15. Decisión.

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Junmyeon se cruzó de brazos y soltó un lento suspiro mientras intentaba recordar en dónde podría haber guardado el documento que llevaba media hora buscando. Se le ocurrió que tal vez no había sido él quien lo guardó, sino su esposa; entonces fue a su despacho y buscó entre sus cajones repletos de papeles por largo rato. Cuando por fin lo encontró se sintió más tranquilo.

Era algo que quería obsequiarle a Yixing y a su hijo, o hijos, si es que lograba convencerlo alguna vez de que procrearan un par más, y de la forma tradicional, si es que aquello no era demasiado pedir.

Estaba a punto de llamar a su abogado para empezar con el trámite cuando otros documentos llamaron su atención. Al principio no quiso fisgonear, pero al fin y al cabo se trataba de la mujer con la que había vivido los últimos cinco años. A medida que su escasa comprensión médica ataba algunos cabos, sus manos perdieron firmeza y sus dedos empezaron a temblar. Los revisó repetidas veces, para constatar que no estaba equivocándose, e incluso hizo una búsqueda en internet, y sin saber qué más podía hacer llamó a Jongdae. 

Su amigo no tardó en atender a pesar de la hora.

Hola, Jun...

—¿Podemos vernos?

Toda la efusividad de Jongdae se evaporó al notar su tono de voz.

—¿Ahora? ¿Pasa algo? ¿Yixing está bien?

—Sí, no tiene nada que ver con él —Junmyeon respondió en un tono que transmitía urgencia—, pero necesito tu ayuda.

—¿En dónde estás?

—En mi casa.

—Estoy saliendo del hospital, voy para allá.

—Gracias —Junmyeon susurró y desconectó la llamada.

Su corazón latía con fuerza, los sentimientos se entremezclaban en su pecho y obstaculizaban el paso del aire a sus pulmones. Se dejó caer en la silla giratoria y no pudo evitar que algunas lágrimas se desprendieran de sus ojos.

Su mente buscaba soluciones a lo que tenía en sus manos, pero en el fondo él sabía que solo existía una explicación y que de hecho tenía mucho sentido.

Por suerte, Jongdae no tardó mucho en llegar.

—¿Qué sucede? —Jongdae preguntó, tan pronto como una empleada lo llevó hasta Junmyeon—. ¿Y tu esposa? ¿No está?

—Está de viaje, vuelve en un par de días —Junmyeon respondió y le mostró una hoja—. ¿Qué es esto?

Jongdae la tomó y empezó a leer, pero se la devolvió rápidamente al percatarse de lo que era.

—Jun, divulgar el registro médico de alguien sin su consentimiento es un delito.

—Un delito —Junmyeon sonrió irónicamente—. Yo pagué por esto, creo que tengo derecho a saber.

Jongdae tomó la hoja de nuevo a regañadientes, no es que lo convencieran las palabras de Junmyeon, sino su gesto; lo conocía y sabía que estaba luchando por conservar la calma. Leyó de nuevo, prestando atención a los detalles.

Junmyeon notó el momento en que Jongdae lo supo y no necesitó mucho más que su gesto para confirmar sus temores.

—Creo que ya sabes lo que es —Jongdae murmuró apenado.

—Como médico, no como amigo, explícame por qué una mujer estéril se haría una esterilización. ¿Por qué alguien incapaz de concebir y sin problemas hormonales tiene un historial del uso de anticonceptivos?

MINE [Sulay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora