Suave abrazo.

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Me desperté y al lado mío estaba Charles, quien dormía plácidamente como un niño. Me quedé acostada a un lado, observándolo mientras dormía; su respiración tranquila, sus cejas fruncidas ligeramente, sus pestañas largas que casi rozaban sus mejillas. Estaba acostado de lado, con el cabello alborotado, parecía un ángel caído en un sueño profundo. De repente, comenzó a mover la mano como buscándome.

-Charles... estoy aquí-, le dije con voz suave, apenas un susurro en la tranquilidad de la habitación.

-¿Puedo abrazarte?-, preguntó con voz somnolienta, apenas consciente. -Al menos por un rato-, agregó, como si continuara hablando en sueños.

Pensé por un momento, luego exhalé suavemente. -Sí, Charles. Solo un rato-, respondí, permitiéndome ceder a su solicitud. Me acerqué a él y pasó su brazo por encima de mí.

-Gracias...-, murmuró en voz suave. -Anoche tuve una pesadilla-, dijo antes de que pudiera hablar. -Soñé que algo malo te había pasado-.

Después de un breve silencio, sentí cómo su abrazo se volvía más firme, como si intentara protegerme incluso en el mundo de los sueños. Sus palabras resonaron en mi mente, despertando un cosquilleo de preocupación.

-Estoy bien, Charles- , susurré suavemente, tratando de calmar sus temores incluso mientras dormía. -Estoy aquí, a salvo contigo-.

Él solo asintió levemente, como si mi voz lograra llegar a través de su sueño. Permanecimos así por un tiempo, envueltos en el abrazo reconfortante del otro, encontrando una tranquilidad en la cercanía de ambos.

Poco a poco, el suave brillo de la mañana se filtró por las rendijas de la habitación, y supe que era hora de despertar por completo. Con cuidado, me liberé de su abrazo y me senté en la cama, observándolo mientras aún dormía.

Finalmente, con un suspiro de resignación, me puse en pie y me preparé para enfrentar el día.

Después de completar mi rutina matutina en el baño, salí de la ducha y me envolví en una toalla, buscando en el armario algo cómodo para vestir. Opté por una camiseta deportiva y unos leggings, adecuados para mi sesión de ejercicio planificada.

De vuelta en la habitación, encontré a Charles quien aún dormía plácidamente. Su tranquilidad me hizo sonreír mientras me sentaba a su lado, dejando que mis dedos se deslizaran con cuidado por su cabello.

-voy a ir a desayunar-, murmuré suavemente, aunque sabía que no me escucharía. -Puedes seguir durmiendo. Si necesitas algo, solo escríbeme. Estaré un rato en el gimnasio-.

Con un último toque en su cabello, me levanté de la cama y salí de la habitación. En el pasillo, esperé a que el ascensor llegara, para bajar al comedor del hotel.

Mientras me servía el desayuno y me sentaba en una mesa, noté a Max a lo lejos. La sorpresa momentánea hizo que casi me atragantara con un trozo de pan, tosiendo violentamente. Lewis, que estaba en la mesa continua, notó mi reacción y rápidamente dandome una palmada reconfortante en la espalda para ayudarme a recuperar el aliento.

-¿Estás bien?- preguntó Lewis con preocupación mientras me recuperaba.

Asentí con la cabeza, agradecida por su ayuda. -Sí, gracias Lewis. Solo... fue el estúpido pan-, respondí, tratando de mantener la compostura, mis ojos buscaban involuntariamente a Max entre la multitud.

Después de asegurarse de que estuviera bien, Lewis se sentó a mi lado en la mesa, una expresión de preocupación aún marcada en su rostro. Agradecí su gesto de compañía mientras continuábamos desayunando juntos.

Lewis me miró con una expresión de curiosidad mientras tomaba un sorbo de café. 

-¿Y cómo estuvo la fiesta anoche?- preguntó, con un tono ligero pero perceptivo. -Te vi pasar por mi lado en un momento, parecía como si estuvieras huyendo de alguien.-

I'm Georgina SchumacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora