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Charles se sentó frente al escritorio de su jefe, con la incomodidad atenazándole la garganta.
Desde que había recibido su mensaje esa mañana, unas horribles náuseas habían empezado a revolverle el estómago.

¿Qué demonios iba a decirle?

No había hecho ningún progreso, más que hacer el amor con Erik cada vez que tenían tiempo para hacerlo.

Se había encariñado con el escritor gruñón, pero no podía decirle eso a su jefe.

- ¿Y bien, Xavier? ¿Han habido progresos con respecto a la entrevista? - La voz de su jefe sonaba amable, pero había un trasfondo de desprecio que a Charles simplemente le daba escalofríos.

- Aún no ha accedido, pero estoy cerc-...

- ¡Estoy harto de tus excusas! - Sebastian Shaw bramó con enojo, mientras daba un seco golpe a su reluciente escritorio. - ¡Llevas al menos cuatro meses en esa condenada casa!

El miedo hizo que Charles quisiera vomitar.
Había algo escalofriante en ese hombre, que realmente lo asustaba.

- Lo siento... trataré de apurar las cosas... - Charles balbuceó, centrando su mirada en la tela de su propio pantalón. No se atrevía a mirarlo.

El hombre volvió a hablar. Esta vez con un tono más suave. Como si no le hubiera estado gritando segundos antes.

- Está bien, Charles. Tienes un mes más para convencerlo. Si no lo haces, te despediré. ¿Entendido?

Charles tragó con dificultad y asintió, porque lo único que deseaba era salir lo más rápido que pudiera de ahí.

- Entendido, señor. - Afirmó en voz baja, poco convencido de sus propias palabras.

- La credibilidad de esta revista depende enteramente de esa entrevista. Muchos quieren la primicia de entrevistar a Erik Lehnsherr. Si no lo logras, no sólo me decepcionarás a mi, si no que te decepcionarás a ti mismo. Esta es tu mejor oportunidad Charles. - Su jefe deslizó con una suave frialdad que lo caló muy hondo.

Él realmente quería cumplir. Quería demostrarse a sí mismo que era capaz de lograr ser bueno en su trabajo.

Pero no había previsto enamorarse de Erik.

*         *       *

- Charles... ¿estás bien? -

La suave voz de Pietro atravesó sus pensamientos. No sabía cuánto tiempo había estado dentro de su mente.
La conversación con Shaw lo había dejado decaído, y muy pensativo.

- Sí. Estoy bien. ¿Cómo están tú y la pequeña Luna? - Preguntó con dulzura, tratando de centrarse en el chico.

Peter se veía feliz. Se había mudado hacía un mes con Logan, lo había convencido de llamar Luna a su bebé, y su vientre se veía redondamente tierno.

Después de haberlo visto sufrir tanto, lo ponía muy contento verlo tan alegre.

¿Tendría él la misma suerte?

- Estamos bien. Aunque quiero helado todo el maldito día. Lo juro, Charles. Logan no tendrá que llevarme al hospital, iré yo sólo rodando cuando mi beba quiera nacer. -

La risa de Peter lo hizo reír, y Charles se relajó un poco.

Todo estaría bien. Él realmente resolvería todo.
No es como si Erik fuese a echarlo luego de darle la entrevista.
Quizás inicialmente habían acordado eso, pero él sabía que Erik también lo quería.

A estas alturas ya no era el trabajo únicamente lo que los unía.

- Charles... ¿en serio estás bien? - Peter insistió con un ceño de preocupación en su rostro, y Charles fingió completa tranquilidad. Después de todo no podía contarle al joven sus problemas. 
Estaba demasiado sensible y temperamental. No quería sumar más ingredientes a su inestable ánimo.

Mi chance eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora