10: Sencillamente son situaciones inesperadas

692 21 3
                                    

Me encuentro en mi lugar favorito en La fortuna de San Carlo: mi librería. El olor a libros se adentra en lo más profundo de mí ser y me hace recordar. Siempre es el mismo recuerdo: Yo, cuando tenía 8 o 7 años, sentada en una banca en algún bosque de pinos y mi padre leyéndome Emma de Jane Austen, mientras yo me acuesto en su regazo. Recuerdo que amaba que él me leyera ese libro. El era alto, robusto, rubio, y con unos hermosos y grandes ojos azules. Y su voz ronca sigue impresa en mi mente, como un tatuaje imposible de borrar.

“I want you to promise me that some day, you’ll be like Emma: defending what you believe, and valuing yourself. No matter what the world say, you just follow what your heart say to you and it’ll show you the way you must go in”.

“Quiero que me prometas que algún día, tu serás como Emma: defenderás lo que crees y te harás valer por ti misma. No importa lo que el mundo dicte, tu sigue a tu corazón y el te mostrara la salida”.

Es lo que él me solía decir y es también el único recuerdo que tengo de él. Además, es la razón por la que, cuando entre al LEBLA me entere que hablaba ingles como si fuera mi lengua materna.

Es extraño como puede llegar a pasar que cada cierto tiempo te enteres de que tienes una habilidad que no sabias que poseías.  Y aun más que no te logres ni conocer a ti misma. Cada día es como un reto que debes pasar para averiguar más y más, hasta que el tiempo te muestre que has de parar.

Jeannette me saca del ensueño cuando me mueve frenéticamente para que le preste atención.

-Alice ¿me estas escuchando?- me dice molesta.

-Este… yo… no, lo siento ¿Qué decías?- le digo.

-Te estaba diciendo que debemos hacer nuevo pedido de libros, ya que hay muchos nuevos libros que ya están en el mercado y han venido varios clientes a preguntar por ellos- me explica.

-Jeannette, tu sabes que no necesitas de mi autorización para eso, solo trae los que sean necesarios y estará bien.

-Esta bien, ¿y que haces este fin de semana?- me dice jugueteando con un pisapapeles en forma de taza de té que tiene a la par de la caja registradora.

-Empacar para el viaje a la playa- le respondo con cara de fastidio, imaginándome que será que lo lleve al viaje. No tengo trajes de baño, tendré que comprar.

-Claro, me lo imaginaba…- dice algo desanimada. Se que no ha de tener muchos amigos, ya que se pasa el día entero aquí o leyendo. Me recuerda mucho a mí cuando tenía su edad, y se que muchas veces, a pesar de tener a Rebeca y Eduardo, me sentía sola.

-Pero… puedo sacar un rato-le digo y ella sonríe- ¿quieres ver una película mañana?- le ofrezco.

-Claro, ¿Qué película?- me dice animada.

-No se, tu escoge, yo tengo gustos anticuados- le admito. No creo que le guste ver una serie entera de Orgullo y Prejuicio o cualquier clásico de la BBC London a una chica de 18 años.

-La he visto cientos de veces, pero me gustaría ver Bajo la misma estrella- me admite.

Me encanto ese libro de John Green, y casi muero llorando en la película.

-Bajo la misma estrella será- le digo entusiasmada.

Ella hace un mini salto y se va con las cajas de mercadería a la bodega. Yo me dispongo a reordenar las estanterías, ya que a muchos de nuestros clientes la desordenan. La tienda en sí, es bastante grande: tenemos unas 7 estanterías de libros con 6 repisas cada una. Cada estantería dividida por géneros literarios y tipos de libros. Además, una mini disquera y venta de separadores de hojas de todo tipo. La verdad, él negocio va avanzando bien, ya que no tenemos competencia.

 ©Las Miradas HablanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora