12

257 40 11
                                    

Los días pasaron, y aunque Charles se sintió realmente feliz de ver a Peter más animado, le preocupaba lo dolido que estaba Erik.

Hacía días que estaba encerrado en su estudio, supuestamente escribiendo, sin querer ver a nadie más que a Wanda.

Él sabía que no debía entrometerse entre los hermanos, pero no quería verlos distanciados. Y aunque Peter había intentado de todo para solucionar las cosas, Erik había hecho caso omiso, sin poner ningún esfuerzo de su parte.

Charles no tenía hermanos. Pero podía llegar a comprenderlo. Si Raven, su mejor amiga, hubiese vuelto con alguien que a sus ojos la había hecho sufrir, y además hubiese desmerecido su preocupación, también estaría enfadado.

Pero Erik olvidaba el pequeño detalle de que Peter estaba embarazado. Y sus hormonas afectaban visiblemente su estado de ánimo. El chico se sentía miserable por haber tratado así a su hermano, pero el escritor estaba demasiado dolido como para notarlo.

Así que al séptimo día, Charles se cansó. Empujó la fuerte puerta de roble del despacho de Erik Lehnsherr, y sin preguntar, llegó frente a su escritorio mirándolo seriamente.

El cabello de Erik estaba revuelto como si hubiese pasado sus dedos varias veces por allí, en un gesto de nerviosismo que Charles ya le había visto hacer cientos de veces.

No que le gustara...
O tal vez sí.

Alejando esos tontos pensamientos, se centró en lo verdaderamente importante.

- Erik, tenemos que hablar.

- ¿Vas a dejarme? - El hombre preguntó con sarcasmo y una sonrisa maliciosa que hizo algo extraño con el estómago de Charles.

- Te dejaré si no arreglas las cosas con Peter. - Charles respondió sin humor, cruzándose de brazos.

Erik clavó su vista en él, y poniéndose de pie, caminó hasta donde él estaba.

Charles tuvo que hacer un esfuerzo por ignorar cuanto le afectaba su proximidad.

¿Por qué ese tonto y arrogante hombre le gustaba tanto?

- Hasta donde recuerdo, no tenemos una relación. ¿Acaso la tenemos ahora? - Erik preguntó con picardía mientras paseaba las yemas de sus dedos por la mejilla hirviendo de Charles.

- Ya quisieras. - Soltó Charles, alejándose de su toque. - Hablo en serio, Erik. Tu hermano se siente fatal. ¿Cuándo vas a perdonarlo? Sabes que quieres hacerlo.

Erik se apretó el puente de la nariz, y resopló con enojo.
- Ese niño es un malagradecido. Ahora que ese idiota volvió, piensa que puede maltratarme.

Charles sonrió porque en el fondo Erik no era más que un niño herido con su hermanito.

- Tú estás celoso. - No fue pregunta. Charles lo afirmó sin ninguna duda. Era evidente que su jefe se sentía desplazado.

Por supuesto lo corroboró al ver la reacción escandalosa del hombre.

- ¡Claro que no! Estás cruzando la línea... - Erik murmuró amenazante, mientras eliminaba la poca distancia entre ambos.

Charles ni siquiera se esforzó por alejarse. Últimamente comenzaba a tener la extraña creencia de que estaba imantado hacia Erik.

No importaba cuanto se esforzara por poner distancia entre ambos. De una u otra manera, parecía siempre terminar en sus brazos.

No sabía si reír, o huir lo más lejos que pudiese de esa casa.

- No te haría mal de vez en cuando admitir tus sentimientos, ¿sabes?

Mi chance eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora