Capítulo 12

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Cuando Malfoy ofreció su brazo a aquella mujer, Hermione regresó rápidamente su vista al frente obligándose a reaccionar. No dudó en empezar a caminar de regreso al salón, pues muy pronto esa pareja estaría detrás suyo.

Sus mejillas adquirían a gran velocidad un tono carmesí, la vergüenza se había vuelto una llama que arrasaba con todo sentimiento o pensamiento en su interior.

Él ni siquiera tuvo la decencia de decirle un "Buenas noches" al pasar por su lado. Creer que tendrían un reencuentro donde ambos expresaran la gratitud que se tenían o la tranquilidad de saber que por fin estaban libres, sanos, y fuera de peligro; fue esperar demasiado.

Pero, ¿ignorarla?

Era difícil aceptar que no había notado su presencia, que no la recordaba al menos. Ellos lucharon juntos, enfrentaron al Wizengamot, y Hermione lo visitó el 11 de cada mes durante su primer año en Azkaban.

¿Olvidó todo?

Al llegar al salón encontró a Quennie Shacklebolt a unos pasos de los cortos escalones al pie del final del pasillo. Jamás se alegró tanto de verla, esos dos pronto estarían allí y debía encontrar algo qué hacer para disimular.

— Creo que mi tío te dio una tarea específica —dijo refunfuñando apenas la vio llegar.

Había un elfo junto a la sobrina de Kingsley Shacklebolt, este vestía un holgado y pequeño traje de etiqueta, miraba a todos los presentes con aparente enojo. Hermione se distrajo al darse cuenta de que era un elfo libre, pues tenía prendas nuevas de vestir.

Quennie Shacklebolt llevaba un vestido color crema con encaje, de mangas largas y falda pomposa. Se trataba de una bruja de no más de veinticinco años, de reluciente piel morena y ojos negros. Traía puestas, con coquetería, varias hileras de perlas en la cabeza, donde mantenía su cabello afro al ras de la misma.

— Lo siento, señorita Shacklebolt —espetó sin el menor respeto. Casi sentía la vergüenza convertirse en rabia.

Un mesero acercó a ambas mujeres una bandeja de plata que levitaba, la misma contenía pequeños vasos de cristal con whisky de fuego. Hermione sin dudar tomó una y vacío de golpe el contenido en su boca.

El elfo a lado miró a Quennie con expresión despectiva, casi le pedía que se fueran del lugar.

— ¡Por Merlín! Comenzamos a desconocernos  —exclamó mirando a Hermione con sorpresa, sonriendo por el espectáculo.

— Según el ministro, su querida sobrina necesita una chaperona —alzó un vaso más de la bandeja y con esa misma señaló al gentío—. Y bien, ¿qué quieres hacer?

Quennie arrugó el entrecejo, ahí estaba la prejuiciosa bruja que conoció en Bulgaria. Pensó que al menos en un país diferente podrían llevarse mejor, aún más si de allí en adelante trabajarían juntas; pero se equivocó.

Hermione Granger Y La Maldición Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora