El gran martillo resonó por toda la sala y Christian salió de sus pensamientos. Había estado dando vueltas a Verónica y su extraña actitud. Además, la historia de Alice Tyler, los cuales se habían mudado al Refugio, se le había quedado grabada en la mente, sin saber por qué.
Todos los magos representantes de cada Orden tomaron asiento a lo largo de la gran mesa redonda que se extendía en la inmensa cámara subterránea del Refugio de Magia Viviente. Se había organizado una reunión para decidir qué debían hacer y cómo actuar frente a la iniciativa de la Orden de Hielo Negro. Los líderes de todas las Órdenes estaban allí: Robin, Sam, Caterina, la líder de la Orden Rosa; y otros muchos que Christian no conocía hasta ese momento.
Y entre todos ellos, ahí estaba Christian.
Su Orden era la única sin líder y normalmente Nathan era el representante, por ser el que más tiempo llevaba en ella. Sin embargo, para su disgusto, este año habría dos representantes: todos seguían pensando que Christian había vencido a Verónica, y por ello habían decidido que merecía estar presente en esa reunión.
Christian se había explicado una y otra vez; pero nadie le creía. Nadie creía a Verónica capaz de perdonar una vida. Y, de hecho, cuando explicó lo que había sucedido, los ojos grises de Dean lo miraron con tanto odio, que temió que lo atacase.
—No podemos permitir que despierten a otro ser antiguo —dijo Robin, tomando la voz en el asunto.
Parecía bastante desconcertado y confuso, y es que normalmente era el Líder Blanco el que llevaba la voz en aquellas reuniones. Pero desde que Verónica había matado a Ulises no habían encontrado a otro líder, y Robin era el mago más sabio y poderoso de los allí presentes.
—¿Cómo vamos a hacerlo? —preguntó Caterina, con su seductora voz.
—No podemos, no sin el Líder Blanco —sentenció un chico de pelo castaño suave y ojos azulados.
Christian lo observó, era Arthur: el líder de la Orden de Hielo Rojo. Los magos rojos eran amigos de los dragones, y lo usual era que acabasen convirtiéndose en sus jinetes.
En ese momento, todas las cabezas se giraron hacia ellos; y Christian supo que había algo que se estaba perdiendo.
Sin embargo, nadie dijo nada más sobre aquello. La reunión se extendió durante horas, planeando diversas estrategias para adelantarse a los magos negros.
Cuando la reunión acabó, Christian sentía que le pesaban los párpados después de la intensa tarde de planificaciones. Así, dejó atrás la cámara de piedra donde se celebraban las reuniones y, arrastrando los pies, comenzó a ascender los escalones de mármol que lo llevarían a la superficie. Sus pasos resonaban en el silencio, ya que la mayoría de los líderes aún seguían bajo tierra intercambiando saludos y noticias tras la reunión.
La mayoría, pero no todos.
Robin alcanzó su altura, y lo miró de reojo.
—Yo también odio estas reuniones. Y más desde que Ulises ya no está entre nosotros —suspiró.
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Hielo violeta
FantasyChristian es un joven islandés que ha creído en la magia desde que, siendo niño, presenció cómo un hombre desaparecía en la plaza de su pequeño pueblo. Durante un verano solitario, sus sospechas se confirman al ver a una extraña chica de ojos violet...