Capítulo 1

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Cuatro años después

Aun no amanecía, pero ya se veía nacer  un atisbo de claridad detrás del gran castillo de Hogwarts. Quizá, dentro de una hora llegaría el astro sol.

Los padres de Draco Malfoy caminaban velozmente, como si estuvieran a punto de danzar en el aire, solo unos pasos más y llegarían al límite del terreno; donde podían hacer el hechizo de aparición hacia otro lugar. Su madre le sostenía de la mano, mientras su padre agarraba su brazo con hostilidad. Miraba hacia los lados para asegurarse de que nadie los esté siguiendo.

Narcissa Malfoy no tuvo que pensarlo dos veces, en el momento en que el elegido resucitó para volver a hacerle frente "al que no debe ser nombrado", ella ya había escogido de qué lado estar: su hijo. Nada más importaba si Draco estaba vivo, y ella jamás volvería a permitir que alguien vuelva lastimarlo de la manera en que el señor Tenebroso y sus seguidores lo habían hecho.

Draco se detuvo abruptamente y se sacudió de manera ruda soltándose del agarre de ambos progenitores. Él aun escuchaba los gritos de guerra de los héroes que lanzaban hechizos y los lamentos agónicos de aquellos que fueron alcanzados por un maleficio. Hogwarts lo perseguía sin importar la distancia suficiente que estaba tomando.

― ¿Nos retiramos como cobardes? —susurró sintiéndose un niño otra vez, durante los castigos que le otorgaban le repetían hasta el cansancio que con diecisiete años debía lograr y soportar todo lo que se le ordenara.

— ¡Basta, Draco! —gritó Lucius haciendo amague de darle una bofetada, entonces Narcissa se puso en medio de ambos.

— Se están librando las más grandes batallas a nuestras espaldas, madre. No es momento de huir, sino de quedarse —sentenció observando a aquella mujer, la sabiduría que esta última tenía estaba mucho más allá del papel de una esposa leal.

Narcissa lo miró con una tierna sonrisa, a pesar de su demacrado rostro lleno de hematomas y heridas abiertas por el constante sacrificio que hacía por ellos. De pronto su hijo sintió más coraje.

— No, cariño. Si Harry Potter gana esta guerra recordará lo que hice por él y al menos te habré salvado a ti de Azkaban —dijo poniendo una mano suavemente en su mejilla—. Sin embargo, de suceder lo contrario, el señor Tenebroso podría vencer y nosotros estaría muertos al siguiente amanecer. Por lo mismo es mejor huir ahora y encontrar un lugar donde estemos a salvo.

Harry Potter. No pudo evitar recordar como su archirrival, en compañía de la comadreja Weasley, salvaron la vida de su compañero Blaise y la suya. Estaba en deuda, aunque así no lo quisiera.  

El chico Malfoy podía sentir crecer cada vez más ese coraje a medida que comprendía todo a su alrededor. Los cadáveres que había visto horas atrás habían destrozado miles de los ideales que tenía. Recordó el cuerpo de Colin Creevey, inerte por un sacrificio para una gloria que jamas vería. Imaginó al pequeño Creevey con el cabello rubio y algo en su interior ardió con más fuerza. Tomó este presente y lo puso en el futuro; el resultado fue aun peor. Quizá en lugar de aquel Gryffindor estaría una nueva generación de la que sus hijos serian parte.

Hermione Granger Y La Maldición Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora