ch 29 Un Nuevo Despertar

407 23 36
                                    

Dedicatoria: Para todas aquellas almas valientes cuyos corazones hagan eco con la palabras aquí escritas. El camino del autoconocimiento vale la pena las lágrimas, el desasosiego y la soledad. Recuerda, ¡todo es temporal! ¡todo pasa! y al final estarás un poco más cerca de tu verdadera esencia. ¡No tengas miedo de SENTIR!
Abrazos Elby 8a

Un Nuevo Despertar

Al fin abrió los ojos, pero más le valdría no haberlo hecho el olor que le recibió era repulsivo metálico y chamuscado. Ardor insoportable, el grito ahogado en su incinerado pecho. El escozor de sus heridas se extendía por todo su cuerpo incrementando su intensidad en el lado izquierdo de su rostro prolongándose por su cuello, hombro y brazo llegando a cubrir parte de su pecho que cada bocanada de aire que tomaba era un suplicio. En cualquier momento habría exigido por algún tónico que pudiera calmar la tortura ocasionada de su piel al rojo vivo pero ahora, su calvario era el nombre de su hermano lo que salía de los labios de la joven en un lamento desgarrador, agónico, anhelante, lleno de súplica y de un sentimiento que apenas conocía...

¡Remordimiento!

88888888

Una menuda figura caminaba presurosa por los pasillos del nosocomio que resonaban con el eco de sus tacones mientras la delicada y elegante fragancia se esparcía a su paso. No hacia mucho acababa de estar en circunstancias similares, con las garras del miedo arañándole el esófago extendiendo su ácido veneno por todo su pecho hasta la boca del estomago estrechándole su corazón cubierto de incertidumbre, temiendo que su recién recuperado hijo le fuera arrebatado en esta ocasión de manera permanente.

Sabía que la vida daba muchas vueltas ¡Por dios! Que la diva lo sabía de primera mano. Las cosas no resultaban como uno las planeaba, muchas veces no quedaba de otra mas que rendirse ante la voluntad divina más esta ocasión ¡no lo haría! no estaba dispuesta a solo aceptar ese cruel desenlace, su pequeño merecía ser feliz.
Al fin había abierto su corazón permitiendo que el amor fuera parte de su vida y ahora, le faltaba vida para poderlo disfrutar.

Abrió la puerta y se topó con la escena de una joven que cubría con los rizos de su cabellera el brazo de su hijo inconsciente a cuya mano se aferraba, evidentemente la había vencido el cansancio. La imagen la sobrecogió.

El rubio patriarca había percibido el aroma que anunciaba su llegada desde antes que la dueña de su corazón se hiciera presente en la habitación de su hijo. Esa esencia que se apoderaba de su ser, con la que infinidad de veces se había despertado al tenerla junto a él y la que otras tantas veces había añorado en la oscuridad de su alcoba hasta perder la batalla con Morfeo. Sabía que ella llegaría en cualquier momento desde que le dieron la noticia, pensó que estaría preparado para ello, pero sin advertencia alguna conectaron sus miradas uno pedía perdón y la otra simplemente se quebró más nada lo podría haber prevenido para lo que sucedió. La rubia se arrojó en su pecho buscando el consuelo añorado estremeciéndose en sus brazos con sollozos que salían arrastrando el remordimiento del tiempo perdido. Para ella siempre era la lección recurrente, no saber aprovechar el tiempo brindado con quienes amaba. Albert se debatía, la agonía ante la paradoja de tener a su bella dama de nueva cuenta cerca de él en circunstancias indeseables le rompía el alma. Era un momento agridulce, no lo merecía, no debía aprovecharse.

El despreocupado joven aventurero había dado paso al patriarca y como tal debía actuar aunque le costara, aunque le doliera, debía aferrarse a ese nuevo camino respetar las decisiones tomadas. Respiró profundamente buscando ubicarse en su nueva realidad, pero por lo pronto, en este instante del tiempo universo se aferraría a ese femenino cuerpo que temblaba al igual que su torturada alma humedeciendo su pecho en busca de empatía y protección.

-Will no puedo, ¡ya no puedo con esto!- podía apenas articular palabra entre sus lágrimas de impotencia por las circunstancias.

-Lo sé, estoy contigo, aquí para ti- le susurró su aliento bañando cálidamente su cabello mientras hundía su nariz en el.
El solo pensamiento de sostener su mano le había dado algo de luz entre la tormenta que estaban viviendo. Se había dicho que solo estar en presencia de ella sería suficiente para traer un poco de paz, el ojo en medio del huracán en donde brillaba el sol por instantes antes de ser desbastado por hasta los cimientos por el dolor. Qué iluso que había sido, ahora que volvía a tenerla entre sus brazos, había tomado la decisión

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 16 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Terry Grandchester "Indigno"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora