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Peter miró por quincuagésima vez su celular.
Deseaba con todas sus fuerzas enviarle un mensaje a Logan, pero no estaba seguro de qué decirle.
Después de todo, él tampoco lo había contactado, y no estaba seguro de si el obsequio significaba que aceptaba a su hijo, o simplemente aceptaba su existencia aunque no lo quisiera.

Quizás se estaba precipitando, haciéndose ilusiones con algo que tal vez no era lo que él estaba imaginando.

Dejando escapar un suspiro, volvió a guardar los escarpines, y trató de pensar en otra cosa.
Necesitaba dejar de pensar en Logan.

Lo que era horriblemente difícil teniendo en cuenta que tenía que hacer reposo y nada en la tv lo estaba entreteniendo demasiado.

- Toc-toc. ¿Puedo entrar? - Wanda preguntó justo en ese momento, abriendo la puerta, y Peter no pudo evitar reír.

Era gracioso que preguntara, mientras ya estaba entrando.

- ¿Cómo anda mi sobrina favorita? - Peter preguntó con una sonrisa, mientras ella se sentaba al costado de su cama.

- Soy tu única sobrina, tonto. - Ella respondió falsamente ofendida, mientras miraba con interés la zona de su vientre.

Sonriendo, Peter subió un poco su camiseta para que ella pudiera ver la forma levemente redondeada.

La niña esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
- No puedo creer que tu bebé quepa ahí dentro. Debe ser tan chiquita... - Ella divagó, mientras acariciaba delicadamente con su mano la piel de su vientre.

- Lo es. Aún es muy pequeña. Pero algún día será igual de grande y hermosa que tú. - Peter explicó con dulzura, acariciando el cabello de Wanda.

No le molestaría que su hija fuese tan buena como la niña de su hermano.

- Tío... - El ceño de la niña se arrugó con preocupación. - ¿Me seguirás queriendo aunque tengas a tu bebé? Digo... ella será tu hija, y yo sólo tu sobrina. - Explicó un poco alicaída.

Peter se enterneció, y extendió sus brazos para que ella se acostara a a su lado.

Wanda se dejó acurrucar por él.

- Tú siempre serás mi pequeña brujita. Nadie te quitará ese puesto especial. - Él la calmó con dulzura, rodeándola entre sus brazos con cariño.

La niña asintió sonriente, levantando su rostro hacia él.
- Tío... sé que estás triste porque extrañas al tío Logan. ¿Sabes? Yo también lo extraño.

Peter la miró confundido.
- ¿A qué viene eso, brujita? Además estoy bien. Y tu tío... bueno, él está ocupado con algunas cosas.

¿Era correcto que Wanda lo siguiera llamando tío?
Quizás debía decirle la verdad, pero aún no estaba listo para romperle el corazón a la niña.
Después de todo, ella quería mucho a Logan.

Y ciertamente no era la única...

- Bueno, de hecho... aproveché que papá y Charles salieron al super a hacer la compra del mes... - La niña comenzó a explicar mientras se ponía de pie, acercándose a la puerta.

- Cariño, no estoy entendiendo...

Cuando ella abrió la puerta, y Logan apareció segundos después en el umbral, Peter casi se queda sin respirar.

¿Por qué estaba ahí? ¿Y cuándo y cómo había entrado?

- Lo siento, tío. Yo lo extrañaba mucho y lo llamé. Y pensé que tú también lo extrañarías.

La simpleza con que los niños se expresaban era tan fascinante, que Peter se preguntó por qué al crecer los adultos se volvían tan rebuscados.

Peter levantó la vista hasta Logan, y encontró que sus ojos se veían tan cansados como los suyos.
Sin embargo, a diferencia de la última vez, su cabello estaba ligeramente más acomodado, y se había recortado la barba en el punto exacto que a Peter tanto le gustaba.

Mi chance eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora