3: Sencillamente no lo mires...

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Alice

Toco el pito cuando estoy frente a la casa de Rebeca. Pero no sale. ¡Carajo ya empezó la fiesta y no hemos ni salido de Fortuna! ¡No he ni pasado a llevar a Eduardo!

-¡Rebecca!- grito a lo que me de el pulmón y ella asoma la cabeza por la ventana.

-Ya voy- me grita de vuelta. Solo veo que corre por toda la casa, apagando luces y que cierra la puerta principal y se mete al auto. -¿Tenemos que llevar este carro a la fiesta? ¿Porque no llevamos el mío?-dice haciendo pucheros.

Claro, era de suponer que quería estrenar su nuevo Nissan TIIDA en la fiesta.

-Por que no. Acordamos que iríamos en mi auto, así que en el vamos a llegar. Punto.

-Ay que amargada- dice burlándose de mi respuesta.

Yo me encamino al departamento de Eduardo y le pito. El, gracias al cielo, si sale rápido y se mete al auto.

-Hola hermosas- dice sin siquiera vernos, pero cuando alza la vista, abre mucho los ojos- De veras hermosas. Dios, chicas, hoy se lucieron.

Yo me pondo color tomate y Rebecca le lanza un guiño a Eduardo. Rebecca si anda alucinante: con un vestido verde esmeralda de seda y de tirantes, unos tacones como de 15 cm como mínimo y de tiras y con la melena suelta agarrada por una lado con una delicada prensa de perlas, que van con collar y aretes a juego.

-Tú tampoco vas tan mal- le digo a Eduardo mirándolo por el retrovisor. El esta impresionante con un traje de saco color gris oscuro y una camisa azul, sin corbata. A el lo conocí un poco después de empezar a andar con Rebeca, en ese entonces, el era amante de animales y defensor de ello, era delgado, y poco alto, de apenas 1.70, pero nos paso cuando en decimo le dio por crecer hasta llegar a los 1.85 y empezar a ir al gimnasio, estábamos tan molestas, por quedar de pequeñas, pero lo superamos.

El llego a ser veterinario, es alto, con una piel no blanca, pero tampoco morena, corpulento pero delgado, con un perfil griego y unos hermosos ojos café y un cabello café oscuro.

El se limita a sonreír, a pesar de estar como un tren, es muy modesto. Me encamino a la entrada del  LEBLA y me estaciono.

-No. Puede. Ser-dice Rebecca con la boca abierta y con Eduardo imitando su expresión.

Justo al lado de nosotros, esta uno de esos autos que solo ves en la tele, color azul metálico, completamente nuevo e intacto.

-¿Cómo en la vida es que llego a estar en el estacionamiento del LEBLA un Bugatti Veyron?- pregunta Eduardo estupefacto.

Ah, un Bugatti. Yo no se casi nada de autos.

-¿Es real o estoy alucinando?- dice Rebeca. -Es mejor conocido como el auto mas rápido del mundo, ¿Qué hacen conduciéndolo en uno de los lugares con las peores carreteras del país?- dice Eduardo.

-Sera mejor averiguarlo en el gimnasio- les digo a ambos cuando ya llevo cierta distancia, y espero que se controlen, porque casi le están babeando encima al auto.

Cuando entramos al colegio vemos las mejorías que han hecho y comienzan a llegar los recuerdos. No es de mis lugares preferidos en el planeta, pero no es tan malo, ahora que recuerdo lo inmaduros que éramos y las estupideces que hacíamos; bueno que éramos cómplices de Rebeca en lo que cabe a travesuras.

Nuestra generación fue una de las mejores que tuvo el colegio por el rendimiento académico, con 5 estudiantes becados por las mejores universidades del país y uno de ellos ganando el premio en segundo lugar en mejor promedio de pruebas de bachillerato en matemáticas y la mayoría con un trabajo exitoso ahora. Incluso uno de los egresados sirve ahora como profesor de ingles del colegio, y por supuesto tenemos al magnate multimillonario, dueño de SC Microsoft, Mike Salas, el orgullo del país, director y de todos los profesores del colegio. Apostaría lo que fuera, que si el vino, es el dueño del bugatti.

 ©Las Miradas HablanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora