Capítulo 21: Grettir

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Christian hojeaba el libro que Joan le había dado, mientras esperaba en el Caldero

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Christian hojeaba el libro que Joan le había dado, mientras esperaba en el Caldero. El libro contenía información sumamente interesante sobre las leyendas de Islandia y su relación con la magia. Había múltiples referencias a los magos negros y a los seres que, a lo largo de los siglos, se habían unido a sus filas. Aunque no había información explícita sobre el despertar de los seres antiguos, sí que había una historia interesante sobre un mago negro muy poderoso de la antigüedad, que solo había podido ser vencido con la explosión de magia blanca ocurrida tras la muerte de un mago blanco especialmente poderoso. Christian no tenía claro cuánto de aquello era real y cuánto era un cuento, pero él tenía claro que no pensaba explotar mágicamente para acabar con Kadirh.

El libro también le había servido para conocer la historia de Grettir el Fuerte: de mal carácter y valiente, Grettir había sido héroe antes de villano, hasta que un día incendió una mansión, matando a muchos hombres. A pesar de vivir fuera de la ley, consiguió sobrevivir muchos años como proscrito, hasta que partió con su hermano y su esclavo a la isla de Drangey: situada en el fiordo de Skagafjordur, constituía una fortaleza natural con sus tupidas murallas de piedra.

Grettir pasó años allí, asegurándose únicamente de que el fuego de su casa no se apagaba, ya que era imposible encender otro. Pero un día, el esclavo tuvo un descuido al quedarse dormido y el fuego se apagó. Por tanto, Grettir no tuvo más remedio que nadar los seis kilómetros hasta la tierra, y volver con un trozo de leña en la mano y nadando con la otra.

Así fue como uno de sus enemigos se enteró de que estaba en la isla, y mandó un trozo de leña maldito a través de las aguas. Grettir intentó partirlo en dos con su hacha, pero se rompió la pierna y la herida se infectó. De esta manera, agonizó durante mucho tiempo. Cuando los enemigos llegaron a la isla a acabar con él, estaba prácticamente muerto.

Pero ese día, Kadirh iba a cambiar las cosas, pensó con agonía Christian, cerrando de un golpe el libro y guardándolo en su mochila. En el Caldero de Madera empezaron a aparecer las primeras personas, ya que era el punto de reunión elegido para el destacamento elegido para la misión. Irían pocos, ya que la isla era de difícil acceso, y Joan había dicho tajantemente que no era posible que acudiese un gran número de magos negros, así que cuantos menos fuesen más eficaz sería el plan.

Se oyeron unos pasos y apareció Nathan, el cual se sentó y se puso a observar con rostro ceñudo el fuego. Christian se sentó a su lado. Esperaba que su amigo volviese a la normalidad, para así poder contarle todas sus dudas y poder desahogarse con él. Pero, entonces, Nathan habló primero:

—Me alegro de que seas el Líder, estoy seguro de que se te dará bien —habló en tono desapasionado.

—Gracias.

Mantuvieron silencio unos segundos.

—Siento haberte quitado el puesto, si es eso lo que te pasa.

Nathan echó a reír, pero era una risa amarga e irónica.

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