Cuando la madrugada se asomó sobre la Batalla de Hogwarts, Draco Malfoy decidió traicionar a Lord Voldemort. Y al final de la contienda, aquel mortifago salvó la vida de la máxima heroína del mundo mágico; Hermione Granger.
Harry Potter ganó, la gue...
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Las manos de Draco picaban ligeramente a asumiendo que tocaría a Granger durante ese baile. Avanzaron hacia el centro del lugar donde estaban todas las parejas, mientras se cuestionaba que era esa extraña tensión que danzaba a su alrededor.
Caminaba a centímetros de ella, casi cubriéndola con su cuerpo para que nadie la empujara ni por error.
Cuando Granger se detuvo y se giró hacia él, pudo darse cuenta de que estaba algo nerviosa, había algo de atractivo en poner a tu antigua rival en ese estado. Aquella chica que siempre le había hecho frente desafiando su personalidad; ahora tenía las mejillas sonrosadas.
Él asintió dando a entender que procedería con el protocolo que significaba esa invitación, sus ojos fríos y grises conectaron con los de ella; brillantes por el toque de miel que estos tenían. Una de sus manos viajó a su cintura y esta ardió cual Troya al saber saber que por fin podía sentirla. Con firmeza tomó su mano, dándose cuenta de lo pequeña que era al cubrirla por completo con la suya. En todo momento sin perder el contacto visual, a pesar de que las luces del lugar habían disminuido bastante.
Hermione hasta ese momento se dio cuenta de lo altos que eran los zapatos de tacón que llevaba puestos, pues casi llegaba a la misma altura de Malfoy. De quitárselos probablemente quedaría a la altura de su pecho.
— ¿Comenzamos? —preguntó con la voz ronca, el aliento a hierba buena la envolvió en conjunto con su perfume.
Ella podía visualizar dentro de su cuerpo la dolorosa electricidad que le estaba provocando con aquellas manos grandes y esa intimidante mirada. Quizá había sido mala idea demostrarle a la sobrina de Kingsley que entre ellos ahora había una relación cordial. Por que tal vez aun existía ese odio adolescentes del pasado, que ahora hervía como lava a punto de hacer una ebullición y quemarlos a ambos.
— Sí —respondió como un suave susurro, parecido al de una amante que le cuenta sus secretos en medio de la noche.
La mano traicionera de Draco que posaba en su cintura, terminó de cerrarse con fuerza al rededor notando lo ceñida de la misma. Hermione se obligó a respirar notoriamnente o de lo contrario olvidaría como hacerlo.
Ambos trataban de convencer a sus sentidos que aquello era normal, solo. Sus mentes debían mantenerse en la luz y no ir a lugares profundos.
Dieron los primeros pasos de aquella lenta sinfonía que el director musical dirigía a la orquesta. Primero hacia la izquierda y luego hacia la derecha.
Habían demasiadas parejas, así que por cada recorrido que hacían en la pista, chocaban con otros igual de concentrados que ellos. Sus cuerpos se iban uniendo poco a poco. Nadie allí les estaba poniendo atención, la iluminación era tenue y parecían parte del montón. Solo la sobrina de Kingsley Shacklebolt sabía que no eran simples magos, eran Draco Malfoy de la casa Slytherin, un ex mortifago anti-heore; y Hermione Granger de la casa Gryffindor, la bruja heroína nacida de muggles.
