Capítulo 21

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Las raíces la seguían, tratando de atraparla y arrastrarla al mismo lugar donde estuvo prisionera: al pie de un enorme árbol, a punto de ser devorada por una apertura que poseía en el centro.

Cada vez era más difícil correr; la oscuridad se ceñía sobre ella sin permitirle cuidar sus siguientes pasos. Una raíz se levantó en el siguiente tramo y su cuerpo azotó contra el suelo cubierto por hojas secas; perdió el poco aire por la opresión en el pecho.

Una ráfaga de viento levantó las hojas a su alrededor; apenas tuvo tiempo para girar el rostro. Detrás de ella divisó la silueta oscura de una mujer. Casi deseó decirle que corriera, pues el bosque era peligroso y había una criatura que acechaba a todos desde la penumbra. La silueta se transformó; de sus hombros sobresalieron enormes plumas como alas.

— Hermione —llamó alguien en la lejanía, casi un susurro que acariciaba sus oídos—. Herms.

La luz del sol la cegó; sus ojos se abrieron demasiado pronto, tomó conciencia para escapar de sus pesadillas.

El mundo era Celeste. El vértigo provocó una sensación extraña en su estómago; en algún momento, el cielo, que se extendía en todas las direcciones, caería sobre ella.

Estaba sobre muchas mantas, pero la superficie aún era dura. La cubierta no era lugar para heridos, pensó. Quiso ponerse de pie, pero todo su cuerpo dolía y se sentía débil en todos los sentidos.

Neville se levantó de un brinco, conjuró un toldo sobre ella y fue a buscar al Sanador Dickens. Desvió sus ojos hacia un costado; Malfoy estaba un poco más allá. Él traía el torso desnudo, vendado a la justa altura del área donde ella encontró el puñal al momento de sacarlo. Katie se encontraba en medio de ambos; Cho sostenía su cabeza mientras le ayudaba a beber una poción.

El Sanador Dickens apareció en su campo de visión, revisó su estado de salud y le proporcionó pócimas parecidas a las que Katie bebía para recuperarse. Hermione no hizo nada; era solo una muñeca de trapo que recibía atenciones para subsistir. Sin embargo, cuando el Sanador terminó con ella, no pudo resistir preguntarle algo.

— Malfoy...

— Sobrevivirá —interrumpió tajante, sin darle espacio a formular la cuestión. Con esa respuesta, se alejó con frialdad.

Ese hombre se encargó de su recuperación después de la guerra; fue el único que brindó su tiempo para descubrir aquella extraña enfermedad que Malfoy y ella padecieron durante esos meses. Aquello determinó que quedara involucrado en las investigaciones que giraban en torno a ambos. El Ministerio le encomendó la tarea de descubrir qué tipo de magia utilizó para salvar a Draco. El Sanador Dickens era la razón por la que no se encontraba en Azkaban, sino en el castillo del Dragón en Hostibus.

Hermione Granger Y La Maldición Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora