Isabelle
Rosario de sangre
Dos años atrás...
2021A primera vista, muchos asumen que mi vida está llena de lujos y caprichos, una envidia para muchos. Sin embargo, la realidad es diferente.
En nuestra ciudad, la mera mención de los Guidacci evoca imágenes de opulencia y privilegio. Pero lo que la gente desconoce son los problemas que enfrentamos, que van más allá de las preocupaciones típicas de una familia adinerada.
Como Isabelle Guidacci, la más joven de tres hermanos varones, llevo el apellido pero la sangre que corre por mis venas no es la misma que la de ellos. Desde pequeña supe que era adoptada, una verdad que nunca fue ocultada. Siempre estuvo presente el conocimiento de que mis verdaderos padres murieron cuando yo era solo una bebé, fueron víctimas de la violencia callejera.
Agradezco el cuidado y la protección que recibí todos estos años, pero eso no cambia la naturaleza de quienes son y la persona que quieren que yo sea. Mi padre, en particular, me trata como la joya de la familia, aunque desconozco las razones detrás de su favoritismo.
Sin embargo, día a día, me enfrento a la presión de cumplir con las expectativas de una familia que solo oculta los secretos más perversos de toda Italia y gran parte del mundo criminal.
La penumbra de unas pocas velas alumbra el extenso camino hacia el altar del Duomo de Milán. Un breve escalofrío recorre mi cuerpo mientras observo las enormes columnas que mantienen la estructura gótica de esta catedral.
Mi padre, en su trono, y mis tres hermanos detrás de él, me observan mientras avanzo con elegancia y determinación hacia el altar, donde reposa un rosario de oro y una daga afilada con empuñadura también de oro.
Me siento atrapada aquí, debería estar tranquila por las imágenes de Jesús pero no...la mera presencia de mi familia me incomoda y hace que este lugar religioso se vuelva infernal.
Mi vestido negro, ceñido, roza el suelo y el sonido de mis pisadas y una leve melodía sacra, es lo único que se escucha mientras camino, demostrando confianza.
Me detengo frente a la mesa y poso las manos sobre ella. Miro los anillos de diamantes que decoran mis dedos. Los anillos que le pertenecieron a cada mujer Guidacci. Desde la primera hasta la última en hacerlo, que fue Amelia.
Yo no debería llevarlos, no porque no me pertenezcan, sino porque no los quiero.Mi padre se levanta del trono y queda frente a mí, del otro lado de la mesa. No aparto la mirada y me preparo para el juramento llamado "Rosario de Sangre".
- En la familia Guidacci, la lealtad es un pacto sagrado. Aquellos que se comprometen con nuestra causa reciben protección y apoyo. Sin embargo, la traición es castigada con severidad. - Cada palabra que pronuncia hace que un sudor frío me invada - . Que tu juramento sea firme y tu lealtad inquebrantable. - finaliza.
Creo mentalmente mi barrera de hierro y no permito mostrar ninguna emoción que me perjudique ante la presencia de ellos.
Tomo aire. Tengo el impulso de tragar saliva pero no lo hago.
Comienzo el discurso para el cual me prepararon toda la vida. O más bien, me obligaron a prepararme.
- Ante la oscuridad eterna y los secretos que guardamos, yo, Isabelle Guidacci - Tomo la daga con firmeza y estiro mi antebrazo izquierdo - ...juro lealtad inquebrantable a nuestra familia. Prometo mantener en secreto nuestros designios y proteger los intereses de nuestro clan con toda mi fuerza y habilidad. Juro mi vida, mi voluntad y mi devoción a nuestra causa, sin vacilación ni arrepentimiento. - hago un corte superficial en mi antebrazo, sin mirar - ...Que mi sangre y mi espíritu se unan a los miembros de mi familia hasta que la muerte nos reclame. - la sangre gotea cayendo en el rosario - . Que así sea, ahora y para siempre.
Suelto la daga y observo el rosario ensangrentado.
Mi padre me mira con leve dejo de triunfo en su mirada por unos segundos y luego dice:
- La lealtà si paga con il sangue, il tradimento con la morte. - la frialdad en su voz pararía el corazón de cualquier mortal.
"La lealtad se paga con la sangre, la traición con la muerte".
Repito lo que dice, sin balbucear, para finalizar el juramento.
Se acerca a mí y toma mi rostro con ambas manos para depositar un beso en mi frente para darme la bendición.
- Muy bien, hija mía. Tu lealtad y coraje son dignos de una Guidacci. - asiente orgulloso.
Tenía que hacer esto, aún así sabiendo que una vez dentro, no saldré. Sabiendo que ese juramento me condenó.
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Cruel Ambición (Infierno 1)
RandomElla está condenada de por vida desde que decidió serle leal a su familia. Un juramento que es como una soga en el cuello y que ahorca cada vez más. Pero lo que Isabelle no sabe es que detrás del pacto sagrado que no puede romper, se esconde un osc...