Capítulo 14

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Draco caminaba ansioso por toda la Mansión Malfoy, una carta había llegado después de tanta espera. Lo habían orillado con amenazas a aceptar ese trabajo, pero solo lo aceptó por la garantía de una cosa: el uso de una varita.

Las restricciones que le habían impuesto para que le concedieran la libertad condicional eran demasiadas, pero la idea de vivir el resto de su vida sin una varita era en definitiva la peor parte.

No lo limitaba de todo, pero si del poder principal. No sería lo mismo que alguien más llevara a cabo sus planes cuando solo él podía ejecutarlos a la perfección.

— ¿Draco? —Su madre bajaba por las escaleras, llevaba una bata de seda y se veía cansada. De entre su pequeña familia, ella fue quien más sufrió en esa larga agonía durante y después de la guerra.

— Tengo el permiso, madre —exclamó sin poder ocultar su emoción. Le dolía tanto dejarla otra vez, pero al menos ahora tendría la certeza de que estaría bien—. Debo ir a comprar una nueva varita.

— No te será tan fiel como la anterior —dijo sin ocultar su pesimismo.

— Podré emplear los hechizos, es lo importante —recordó esperando no preocuparla.

— A menos que... —De pronto sus ojos  se abrieron en grande

— ¿Madre? —Narcissa comenzó a dirigirse hacia el ala derecha de la mansión, pasando pasillo tras pasillo lleno de cuadros de los antepasados de la familia y objetos oscuros que coleccionaban.

Draco caminó detrás de ella, temeroso de que su madre tuviera un nuevo ataque de ansiedad o delirio. Se detuvo frente a dos enormes puertas, se trataba de la biblioteca. Al ingresar divisaron las de pilas de libros, antiguos e importantes, que había acumulado el apellido Malfoy a lo largo de las épocas. La biblioteca descendía hacia abajo,  alrededor de una escalinata en forma espiral que unía cuatro pisos de estantes separados por secciones.

Los Malfoy tuvieron cierta preferencia al por la arquitectura subterránea al construir ciento de siglos atrás. Había estancias de la Mansión que se encontraban empotradas al suelo, como la biblioteca.

Su madre comenzó a bajar con prisa, como si en cualquier momento fuera a olvidarse de lo que buscaba en realidad.

Su hijo jamás descendía más allá del segundo piso, lo tenía prohibido hasta ser mayor de edad. Cosa que cambió después de volverse un mortifago, aunque jamás sintió la necesidad de averiguar qué había entre los recónditos más profundos del lugar.

Cuando llegaron al cuarto piso notaron que el lugar cada vez se encogía más hasta terminar al final de la escalinata, donde solo había una pared con rocas blancas incrustadas.

Narcissa se aproximó hasta la pared de aspecto extraño y tanteó con la mano logrando tocar una roca que se hundió. En cada una de las incrustaciones  comenzó a dibujarse unas letras extrañas de una lengua antigua que formaban algún mensaje.

Hermione Granger Y La Maldición Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora