su teléfono y marcó el número de Abi. Minutos después, respondió.

—¿Hola? —preguntó Abi, al no reconocer el número.

—Hola, soy yo —dijo Lucca. Ella reconoció su voz de inmediato.

—Lucca, ¿qué quieres? ¿Para qué me llamas?

—Necesito saber algo...

—Dímelo...

—¿Es verdad que el senador y tú fueron amantes durante nuestro matrimonio?

—¿Por qué preguntas eso? ¿Acaso crees que todos somos iguales que tú?

—Entonces dime, ¿quién es el padre de Beca y Bella?

Un Matrimonio Por Conveniencia #PGP2024 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora