Ch. 25. Pasión Pecaminosa
Después de su entrega, Terry y Candy empezaron a relajarse, a convivir más. Se dieron la oportunidad de disfrutar su mutua compañía explorando diferentes maneras de reconocerse. Al fin el actor se permitió salir de su prolongado auto encierro. El contacto con la naturaleza aunado al amor de Candy estaba obrando milagros en su recuperación.
El aroma a hierba fresca inundaba sus fosas nasales, la calidez de los rayos del sol bañaban lentamente su rostro con sutileza, las flores bailaban a su alrededor al ritmo de la suave brisa que combinada con la frescura del lago llegaba inundando sus sentidos con la energía de renovación que el ambiente le transmitía. El canto de los pájaros alegraba su alma haciéndolo valorar las cosas simples de la vida, algo que hacía mucho tiempo que no tomaba en cuenta.
El contacto con la naturaleza siempre lograba acallar su inquieta mente y calmaba su atribulado corazón. De no haber sido por los jardines que rodeaban el castillo ducal jamás hubiera podido sobrevivir a su niñez. Eso y el montar a Teodora ¡Ah! esa yegua de espíritu impetuoso que reflejaba el propio, era lo único que realmente extrañaba de Inglaterra. Habría podido jurar que Teodora era el único ser vivo capaz de entenderlo. Eso hasta que conoció a cierto Tarzán Pecoso.
De pronto su gesto divertido se transformó en un ceño fruncido. Había tomado decisiones importantes en su vida pensando que era por el bienestar de Candy, y aunque la amaba, ahora que reflexionaba al respecto caía en la cuenta que en realidad esas decisiones las había tomado porque era lo que su corazón le dictaba que era lo mejor para él, para seguir su destino. Seguramente más tarde que temprano habría terminado por abandonar Inglaterra para dejar atrás aquél infierno de vida que ahí había llevado. Sintió que algo se interponía entre él y los últimos rayos del sol, abrió los ojos y se topó con un rostro pecoso que lo observaba con dos esmeraldas llenas de consternación.
– ¿Qué pasa Terry, sigues preocupado por tu sueño? – El sueño lo había perturbado en más de una manera y por diferentes motivos. Había removido asuntos que creía olvidados. La valentía demostrada por su Pecosa, el hecho de que siguiera ahí con él, creyendo en él, al pie del cañón, sin darse por vencida era una total muestra de su amor. La fortaleza demostrada por ella durante su entrega le había dado el aliento para querer ser mejor cada día, para superar los obstáculos que por miedo y malos entendidos él mismo se había fabricado. Cayó en su propia trampa. La vieja herida del abandono y los celos lo habían hecho su prisionero y estuvieron a punto de quebrarlo. Apenas ahora gracias a Candy y a su madre era que veía la magnitud de su idiotez, apenas superada por su necedad. Si estaba en sus manos jamás permitiría que sus amores volvieran a sufrir por su insensatez, pero Richard Duque De Grandchester, ese era otro caso.
–La verdad, por más que quiero sacarlo de mi mente no he podido, el duque.. –
–Tu padre– Le corrigió Candy con su mirada de reprimenda, sentándose junto a él en la hierba.
–Richard –
Recalcó dejando claro que no cedería ante la imposición –Me habló de una manera que.. No lo sé, me estaré volviendo loco. – Sonrió melancólico y un dejo de tristeza asomó en sus bellos ojos, – A decir verdad me causa cierta gracia el que al fin lo haya sentido hablarme como un verdadero padre, o al menos esa es la sensación que me dejó, y por supuesto sólo podría haber sido en un sueño. – Soltó un profundo suspiro cargado de aflicción antes de continuar.
–Sé que jamás saldrían de su boca esas palabras hacia mí, y por si fuera poco hay algo que por más que intento, no logro recordar– Entrecerró los ojos mientras posaba su índice y pulgar sobre su labio inferior y su barbilla respectivamente en ademán pensativo. No soportaba la idea de no acordarse de algo que le parecía importante, aunque se tratara de una situación que había sucedido tan solo en su imaginación.
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Terry Grandchester "Indigno"
RandomCandy y Terry, personajes entrañables. Sin embargo lo que amamos de ellos son sus rasgos más humanos con los que de alguna manera nos identificamos. Todos tenemos un lado oscuro y libramos una batalla diaria al tratar de comprender, conocer pero sob...