32: Los experimentos

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No, no estan soñando
Sí, sí es un capítulo.
Sí, se que merezco el infierno.
Sí, seguire subiendo a partir de ahora.
Sí, los extrañe mucho.
No, no espero que me perdonen.
Sí, sí espero que lean el capitulo.
Sí, es un capitulo gigante, tiene 4720 palabras.
Mejor no los atraso más...
Disfruten.

Alice
7 horas, 24 minutos en un avión. Fue el viaje más largo que jamas he hecho. El aeropuerto internacional de Seattle-Tacoma, Washington es gigante. Decir que el Juan Santa María es grande es casi una ofensa para este.
No se exactamente donde ir puesto que no planee este viaje en absoluto, pero mi tía me dio el número de teléfono de una antigua compañera de mi madre, Susan. Según ella siempre nos quedabamos en su casa cuando veníamos para visistar a papá en prisión. La llame antes de venir, y ella me dijo que me recibiría encantada y me ayudaría a encontrar lo que ando buscando. Supongo que puedo confiar en ella.
Recojo mis maletas y en cuanto bajo la escalera de Arrivals, puedo ver mi nombre en una cartulina.
ALICE STEVENS.
COSTA RICA.
Con una descripción así era casi imposible perderme, y la mujer que estaba tras el me pareció interesante. Una rubia alta, delgada, un poco morena por un bronceado que se hizo Dios sabra cuando, y sus ojos eran inhumanamente azules. Sus ojos eran increíblemente azules, casi llegando a un tono neon, brillantes, grandes y mostrando nostalgia, felicidad y esperanza. Su rostro era cuadrado y su cabello caía en hondas sobre sus hombros. Me intrigaba.
-¿Alice?-me dice en cuanto bajo las escaleras y me acerco a ella.
-Hola.
-¿Al?¿Realmente eres tu? No puedo creerlo, has crecido tanto- dice en ingles con acento marcado. Es británica, ese acento no se confunde.
Yo solo sonrió. Es incomodo conocer a alguien que te ha visto durante mucho tiempo y tu ni siquiera lo reconoces.
-Ven, vamos a casa. Has de estar exhausta.
Caminamos a la banda donde viene el equipaje y espero por el mio. Gracias a Dios no tome mucho, o huviera sido muy cansado cargarlo por todo lado. Susan no dice nada, solo me sigue mientras recojo todo.
-¿Tienes todo?-me pregunta.
-Si.
-Bien, vamos.
Y la sigo al estacionamiento del aeropuerto. Ella abre la cajuela y me indica que le de la maleta para meterla ahí. Yo apenas reacciono.
Sinceramente estoy completamente desubicada.
Desbloquea el auto y no se por que presiento que esto va a ser una tortura incomoda.
Maneja muy centrada y salimos a la que creo que es la carretera principal ¡Me siento tan perdida!
-¿Al, que pasa? Estas muy callada, más de lo que eras- me dice sin quitar los ojos de la pista.
-Nada....
Creo que ella no sabe de mi accidente.
-Susan, ¿cuando fue la ultima vez que nos vimos?-le digo. Quizas así logre explicarle.
-Huh, hace bastante de hecho, creo que pudieron haber pasado unos 10 o 9 años desde entonces.
-¿Entonces no sabes lo de mis padres?
-Si... lo supe unos meses después. En el radar no te encontraban así que tuve que enviar a Ana a buscarte y desde entonces estas con ella.
-¿Radar?- Okay, esto es aterrador.
-Si, tus padres te habían instalado uno de pequeña pero al parecer o había sido extraido o se habia averiado. Nunca lo supimos.
-¿Supimos?- ¿Por que dice todo en plural?
-Si, yo y Martin, y los del laboratorio. No se que ha pasado desde entonces, pero actuas extraño.
Lo sabía. Ella no sabe nada del accidente.
-Creo que nunca te enteraste del porqué no me encontrabas-le digo y ella me voltea a ver interesada.
-No...-es lo unico que dice y me mira expectante.
-Tuve un accidente en el que sufrí un trauma neurológico. Amnesia. Todo lo que había hecho antes del día en que desperté se borró, solo sabía mi nombre porque la enfermera me lo dijo pero no sabía nada más. Nada. Ni de donde venía, ni donde vivía, ni quienes eran mis parientes u amigos. Todo. Solo se borró.
Ella contiene y aire y suspira muy muy profundamente.
-¿No has recordado nada?-me pregunta preocupada.
-Por eso vine. Me estoy volviendo loca. Hace unas semanas me han pasado las cosas más extrañas de la vida. Vivo recuerdos con cosas que hago similares. Como Deja-vus. Pero son como de mi infancia o antes del accidente.
-¿Que has recordado?-me dice nerviosa. Eso me pone aún más nerviosa a mí.
-Yo tocando el piano, en un quirofano, mis padres jugando conmigo, en el colegio...
-¿Algo más?- me dice impaciente.
Los poderes. Pero si le digo no me va a creer, ¿o si?
-Unas tonterias de que yo... yo practicaba....yo practicaba a levitar cosas con mi papá...
-¿Alguna otra cosa como esa?-me dice ansiosa. Creo que siento al auto acelerarse. Si me creyó ¿Y si ella sabe la verdad?
-Bueno eso, y en uno me brillaban los ojos y hice desmayar a alguien y corriendo en una bodega o depósito, con armas, buscando a mis padres.
Ella se queda impasive. No dice nada, solo conduce.
-¿Con que propósito realmente viniste, Alice?- me dice muy seria después de un rato.
-Encontrar respuestas. Saber la verdad.
-¿Y crees que podras soportarla?
¿Podré? Es mi unico propósito aquí, de otra forma el viaje sería en vano.
-Si
Sí, lo hare.
Ella asiente y yo espero que diga algo.
Pero solo mira la carretera. No me dira nada aún.
-Pronto llegaremos a casa- dice muy delicadamente.
El solo pensarlo hace que me den escalofríos.
Maneja por 5 minutos más y veo un rotulo muy viejo que dice Saint John- Tacoma
Población: 2458 personas.
Susan acelera y avanza a lo que parece un pueblo pequeño en comparación al resto de lugares, sin embargo esta muy bien abastecido. Tiene un McDonald's, Burger King, un Mall grande, Walmart y por supuesto un Starbucks, sin mencionar otros centros como escuelas, secundarias, entre otros.
Avanza 3 calles y toma la 4 a la derecha, en la calle Thompson, y la avenida 4, y continúa directo por unos 15 minutos hasta entrar a lo que parece ser la zona de suburbios y bosque.
Se pueden observar todas las casas "clones", los parques de juegos, los niños en bicicleta, y las personas paseando perros.
Continuamos unos 5 minutos más y llegamos a una enorme entrada de un residencial llamado The North Springs, ahí Susan paso una tarjeta que nos abrió la gigante reja de metal y nos dejo entrar.
Las casas aquí era impactantes, grandes, impecables y todas del mismo color y diseño. Pero este residencial era distinto: no habían niños, no habían perros, no habían personas. Se veía... desértico.
Susan avanzó hasta llegar al final de la calle, donde sobresalía una casa color crema y madera, con un diseño totalmente distinto al resto, y grandes ventanales en la segunda planta.
-¿Es aquí?- le gregunto a Susan. Ella asiente.
Estaciona el auto en frente y me abre la cajuela para sacar mis maletas.
-Bienvenida, pasa y siéntete como en casa-me dice en tono cariñoso.
Cuando entro, veo como todo esta impecablemente limpio e acomodado. Al parecer la planta de abajo tiene el living, el comedor, la cocina y creo que un estudio, aunque no alcanzo a verlo.
Ella me guía a través de unas escaleras de madera y me ayuda a subir una de mis maletas.
-Martin llegará pronto a cenar. En la planta de arriba estan las recamaras. La puerta de la parte izquierda es la tuya y la puerta del fondo es la del baño- me dice indicandome con la mano.
-Puedes refrescarte un poco antes de cenar, yo bajaré a hacer la cena....- me dice.
-¿Y cuando me dirás...?-le preguntó.
-Hablaremos en la cena- me corta la pregunta y se marcha.

 ©Las Miradas HablanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora