Sarah Kay

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Me pintaron un mundo en el que no existía el dolor en el que la sangre y las lágrimas descontroladas solo aparecían en películas, un mundo en el que el amor era una experiencia sin dolor, sólo mariposas en el estómago, en el que siempre los que sufren tienen un final feliz y duradero; sin muertes de por medio. Me incrustaron como a una niña que el humo ahogaba, que era tóxico y que los adictos son tontos, que la comida y el cuerpo son sagrados y no hay que lastimarnos o rechazar un trozo de pan, y que el mundo no vive a base de las muchedumbres con algo para chismear, también un mundo en el que todo es más bonito sin mentiras, y sin decepciones, que todos aprovecharán la confianza que uno le da, sin haber sabido que esa confianza es igual que tomar enserio a las religiones; a nadie le interesa demasiado y no hay ley terrenal para no romperla. Ese mundo en el que la poesía es verbalmente un entendible e insignificante, en dónde odian el rock pesado sin leer sus letras, en dónde la gente no se alimenta día a día de habladurías y críticas grasientas, ¿Dónde está? Así también como esas niñas Sarah Kay juntaban sus florecitas con vestidos sedosos con encajes y medias blanquecinas sin ensuciar con barro sus zapatillas bordadas y simples, en dónde ellas usaban los bolsillos de sus jardineros como macetas y usaban sombrero de paja para conservar la piel pálida y perfecta que las caracterizaba, mientras allí afuera la piel de los soldados era rajada y oscura, mientras habían estruendos, sangre y gente mutilada en épocas de guerra. Aveces vivir en el mundo de las Sarah Kay de alguna manera es vuvur en un sueño infantil y cromático, sin oir por la música el ruido, viviendo sin saber que el amor más que una mariposa puede ser un gusano y que el humo realmente te ahoga pero te hace ser adicto a ello, quizás seamos tontos enfrente de ellos, enfrente de la realidad que lastima más que un cuchillazo, más que la garganta cuando se atoran las palabras, vestidos de blanco enfrente del barro y la sangre ajena del horrible mundo egoísta. Ojalá vivamos dentro de ese jardincito dónde el amor es sincero, sin nadie atrás ni adelante más que dos, no como acá, en dónde el amor se transformó en la mentira más idealizada para la felicidad.

Vivo En Un Cumple.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora